A Frédéric Tellier le atrae plasmar relatos inspirados en hechos reales en el cine. Lo hizo con su ópera prima, 'El caso sk1', sobre el asesino en serie Guy Georges, que sirvió de referente para su protagonista, un joven policía que investiga un caso similar; rindió homenaje a los bomberos en 'Salvar o morir' y ahora expone la corrupción de los lobbys en el sistema en 'Goliath', inspirado en el escándalo Monsanto, la empresa agroindustrial estadounidense que ocultó a sus clientes los peligros de su pesticida, cuyo principal elemento químico fue el glifosato.
Como sucede con las propuestas de Tellier, aunque tomen como referencia casos reales, el director los convierte en relatos de ficción. Por supuesto, 'Goliath' no es la excepción, situando el caso en Francia. Lo interesante, es que el realizador, quien también firma el guion junto con Simon Moutairou, busca retratar la corrupción de los lobbys y cómo estos pervierten el sistema democrático y cómo se han convertido en uno de los principales problemas del Parlamento Europeo, al ser Bruselas su principal fuente de operaciones.
Tellier opta por realizar un thriller de carácter coral, donde los protagonistas son un abogado que lucha porque su cliente, una granjera cuya esposa padeció un cáncer a consecuencia de los pesticidas de la poderosa empresa agroquímica Phytosanis, los cuales están hechos principalmente por tetrazina; un lobista brillante y ambicioso que trabaja tanto para la agroquímica como para otros sectores industriales con mala fama por ser perjudiciales al medio ambiente y una activista antipesticidas que ve cómo su marido ha desarrollado un linfoma por los herbicidas que utiliza su vecino.
Mientras que el abogado y la activista muestran cómo los movimientos sociales se unen para enfrentarse a ese gigante empresarial, el lobista muestra la otra perspectiva. Es precisamente el enfoque del lobista el que interesa y eleva al thriller, puesto que Tillier plasma sin piedad cómo se gestan las estrategias de los grupos de presión, con las que manejan a altos ejecutivos y también a políticos y otras figuras relevantes; además de crear agresivas campañas de desinformación. A pesar del escándalo de la tetrazina, el lobista protagonista continúa centrado en que el elemento químico no se prohíba a nivel europeo.
Un solvente thriller sobre los lobbys y la corrupción
Es esa campaña política el mayor punto fuerte del thriller, que logra realizar una dura crítica a los estamentos europeos, los cuales cuentan con una menor vigilancia. Cabe recordar que la regulación del Parlamento Europeo tiene un fuerte carácter voluntario. Eso implica que apenas la mitad de los eurodiputados opta por ser transparente con sus reuniones con lobistas. Es más, una de las principales críticas a la UE es la opacidad que existe en lo que se supone que es un congreso elegido democráticamente por ciudadanos de los 27 países que conforman la Unión.
Es ahí donde el film deja en evidencia cómo de fácil es comprar votos para grupos de presión y cómo esto provoca una clara desconexión con el ciudadano europeo. Por otro lado, Tellier no olvida el gran dilema que existe dentro del sector agrario. Sí, los pesticidas son malos, eliminarlos sería lo más lógico. Sin embargo, cada vez se utilizan más para abaratar costes, dado que las producciones ecológicas conllevan mayores gastos, lo que hace que no sea sostenible para la mayor parte de los agricultores.
Su perspectiva política y social convierte a 'Goliath' en un notable thriller. Tellier muestra su habilidad para saber combinar intriga y suspense con la vena más emocional, la de la lucha de los activistas. Por otro lado, muestra también que no es tan fácil enfrentarse a las multinacionales y los lobistas que trabajan a la sombra, lo que implica que, en esa batalla, puede haber victorias, pero también derrotas. Una propuesta que muestra a un cineasta que va creciendo con cada nuevo largometraje.
Nota: 8
Lo mejor: La representación de cómo funcionan los lobbys y la impunidad que existe frente a la corrupción a nivel europeo.
Lo peor: Sus partes más emocionales son excesivamente convencionales.