La adolescencia en el cine ha sido una constante, la difícil transición a la edad adulta ha podido verse de forma más o menos acertada en títulos como 'LOL (Laughing Out Loud)', 'Las ventajas de ser un marginado', 'Juno' o 'La vida de Adèle'. El cineasta canadiense Philippe Lesage, después de mostrar los traumas de la infancia en 'Los demonios', vuelve a traer una película muy personal con 'Génesis', ganadora de la Espiga de Oro en la 63ª edición de la Seminci de Valladolid y que muestra un enfoque desapasionado del primer amor.
Guillaume y Charlotte son hermanastros y ambos viven una época muy complicada de la vida: la adolescencia. Él estudia es un prestigioso liceo-internado solo para chicos de clase alta o media-alta, ella acaba de entrar en la universidad. Él está descubriendo su sexualidad, viendo que el cariño que le tiene a su mejor amigo es algo más profundo que una amistad, ella está teniendo problemas con su novio de toda la vida y ha acabado enamorándose de un chico mucho mayor que ella. Entre sus dos historias surge una tercera, la de Félix, un preadolescente que se enamora por primera vez en el campamento de las vacaciones de verano.
Una mirada desapasionada sobre el primer amor
Antes de ser realizador de ficción, Lesage fue documentalista, algo que puede verse en su forma de filmar, al darle un realismo extraordinario a las escenas que graba. En el caso de 'Génesis', el director depura un estilo que podría catalogarse de objetivo para hablar del primer amor en la adolescencia. Sin embargo, el director le quita cualquier rastro de pasión, como también de optimismo, mostrando el lado más cruel y amargo de ese primer encuentro. Es más, podría decirse que Lesage hace un retrato del primer desamor.
Eso convierte a 'Génesis' es una propuesta diferente a estas primeras experiencias, que sirven de nexo a la vida adulta. Guillaume, interpretado magníficamente por Théodore Pellerin, se da de bruces con la realidad, con la homofobia en la adolescencia y el odio que le tiene la propia sociedad por no seguir los patrones trazados. Lesage es directo, dando una punzada muy fuerte a su protagonista, un joven ingenuo y algo naíf que acaba sufriendo el acoso de compañeros y profesores (la crítica a la imagen de esos maestros de izquierdas pedantes que esconde a un ser manipulador, arrogante y clasista es de aplauso), en ese sentido, el director no se anda con paños calientes, narrando una historia tremendamente dura, que se acentúa al ser contada de forma aséptica y fría,
Por otro lado está Charlotte, que se enfrenta a problemas diferentes pero con el mismo trasfondo desolador. La joven ve que el desgaste de las relaciones con su primera pareja, para después entrar en una fase de liberación que acaba siendo una horrible pesadilla. Si al cineasta no le tembló el pulso para narrar de forma desapasionada el acoso escolar y la homofobia, tampoco le tiembla para mostrar el machismo y, sobre todo, el ultraje del que la joven protagonista acaba siendo víctima.
La otra cara de la adolescencia
En medio de esos retratos amargos, tremendamente realistas y alejados de una mirada cálida y optimista, Lesage deja cierto espacio para la tranquilidad para su tercera historia, que podría considerar un epílogo a los otros relatos, al mostrar cómo el primer amor de una forma más natural, con cierta mirada afable. Quizás sea la metáfora de que las nuevas generaciones también padecerán los estragos del desamor, sin embargo tienen la posibilidad de vivirlo de forma menos tremendista. Por otro lado, pese al tono distante del realizador, se trata de una de sus películas más personales.
Philippe Lesage trae un filme que muestra el camino hacia la edad adulta desde una mirada realista, aunque algo pesimista, muy inusual en este tipo de cine. Con un ritmo pausado, podría catalogarse de lánguido, que provoca una mayor inversión en lo que el director cuenta, 'Génesis' es un notable ejercicio reflexivo sobre cómo la juventud, pese a todo, tiene que experimentar ese primer dolor para poder curtir su piel, de forma que la experiencia les otorgue una mirada más dura para poder enfrentarse a ese tipo de situaciones.
Nota: 7
Lo mejor: La mirada fría que el director pone sobre la adolescencia, lo que convierte a la película en una propuesta diferente.
Lo peor: La coda final es innecesaria y, en cierto modo, desvirtúa el mensaje de los otros dos relatos.
