Antes de hablar de 'Girl', tenemos que poner sobre la mesa una vez más el delicado tema de los personajes trans y los actores cisgénero. Quizá demasiado tarde, la industria cinematográfica va entendiendo las consecuencias que trae escoger a actores cis para dar vida a personajes trans. Paco León lo vivió en la serie 'La casa de las flores' y Scarlett Johansson renunció recientemente a un papel por esta misma razón. Pero el caso de 'Girl' es algo más complicado.
Esta película belga se estrenó con gran entusiasmo en el último festival de Cannes, donde acumuló varios galardones, y ahora es la seleccionada para competir como Mejor Película de Habla no Inglesa en los próximos premios Oscar por parte de Bélgica (y está tremendamente bien situada). La cinta nos habla de Lara, una joven trans de 15 años enamorada de la danza y que vive en conflicto por asumir su propia identidad de género. La persona encargada de dar vida a Lara es Victor Polster, un chico cisgénero, actor y bailarín y que debuta en esta cinta. Según el también debutante Lukas Dhont, director y guionista de 'Girl', el casting se realizó sin tener en cuenta el género, y Polster fue el único capaz de desplegar la excelencia necesaria tanto en baile como en interpretación para meterse en la piel de Lara.
La identidad de género de Polster no tiene nada que ver con la calidad cinematográfica de 'Girl', pero es un elemento imposible de obviar cuando tratamos el tema que estamos tratando. Debemos saber qué estamos viendo. Dicho esto, son los espectadores quienes tendrán que decidir si esta cuestión cambia su forma de enfrentarse a una película que, por lo demás, es una de las representaciones más fieles que hemos visto de la comunidad trans en mucho tiempo.
El rechazo está en el interior
El gran acierto de 'Girl' reside en su forma de abordar el tema. En muchas ocasiones vemos a los protagonistas trans darse golpes contra una sociedad hostil llevando su verdad por bandera para levantarse frente a las adversidades y gritar a los cuatro vientos su verdadero yo. Pero la realidad es que ninguno de nosotros es ajeno a la sociedad, sino que esta también se encuentra bien amarrada en nuestro interior. Y por eso la lucha de Lara en 'Girl' no es contra un mundo que no la comprende, sino contra sí misma.
La protagonista vive en una familia que apoya por completo su transición y la mayoría de las personas a su alrededor no dan demasiada importancia a que Lara sea trans. La transfobia está ahí, claro, ejemplificada en una cruel escena en una fiesta juvenil. Este es el episodio externo más violento que sufre Lara, pero hay alguno más. La joven tiene que soportar discriminación en clase y vive un momento descorazonador cuando su hermano pequeño, en plena discusión, utiliza su deadname (el nombre dado a una persona trans al nacer), Victor, para hacerla daño.
Pero en 'Girl' la violencia que vive la protagonista llega sobre todo desde el interior: se la ejerce ella misma en ese forcejeo de una joven que necesita por todos los medios equilibrar su cuerpo y su mente. Las autolesiones son muy explícitas, desde el uso de esparadrapo para ocultar su pene hasta el sobreesfuerzo físico al que se somete para mejorar como bailarina. El director lleva esta autoviolencia hasta sus últimas consecuencias con una escena en los compases finales de la película capaz de detener el aliento de toda la sala.
Aun así, no todo es físico. Uno de los momentos más sutiles, pero a la vez más esclarecedores, sucede cuando Lara se ducha junto a sus compañeras de baile. Aunque ellas le han asegurado que no tienen problema con que se duche allí, la joven es incapaz de darse la vuelta para mostrar su pecho plano y desnudo al resto.
Dhont no juzga. La película evita condenar a su protagonista por las, a veces cuestionables, elecciones que realiza. La cinta es cruda pero también comprensiva. Lara nos lleva de citas médicas a clases de danza pero el dolor, la culpa y el rechazo a su propio cuerpo siempre están ahí. El reto de 'Girl' es conseguir que el espectador se identifique con un problema tan complejo como este, y lo consigue.
Un reparto entregado a la causa
El otro gran atractivo de 'Girl' es Polster, todo un descubrimiento que se entrega, literalmente, en cuerpo y alma a la tarea de dar vida a la joven bailarina. Apenas necesita hablar para conmover al más incrédulo. Elabora casi en soledad un personaje construido mediante una introspección a veces asfixiante pero que se convierte en una representación muy fidedigna de lo que supone la adolescencia para una persona trans.
El actor nos muestra el interior del personaje de forma casi transparente. Cuando se refieren a ella como mujer, Lara exhibe una sonrisa tímida, fugaz, como si no se creyera con derecho a sonreír. Y en cada una de las pequeñas discriminaciones que sufre notamos cómo el peso que cae sobre ella va creciendo, lento pero seguro. También hay que destacar las secuencias de danza que permiten que Polster brille y sirven a dos propósitos: dar oxígeno a la trama, y dibujar sin palabras el personaje de Lara.
A su lado, el actor belga Arieh Worthalter da vida a un padre empático y abnegado, al que es imposible no comparar con Michael Stuhlbarg en 'Call me by your name'. Mathias está siempre firme para que Lara se apoye en él, no la culpa y en todo momento se preocupa por sus necesidades y sentimientos.
'Girl' puede ser algo sensacionalista y muy desesperanzadora pero también es muy necesaria y a Lukas Dhont no se le puede negar que ha sido valiente a la hora de enfrentarse a un tema como el que ha elegido para su debut. Y no solo sale indemne, sino que nos sumerge en un dolor del que no nos libera ni siquiera cuando aparecen los créditos.
Nota: 8
Lo mejor: Que explora las dificultades que implica ser trans desde el interior.
Lo peor: Puede resultar difícil de digerir.