Como ya sucedió con 'Feud', FX devuelve a la vida a dos exponentes del arte cinematográfico en una miniserie que cuenta como protagonistas con Sam Rockwell y Michelle Williams. En 'Fosse/Verdon' seguiremos los dieciséis últimos años de vida de Bob Fosse, un cineasta que cambió la forma de ver los musicales de Hollywood y un coreógrafo con un estilo incomparable, y la actriz Gwen Verdon, una de las estrellas más grandes que han iluminado Broadway.
La miniserie de ocho episodios comienza con el rodaje de su primera película, 'Sweet Charity', y su gran fracaso en taquilla, un hecho que hizo que su carrera cinematográfica casi muriese antes de nacer. En esta primera entrega, aparte de ver alguna pincelada de ese dramático momento, asistimos al rodaje de su segunda película, 'Cabaret', sus luces y sombras, lo que le costó llevar a cabo los números musicales como él quería y sus coqueteos con la bebida y las mujeres.
Emociones de cartón piedra
Rockwell construye un personaje sin grandes aspavientos, con poco carisma, que no llega a enganchar lo suficiente como para sentir algún tipo de empatía por él; no es que el actor no brinde una notable interpretación, es que, simplemente, aún no llegamos a conectar con Fosse, a pesar de incluir varios flashbacks sobre su infancia que nos quieren hacer entender algo mejor su comportamiento actual y esa dualidad entre el genio profesional y el hombre adultero y borracho.
Es en esos viajes al pasado donde 'Fosse/Verdon' marca la diferencia: mediante las luces, el sonido y una brillante puesta en escena los flashbacks se incorporan en la historia y dan lugar a secuencias sobresalientes, de una composición técnica exquisita, casi teatral.
La mujer tras el artista
Como si fuese una secuela espiritual de 'La buena esposa', en 'Fosse/Verdon' reivindican lo importante que fue Verdon para el legado de Fosse: en el rodaje de 'Cabaret', él estaba perdido hasta que ella hizo acto de presencia. Su matrimonio era una pantomima, sobre todo, por él; sin embargo, ella se mantuvo a su lado, no solo dándole amor, sino regalándole sus ideas, su talento y sin recibir ningún reconocimiento por ello.
Probablemente la de Williams acabe siendo la interpretación que nos quedemos de la serie, luminosa, con su lado oscuro, contenido, de miradas y sonrisas heladas; a su alrededor, un escenario por el que irán pasando estrellas (maravillosa la actriz que da vida a Liza Minnelli) y números musicales (ojo a la recreación de ese 'Mein Herr') inolvidables para todos.
