Cada vez son más los cineastas que apuestan por un tipo de cine sensorial a la hora de trasladar a nuestras pantallas de cine grandes conflictos emocionales. Sobre todo si el texto se centra en aquellos momentos trascendentales vinculados a la maternidad o el amor. En estos casos suele suceder que una puesta en escena y una fotografía de belleza estremecedoras se ponen al servicio de unas secuencias cargadas de lirismo. Ya comprobamos que dicha fórmula funcionaba bastante bien gracias a películas como 'El árbol de la vida' o 'To the Wonder' de Terrence Malick. En este sentido, Tran Anh Hung parece haber optado por una técnica muy similar en su último trabajo.
'Éternité' nos propone un viaje intenso y memorable a través de la vida de tres mujeres. Todo arranca con Valentine ('Audrey Tautou'), aristócrata francesa del siglo XIX que se casa y tiene una extensa descendencia. Una voz en off relatará sus desventuras y dramas familiares hasta introducirnos en el periplo vital de otras dos jóvenes de la alta burguesía: Mathilde (Mélanie Laurent) y su mejor amiga Gabrielle (Bérénice Bejo). El relato de estas tres mujeres quedará marcado por el constante nacimiento de hijos, el cariño materno, la muerte y otros conflictos relacionados con la pérdida.
Nos encontramos ante una experiencia cinematográfica en la que la poesía se adueña de cada plano. Bajo unos sutiles movimientos de cámara nos adentramos cautelosamente en un microcosmos de lujo y vegetación. Idílico espacio sobre el que se moverán nuestras cálidas protagonistas y sus jóvenes infantes desplegando un sinfín de imágenes oníricas. Es por ello que 'Éternité' alimentará nuestras miradas con un estilo visual hipnótico y una planificación centrada en el preciosismo y la fascinación. Eso sí, nos alejamos de una narración convencional para detenernos en una serie de episodios e historias mínimas que apelan directamente a los sentidos de forma consistente. Se trata en definitiva de un canto a la vida ofrecido con gran talento visual.
No obstante, con toda probabilidad 'Éternité' reunirá a una importante legión de detractores a sus espaldas. Ni siquiera las florituras formales de la cinta convencerán a aquellos que choquen radicalmente con su discurso. Y es que la película desprende una insistente propaganda promaternidad consecuencia de la constante idealización de situaciones. De hecho, para aquellos espectadores que se despisten, la propia voz en off despejará cualquier tipo de duda con frases tan demoledoras como "una mujer sin hijos carece de lo más intenso de la vida". Sentencia que quedará arropada entre infinidad de lugares comunes, hijos cariñosos hasta el exceso y algún que otro momento de toque celestial.
Si bien es cierto que podemos entender 'Éternité' como un tierno homenaje a toda una generación de mujeres con roles predeterminados por una época, se echa de menos una mayor diversidad de personalidades en la cinta. Y es que el trío protagonista presenta un mismo objetivo que termina convirtiéndose en una obsesión enfermiza: procrear. De hecho, basta con señalar que la figura femenina más rebelde con la que nos topamos es una hija monja. Cuestión un tanto triste para una cinta que consiguió reunir a tres de las mejores actrices del panorama cinematográfico francés reciente. Como era de esperar, Tatou, Bejo y Laurent están sublimes y pedían a gritos personajes con más matices y aristas.
Poco contacto emocional
Las tres protagonistas funcionan como agentes pasivos que se dedican a reaccionar ante obstáculos sin tomar nunca sus propias decisiones. De hecho, podemos decir que no tienen un conflicto directo al que enfrentarse, no cuestionan su destino y no sufren una evolución psicológica que se torna clave en cualquier narración. Y entonces nosotros como espectadores nos convertimos en testigos del mero transcurrir de unas vidas preestablecidas. 'Éternité' no esconde sorpresas ni arcos dramáticos que experimenten una transformación y este es el motivo por el que uno puede terminar agotado ante semejante desfile de personajes.
Al mismo tiempo, el ritmo pausado presente en la narración se ve seriamente perjudicado por una banda sonora muy machacona. En 'Éternite' el hilo musical constante insiste en las emociones que se desarrollan dentro del encuadre. Es más, el cineasta vietnamita parece sentirse profundamente incómodo con los silencios y procede a rellenar todos los pasajes con partituras de Debussy, Bach o Ravel. Si Robert Bresson recomendaba inteligentemente que "un sonido no debe acudir nunca en auxilio de una imagen", Tran Anh Hung se ha propuesto demostrar lo contrario con esta cinta. Por supuesto, tomó una mala decisión que termina por afectar al conjunto de la obra.
Nota: 6
Lo mejor: Su gran poderío visual y un elenco de actrices insuperable.
Lo peor: La ausencia de un núcleo dramático consistente y una banda sonora agotadora.