El género del musical lleva un par de décadas huérfano en el cine español. Los Javis adaptaron su obra teatral 'La llamada' en 2017, pero más allá de eso no encontramos ningún caso destacable desde las dos películas de Emilio Martínez Lázaro a principios de los 2000, 'El otro lado de la cama' y 'Los 2 lados de la cama', y '20 centímetros' de Ramón Salazar, todas ellas bebiendo del maravilloso catálogo que había dejado el pop español desde la Movida. 'Explota explota' llega como la resurrección de un género que en España dio muchas alegrías, comerciales y creativas, en los años 60 con los fenómenos de Marisol, Joselito y Rocío Dúrcal, pero a falta de saber si da alegrías comerciales, podemos asegurar con gran disgusto que creativa no trae ninguna.
Esta película aderezada con las canciones de Raffaella Carrá, al estilo de 'Mamma Mia!' con ABBA, cuenta la historia de María, una chica que vuelve de Italia a España huyendo de su propia boda, vestida de novia y con lágrimas en los ojos. En el mismo aeropuerto de Madrid encuentra trabajo y una compañera de piso, y se choca con un chico guapísimo del que se acabará enamorando. Todo ello la guiará a encontrar el trabajo de sus sueños: bailar en televisión. La única pega es que se trata de la TVE de los años 70, por lo que María se topará con la censura cuando quiera expresar con libertad sus dotes para el baile.
Que nada en el guion tendrá sentido, en ningún momento, se sobreentiende cuando estamos ante una propuesta como esta. En vez de un conflicto, lo que tenemos es una sucesión de excusas para introducir con calzador todas las canciones de Raffaella que se pueda, y eso no está mal, en cuanto a que es lo que el público quiere y espera de una película así. Puede convertirse incluso en un juego divertido: cuando ves que una murciana se echa de novio a un chico vasco sabes que van a cantar 'Para hacer bien el amor' en algún momento, y si el chico se llama Lucas, como el título de otra canción de la cantante italiana, blanco y en botella.
De hecho 'Explota explota' cumple con todos los requisitos de una comedia musical, siguiendo la estructura como si dibujara sobre una línea de puntos hasta llegar a un clímax en el que todos los personajes, buenos y malos, resolverán sus diferencias cantando y obteniendo todos un final feliz, fuera el que iban buscando o no. Lo curioso, y lo más frustrante para cualquier espectador que se quiera entregar a la película, es que se queda en el esqueleto de una comedia musical, uno que baila atado a unos hilos pero no tiene gracia, ni magia, ni vida.
Qué dolor, qué dolor
Habrá que señalar al anfitrión de esta no tan fantástica fiesta, el director debutante uruguayo Nacho Álvarez, que también firma el guion junto a Eduardo Navarro y David Esteban Cubero. Es cierto que ha contado con un presupuesto bastante limitado de 2,9 millones de euros, que para montar un musical es calderilla, pero hay muy pocos signos de visión cinematográfica en 'Explota explota', especialmente, y esto es lo doloroso, en los números musicales. Ni las coreografías de Toni Espinosa, que suele montar todos los espectáculos musicales que se ven en la Gran Vía de Madrid, ni la música de Roque Baños logran brillar ante una puesta en escena demasiado simple y una falta absoluta de propuesta visual. Solo hay un número musical que se quede en la memoria, rodado en el Metro de Madrid y muy superior al resto del conjunto.
Pero hay algo aún más doloroso en la propuesta, y es su reparto. No se entiende en qué momento alguien pensó en Ingrid García Jonsson para protagonizar un musical, y mucho menos el momento en que ella decidió aceptar sin saber cantar ni bailar. Resulta especialmente gracioso teniendo en cuenta todas las veces que se repite en el guion que María es una gran bailarina, y una chica rebelde y con una energía arrolladora. Se pueden decir muchas cosas de García Jonsson, que nos ganó en 'Hermosa juventud' y 'Ana de día', pero no que sea una gran bailarina y tenga una energía arrolladora.
Aunque ella se convierte en Debbie Reynolds al lado de su partenaire Fernando Guallar, actor de la factoría Bambú que con su planta, su cara y su pelo aporta cierta estética del Hollywood clásico a 'Explota explota' (y eso es todo lo que aporta). Con una pareja principal tan desacertada, los trabajos secundarios de Fernando Tejero, Pedro Casablanc y Natalia Millán son un alivio pero insuficientes para levantar el conjunto.
La que sí que casi salva la función, ella solita con sus propias manos, es Verónica Echegui, que vuelve a demostrar que es la actriz de su generación con más talento para la comedia. Después de interpretar a una italiana en la serie de FX 'Trust' y a una vasca en 'Paquita Salas', la madrileña se convierte aquí en murciana y parece ser la única que sabe lo que está ocurriendo, pasándoselo pipa en sus números musicales (a diferencia, muy visiblemente, de Ingrid García Jonsson). Ella es la única que consigue que sus gags aterricen y su personaje el único que parece tener algo de dimensión.
Si 'Explota explota' consigue revitalizar, por poco que sea, la taquilla española, será motivo de alegría para todos: para los cines, para la industria y para el público. Incluso puede que pasen los años y le ocurra, como tantas veces ha pasado, que se convierta en película de culto. Pero sería una sorpresa ya que su mayor mérito es ser un musical de Raffaella Carrá que no te invita ni a mover los talones bajo la butaca.
Nota: 4
Lo mejor: Verónica Echegui y un número musical
Lo peor: La oportunidad perdida por la absoluta falta de propuesta cinematográfica