Sin duda, la animación ha sido el refugio para aquel cine que es difícil de narrar con imágenes reales. Títulos como 'Persépolis', 'Adama', 'En este rincón del mundo' o 'Vals con Bashir' supieron mostrar los horrores de la represión de la dictadura o de una guerra de una forma excepcional y personal, logrando transmitir su mensaje de libertad, democracia, redención o reconciliación. En la línea de esas joyas de la animación llega 'Funan', galardonada con el premio Cristal al mejor largometraje en el Festival de Cine de Animación de Annecy.
Año 1975 en Nom Pen, capital de Camboya. Sovanh es un niño de cuatro años que vive con sus padres, Chou y Khuon, y otros familiares, como su abuela, sus tíos y sus primos. Todo parece ir bien, hasta la llegada de la guerrilla de los Jemeres Rojos a la ciudad, que provoca que todos los habitantes sean obligados a desplazarse bajo amenaza de muerte. La familia de Chou será separada y todos serán enviados a campos de trabajo forzado. Pese a la separación, Chou hará todo lo posible por recuperar a su hijo Sovanh.
Un homenaje a las víctimas que no deben ser olvidadas
Para su debut como realizador, Do ha querido narrar una historia muy personal. 'Funan' tiene como referencia en las memorias de su madre, que vivió los horrores del genocidio provocados por el dictador comunista Pol Pot. De hecho, el personaje de Chou está inspirado en ella. Do, que trabajó como animador en 'El techo del mundo' y 'Titeuf, la película', rinde un sentido homenaje a las víctimas de la barbarie de los Jemeres Rojos con un proyecto hecho con sumo respeto pero reclamando justicia y memoria histórica.
Do lleva al terreno personal la historia del asesinato de, según datos de la ONU, entre 1,5 y 2 millones de personas, lo que supuso un tercio de la población del país. El cineasta es elegante pero directo en su denuncia. El filme tiene como base 'La imagen perdida', aclamado filme de Rithy Panh -figura esencial en la lucha por la memoria histórica de lo sucedido, respetado cineasta y superviviente de la masacre- aunque 'Funan' ha querido transmitir el dolor y el horror de lo sufrido a través del más puro sentimiento, acercándose más a 'El pan de la guerra' o 'La tumba de las luciérnagas' que al citado filme de Panh.
De esta forma, Do firma una obra complementaria a 'La imagen perdida', cuya denuncia era más colectiva y, por lo tanto, más contenida (aunque no por ello, menos comprometida con la tragedia que narra). Después está su animación, exquisita en su sencillez, al lograr que su mensaje sea universal. Do sabe muy bien cómo llevar el arte animado a su terreno, logrando mostrar la más fría inexpresividad de los guerrilleros comunistas de Pol Pot, gracias al estilo de animación, que contrasta con las expresiones de los protagonistas.
Una obra maestra de la animación europea contemporánea
Por otro lado, Do elige acertadamente los colores del largometraje, siendo los tonos rojos los que definen el horror y el calvario sufrido durante los cuatro años que duró la dictadura, que contrastan con los azules y los verdes, que simbolizan la libertad. Así como también sabe ser elegante en las escenas más violentas, creando elipsis que dejan bien claro que en su denuncia no caben recreaciones innecesarias o morbosas.
'Funan' es una obra maestra contemporánea, a la altura del cine de Michel Ocelot, Sébastien Laudenbach, Tomm Moore, Marjane Satrapi o Makoto Shinkai. Un filme que honra la memoria de las víctimas de forma elegante, íntima y personal. Una desgarradora joya animada que se ha convertido en uno de los títulos imprescindibles de este 2019, en el que también están otras maravillas como 'Dilili en París' o 'Buñuel en el laberinto de las tortugas', que demuestran que la animación es un forma de expresión artística fascinante y también con una vocación que va más allá del mero terreno comercial.