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CRÍTICA

'Hobbs & Shaw': David Leitch maneja con frescura la entrega más divertida y amplia de 'Fast & Furious'

El spin-off encabezado por Dwyane Johnson y Jason Statham abre un interesantísimo universo de posibilidades gracias a un solvente y virtuoso estilo que amplifica al máximo la familia y la comedia sin forzar ningún paso.

Por Rafa Jiménez Más 1 de Agosto 2019 | 09:46
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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Se abre un nuevo camino en la franquicia 'Fast & Furious'. Para desembarcar en este territorio inexplorado de los spin-offs, la saga automovilística comenzada hace ya casi 20 años ha confiado en dos de sus más destacadas y recientes incorporaciones para que tomen por fin el protagonismo total: el agente de seguridad Luke Hobbs (Dwayne Johnson) y el exagente británico reconvertido en mercenario Deckard Shaw (Jason Statham). Estos dos antiguos enemigos forman equipo para ayudar a la hermana de este último (Vanessa Kirby) en su lucha contra un anarquista modificado genéticamente (Idris Elba).

Esta es la trama por la que Universal Pictures retrasó un año 'Fast & Furious 9' y que generó una polémica disputa entre el reparto de la saga. A pesar las quejas de Tyrese Gibson, ¿ha merecido la pena esta expansión de la historia por la cual Johnson no regresará a la línea principal?

Dwyane Johnson, Jason Statham y Vanessa Kirby

La respuesta es un claro y rotundo sí, porque la película cumple esa función: expandir. De hecho, la primera escena muestra el enfrentamiento entre Hattie (Kirby) y Brixton (Elba) que marcará el conflicto principal. Ellos dos son el núcleo de una historia para nada forzada y que se mantiene, gracias a ellos, sin el recuerdo de la franquicia. A esta primera actriz ya la vimos como secundaria en 'Misión Imposible: Fallout', donde prometía lo que aquí demuestra: puede ser esa mujer de acción con tanta caña y dramatismo que tan bien han equilibrado otras antes que ella como Rebecca Ferguson. Promete tantísimo su importancia en la trama y su estilazo a la hora de luchar y bromear que es una pena enorme el mero papel de cebo al que la relegan en el tercer acto, como ya le ocurrió a Sophie Turner en 'X-Men: Fénix Oscura'. Por su parte, Idris Elba saca todo el partido físico posible a su villano que constituye una auténtica amenaza. Sin embargo, es tan imponente como vacío de personalidad y, sin una motivación profunda, acaba siendo el títere de una causa superior a él.

Para no ser un spin-off gratuito, Hobbs y Shaw se incorporan a este ring de manera muy natural gracias a los rasgos de sus personajes que ya conocíamos (a uno el sentido del bien y a otro su pasado como agente). La química entre Johnson y Statham explota aquí tanto en la acción como en los diálogos tan cómicos en unos fantásticos primeros planos. Lejos de caer en el maniqueísmo o en el cansancio, los dos actores saben jugar a la buddy-film lo suficiente como para poder desarrollar paralela y enormemente sus propias relaciones y rasgos personales. Hay más y mejor de Hobbs y Shaw, y desde luego que le sacan partido a su recién estrenado protagonismo.

Dwyane Johnson y Jason Statham

Menos rápida pero más furiosa y juguetona

Estos protagonistas se mueven bajo los sutiles y certeros hilos de David Leitch. El especialista de acción y director de 'John Wick' ha aprovechado todos los millones del presupuesto para ofrecer una de las entregas más espectaculares renunciando a los coches y explotando el apartado físico en las distancias cortas, como ya hizo en 'Atómica': la impresión no está en grandes despliegues de planos generales, sino en los planos más cerrados de las acrobacias, puñetazos a una constante cámara lenta o, si hay que usar vehículos, en cómo estos se rozan y chocan con las personas. Aunque no haya carreras, el dinamismo de la película se imprime en todo el montaje hasta cuando no hay acción, en diálogos sentimentales pero más ligeros que los de las películas de Vin Diesel.

La película demuestra que un protagonista grande y uno pequeño pueden ir de la mano, y hace lo propio con la acción y la creatividad. Al ser más furiosa que rápida, Leitch se permite jugar con el presupuesto sin meter el piloto automático, demostrando el mejor ejercicio estilístico de la saga desde James Wan en 'Fast & Furious 7'. Sigue habiendo algún guiño de planos de culos y coches llamativos, pero el director consigue que este spin-off no sea una cinta de acción más de la saga ni de dos actores que son un género en sí mismos ('El rascacielos', 'El protector (Homefront)'). A ellos les regala una magnífica secuencia de presentación, y mantiene durante todo el metraje esa dualidad en el montaje de sus peleas. La única pega casi tan colosal como su protagonista es ese descarado fallo de continuidad en la batalla final que comienza (y está planificada para ser) de noche y de repente, tras un corte, ya transcurre a plena luz del día.

Vanessa Kirby y Jason Statham

La historia (cómica) de una familia que no para de crecer

Junto con la acción, el motor de la película es la comedia, hasta el punto de ser el capítulo de la franquicia más divertido con altísimas dosis de entretenimiento y las justas de dramatismo, a lo 'Deadpool 2'. El guionista Chris Morgan ha demostrado desde 'A todo gas: Tokyo Race' que sabe escribir para la acción y, junto a Drew Pearce ('Iron Man 3'), ha creado un tono paródico que permite regalarnos muchísimas referencias pop incluso a filmes de los propios actores, tronchantes puntos de comedia y más de una sorpresa. Eso sí, la motivación altruista/genocida del villano a lo Thanos en 'Vengadores: Infinity War' no acaba teniendo la suficiente trascendencia, como ya ocurrió recientemente en 'Godzilla: Rey de los monstruos'. El conflicto es mucho más global que el de las otras películas y, aun sin tomarse demasiado en serio, el guion no fuerza tanto la verosimilitud y el compañerismo de los protagonistas. En comparación con otros blockbusters, este sabe llevar la trama del metahumano sin meterse en berenjenales ni darte tiempo a pensar (por mucho que se parezca al Octopus de 'Spider-Man 2'), y los protagonistas no se hacen amigos gratuitamente.

Todo esto es lo que dirige la aventura (no tan) en solitario de Hobbs y Shaw, pero la pura gasolina del film es la familia. Esa tónica general de 'Fast & Furious' tan presente en la anterior entrega mueve aquí a cada personaje, cada decisión y casi cada diálogo, desde desencadenar el conflicto hasta ser necesario para cerrarlo. Al rebuscar así en el pasado de cada personaje, la historia abre un universo amplísimo de posibilidades, profundizando en los protagonistas y trazando senderos de relaciones antiguas y posibles colaboraciones y villanos futuros que podrían marcar el porvenir de ¿un nuevo universo cinematográfico? Las constantes ya las tienen: familia, acción y carisma. Más le valdría a Universal seguir llenando de esteroides y dinero a esta saga antes que al mutilado Dark Universe. Mientras esperamos a que eso ocurra y a que la historia de Michelle Rodriguez y compañía termine en 2021 con 'Fast & Furious 10', pueden disfrutar de 'Fast & Furious: Hobbs & Shaw' tanto los espectadores que no hayan conectado con las anteriores películas como aquellos los fieles que seguro agradecerán este soplo de aire fresco tan necesario que puede marcar el futuro de una de las sagas más longevas y dinámicas del cine moderno.

Nota: 8

Lo mejor: la buenísima sensación que deja con la frescura del reparto, la comedia, las referencias y la acción.

Lo peor: Helen Mirren, Idris Elba y (sobre todo) Vanessa Kirby dejan con ganas de más.