El escritor Anatole France dijo: "Sin mentiras la humanidad moriría de desesperación y aburrimiento". Tras mostrar las sesiones de una tenebrosa bella de tarde en 'Joven y bonita' y reformular los valores familiares en 'Una nueva amiga', François Ozon ofrece su mirada más delicada y elegante en un auténtico juego de espejos en el que la redención, la mentira y reconciliación parecen ir de la mano. Realizada como una joya de orfebrería llega 'Frantz', drama histórico protagonizado por Pierre Niney y Paula Beer y que se alzó con el premio Marcello Mastroianni a la mejor actriz revelación en el 73º Festival de Venecia.
La Primera Guerra Mundial ha llegado a su fin, pero eso no ha impedido que Europa haya quedado dividida y los odios y las crispaciones sigan aún latentes en los ciudadanos, especialmente en los alemanes. Cerca de la frontera vive Anna, una joven que va todos los días a llorar sobre la tumba de su prometido, Frantz, que murió durante la contienda. En una de esas visitas, la bella muchacha se encuentra con un extraño joven francés que deja flores bajo la lápida de su difunto novio. El caballero, Adrien, resulta ser un antiguo amigo galo que conoció a Frantz antes de la Gran Guerra. Sin embargo, no todo parece lo que es.
Los escrúpulos de la culpa
Rodada en un magnífico blanco y negro, Ozon parece romper estéticamente con sus anteriores filmes. Sin embargo, la elegancia y solemnidad mostrada recuerdan a '8 mujeres' y 'Swimming Pool'. De hecho, 'Frantz' se trata de su mejor largometraje desde la espléndida 'En la casa' y el culmen de las habituales inquietudes del cineasta, la pérdida del ser amado, la superación del duelo y el uso de la falacia como forma de continuar hacia delante. En ese sentido, el realizador muestra su propio sello, en el que se siente la esencia del creador de 'Gotas de agua sobre piedras calientes' y 'Amantes criminales'.
Aparte, Ozon sabe traer a la memoria el alma antibelicista de 'Remordimiento', el drama dirigido por el gran Ernst Lubitsch en 1932, que a su vez está basado en la pieza teatral 'El hombre al que asesiné' de Maurice Rostand. No obstante, Ozon se aleja de la mirada de Lubitsch para acercar el relato a la suya propia que se torna en el bando derrotado, el alemán. Ahí entra en juego la fuerza interpretativa de Paula Beer, un verdadero descubrimiento. Llamada ya la nueva Romy Schneider, la actriz es contención, dignidad y entrega. Todo mostrado con una innata delicadeza que hace que sea imposible no pensar en la mítica 'Sissi emperatriz'.
La generosidad del alma
Como partenaire de Beer está un magistral Pierre Niney, que vuelve a demostrar porque es el mejor actor de su generación. El intérprete transmite una hipnótica fragilidad, que atrae gracias a su intensa mirada. El galán conquista pero es la heroína la que lleva la batuta del juego amoroso. En medio, está un cúmulo de embustes y medias verdades que provocan que surja un dilema: ¿Es legítima la mentira para poder seguir hacia delante y curar las heridas personales? Una vez más, Ozon deja caer un interrogante para que sea el público el que decida.
Realizada con una majestuosidad que, hasta ahora, Ozon no había mostrado. 'Frantz' es su gran obra maestra, un auténtico juego de espejos donde dialogan el amor verdadero, la mentira piadosa y el miedo a los nacionalismos, tristemente de actualidad lo último. Una grandiosa alhaja que demuestra la transversalidad de uno de los realizadores más arriesgados del panorama europeo. Ozon abre y cierra con grácil elegancia el telón de un relato evocador, libre y sublime. Un gentil canto sobre la libertad, la reconciliación, la alegría y el perdón. Una obra maestra.
Nota: 9
Lo mejor: La fotografía, sus protagonistas, el guión, la realización y el montaje.
Lo peor: Compararla con la versión de Lubitsch, es la misma fuente pero con un sentido completamente diferente.