El mundo de los videojuegos sigue teniendo una relación complicada con el cine. Aunque ya van muchos intentos de adaptar un título famoso a películas o series, muy pocas películas han conseguido el éxito económico, y mucho menos el aplauso de los fans de esas aventuras pixeladas. Quizás la clave estaba no en adaptar un videojuego conocido, sino crear el suyo propio. Shawn Levy, director de la franquicia 'Noche en el museo', y Ryan Reynolds prueban suerte con 'Free Guy', y es sin duda lo más cerca que han estado las películas y los videojuegos de entenderse.
'Free Guy' se centra en Guy, un NPC (personaje no jugable) de 'Free City', el videojuego de moda. En esta especie de mezcla entre el 'Grand Theft Auto' y el 'Fortnite' los jugadores pueden hacer y ser lo que se les antoje, pero Guy no. Guy se levanta cada mañana, saluda a su pez, se viste, desayuna y se va a trabajar al banco donde será víctima de atraco unas cuantas veces al día. Él no sabe que vive en un videojuego, y cree que su vida es perfecta como está. Hasta que se cruza en su vida una jugadora, Molotov Girl (Jodie Comer), de la que se queda prendado y decide salirse de su programación habitual desencadenando toda una serie de sorprendentes situaciones.
Shawn Levy ha demostrado a lo largo de su carrera que tiene mano con las comedias entretenidas que no se toman muy en serio a sí mismas, y 'Free Guy' encaja estupendamente en esta categoría. La película es un disfrute que maneja varios conceptos con bastante buen resultado. Empezando por el tema de los videojuegos, quizás el hueso más duro de roer. La cinta aprovecha un escenario absolutamente delirante para jugar con el humor físico tan exagerado que solo lo podemos creer gracias a que es un videojuego, para llenar la pantalla de estímulos visuales y sonoros, para sorprender con cosas que solo podrían ocurrir en un sandbox como 'Free City' y para rendir homenaje a la cultura gamer. La ciudad (y el largometraje) está plagada de guiños y de dinámicas que cualquiera que haya cogido un mando alguna vez sabrá captar. Quizás al tener la libertad de ser un videojuego "original" a pesar de las claras referencias le ha venido muy bien para que hasta a los jugones les pueda resultar fresco e innovador. Al menos se verán reflejados, cosa que la mayor parte de películas sobre videojuegos no han sido capaces.
Sí que abren algunos de los melones más jugosos que hay en la industria del videojuego como son el crunch (sobreexplotar a los empleados para llegar a la fecha de lanzamiento) o el que una empresa grande fagocite a otra pequeña y haga lo que quiera con sus creaciones. El conflicto del personaje de Jodie Comer en el mundo real es que ella y su compañero Keys (Joe Keery) habían desarrollado un juego indie en mundo abierto con una inteligencia artificial innovadora y está convencida de que Soonami, la empresa capitaneada por Antwan (Taika Waititi), les ha robado el diseño para hacer 'Free City'. Millie juega a 'Free City' empeñada en encontrar dentro del juego la prueba del robo. Esta "heist movie" que se encuentra dentro de 'Free Guy' también funciona como vehículo para que los personajes de Reynolds y Comer se vayan acercando. Los dos tienen química y hacen que la otra película que convive en 'Free Guy', la comedia romántica, también encaje sin problemas en todo el conjunto. De hecho resulta bastante sorprendente el peso que tiene el romance en la película y que a pesar de ser sobre todo una comedia de acción no desentonen para nada los momentos más moñas, aunque el film acabe teniendo un final bastante azucarado.
La bondad es contagiosa
Comer vuelve a sacar una vis cómica estupenda, pero no tiene nada que hacer frente a Ryan Reynolds. El actor vuelve a estar en su salsa con un personaje que básicamente es un Deadpool bien educado. Dicho de otra manera: Ryan Reynolds hace de Ryan Reynolds, pero ese personaje que se creó hace tiempo para sí mismo lo tiene tan sumamente controlado que sabe cuándo y cómo lanzar los chistes para qué funcionen, sabe ser encantador, carismático y un protagonista nato, capaz igualmente de compartir el foco con Comer o con Keery. La historia de Guy, con muchos tintes de 'El show de Truman', da mucho corazón a la película. Guy irá volviéndose un personaje cada vez más complejo y rico a medida que vaya conociendo qué es en realidad el mundo en el que vive y qué significa su existencia. Es muy interesante, además, ver cómo su candidez y su bondad van contagiando a otros personajes y jugadores de 'Free City', poniendo por delante una maravillosa cualidad de muchos videojuegos que es la capacidad de elegir cómo jugar. Y eligiendo jugar bien. La influencia de algo que muchos críticos creerán incapaz de ver en un videojuego es un rayo de luz, un nuevo triunfo de la bondad frente al cinismo. Y cuánto necesitamos historias así.
Cierto es que 'Free Guy' a veces peca de banal con ciertos temas que toca, empezando por la propia crisis existencial de Guy. El asunto de la inteligencia artificial podría dar para todo un capítulo de 'Black Mirror', pero en ningún momento pretende dejarse llevar por la oscuridad o por la complejidad y mantienen siempre un tono jovial y positivo. Shawn Levy sabe perfectamente a qué viene y es a tenernos entretenidos con una trama que se recorre a velocidad de crucero, ideal para todo tipo de público, puede que incluso a los que no sean muy de videojuegos. Lo consigue gracias a sus dos protagonistas y a un plantel de secundarios en los que destacan Joe Keery y un pasadísimo de rosca Taika Waititi, que aparece lo suficiente para que pueda lucir su talento para el humor absurdo y la improvisación pero no demasiado para acabar convirtiéndose en un personaje cansino. Porque Antwan cumple todo el estereotipo de magnate de tecnológicas visto por Hollywood, gracias que está Waititi para darle su toque de locura.
En el apartado técnico la película juega con la ventaja de que al ser un mundo técnicamente pixelado se puede permitir ciertas licencias en pos del humor que en una superproducción de acción de otra índole habríamos mirado con otros ojos. En 'Free Guy' los efectos visuales están lo suficientemente bien integrados como para no sacarnos de la acción, y algunas escenas son lo suficientemente locas como para pasarle alguna que otra "caída de fps". Al igual que ocurre con el humor, el que nos podíamos esperar de un tuit de Ryan Reynolds, la acción cumple con creces el objetivo de hacernos vibrar.
En general 'Free Guy' es la típica superproducción para devorarla una tarde de verano en el cine, rodeados de más gente pasándoselo bien. Sabe darnos lo que queremos, seamos fans de los videojuegos o no. Nos hace reír, nos impacta con su acción y conquista con su cariño, nos deja algún que otro Easter Egg que nos hará gritar en la sala, y en definitiva hace que pasemos un rato estupendo sin mayor pretensión. Pero por desgracia esta superproducción de "típica" no tiene nada porque hace mucho que no veíamos una idea original. En una época de secuelas, reboots y demás productos derivados de otros es algo que hay que aplaudir y ojalá podáis apoyar yendo a verla. Esa frescura, esa ilusión de conocer personajes y escenarios nuevos, por mucho que nos recuerden a otros videojuegos, es tan difícil de encontrar últimamente en el cine palomitero que hay que dar gracias a que Ryan Reynolds se fijara en el guion de Matt Lieberman y viera una historia en la que su sentido del humor podía encajar tan bien. Puede que 'Free Guy' haya conseguido ser una de las mejores películas sobre videojuegos que se hayan hecho (no era difícil). Al menos sí ha logrado ser una de las más divertidas y con más corazón. Puede que la clave fuera tener las ganas de inventar uno.
'Free Guy' se estrena en cines el 18 de agosto.
Nota: 8
Lo mejor: El humor tan Ryan Reynolds. Las infinitas posibilidades de Free City. El homenaje a la cultura gamer. El corazón de la historia.
Lo peor: Los temas más complejos que suelta quedan a medio cocinar. El apartado visual no es fallido, pero podría haber sido mucho más espectacular.