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CRÍTICA

'Good Omens' hace del fin del mundo una auténtica fantasía

Amazon Prime Video adapta la inabarcable 'Buenos presagios' en una miniserie de 6 horas en la que el propio Neil Gaiman ejerce de showrunner.

Por Luisa Nicolás 31 de Mayo 2019 | 10:00

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Quienes han leído la novela aseguraban que era imposible adaptar al formato audiovisual 'Buenos presagios', la historia del fin del mundo escrita a cuatro manos entre Neil Gaiman y Terry Pratchett hace casi 30 años. El primero en intentar llevar el proyecto a la gran pantalla fue Terry Gilliam, que durante más de una década luchó por este (otro) sueño frustrado que incluía a Johnny Depp y Robin Williams en el casting principal. Sin embargo, y gracias al avance en los efectos especiales y la era dorada del streaming, en Amazon Prime Studio junto a la BBC y con el propio Gaiman como showrunner, se han atrevido a sacar adelante semejante odisea en formato de miniserie de 6 episodios, que se estrenan todos a la vez el viernes 31 de mayo y de la que ya hemos podido ver los tres primeros.

'Good Omens' comienza igual que el inicio de los tiempos, en el jardín del Edén (lo de los dinosaurios es un broma que los paleontólogos aún no han pillado). Crowley (David Tennant) es el demonio encargado de tentar en forma de serpiente a la primera mujer con la manzana prohibida. Aziraphale (Michael Sheen) es un ángel ingenuo que les regala su espada de fuego antes de que sean expulsados del Paraíso. Así empieza la relación de estos enemigos por naturaleza con los humanos y entre ellos, una relación en la que todo es blanco y negro, pero no bueno y malo, porque a lo largo de los siglos la línea entre ambos personajes y conceptos se diluyen. Después de milenios infiltrados entre los mortales, Crowley y Aziraphale le han pillado el gusto a lo mundano: el vino, el sushi, las plantas, las antigüedades o la música de Queen. Por eso, cuando llega la hora del Armagedón, la gran batalla final entre el cielo y el infierno, ángel y demonio unirán fuerzas para detener el fin del mundo y encontrar al joven anticristo, un niño de 11 años que ellos mismos han perdido.

'Good Omens'

Según ha contado Gaiman en repetidas ocasiones, la adaptación de 'Buenos presagios' fue uno de los últimos deseos de Terry Pratchett, el genio tras 'Mundodisco', que murió en 2015 víctima del síndrome de Benson, una rara enfermedad cerebral similar al Alzheimer. Pratchett no pudo verla terminada, pero la serie, que mantiene intactos gran parte de los diálogos de la novela, sale airosa de la difícil tarea de trasladar a la pantalla lo que funciona sobre el papel, especialmente en comedia, donde el ritmo y los tiempos son la base de la carcajada. Ayudándose de una voz en off y un buen repertorio de carteles y transiciones, 'Good Omens' pone en orden los días y las horas que quedan para el fin de mundo con coloridos y mordaces estímulos visuales que la hacen accesible también para quienes no hayan leído en libro. Pero si hay un elemento que hace especial 'Good Omens', es la suerte de asistir al "duelo" interpretativo entre Tennant y Sheen. Por separado, las carreras de ambos actores están plagadas de personajes icónicos en prácticamente todos los géneros posibles. Tennant fue durante 8 años al mejor de los Doctores en 'Doctor Who', el Kilgrave de 'Jessica Jones' y el detective Alec Hardy de 'Broadchurch'. Por su parte Sheen, además de protagonizar 'Masters of Sex', dio la réplica a Helen Mirren en 'La Reina (The Queen)' y nos hizo vibrar en 'El desafío: Frost contra Nixon'. Por separados son imponentes, pero juntos forman probablemente el mejor bromance que veremos este año, un tándem delirante y delicioso de contemplar que realmente parecen llevar juntos toda la eternidad, generaciones y generaciones en tiempos de guerra y paz.

La química entre ambos funciona especialmente bien por la contraposición entre sus personajes. David Tennant es una estrella de rock, muy delgado, con movimientos casi felinos, una especie de Mick Jagger a través del tiempo que cambia constantemente su pelo y su vestuario. Aziraphale, por su parte, es un poco repipi, siempre de blanco y con las maneras y la educación de un auténtico caballero inglés. 'Good Omens' funciona mejor cuando ambos están en escena jugando en equipo con los límites de sus personajes, empujando y retrocediendo en un tira y afloja que evidentemente nace del respeto mutuo y una admiración por el trabajo del otro que traspasa la pantalla. Además, Sheen es especialmente hábil dejándonos atisbar los verdaderos sentimientos del ángel, con sus risas nerviosas y emociones contenidas. Alabado sea el reparto de 'Good Omens'.

'Good Omens'

A la búsqueda del Anticristo se unen Anathema Device (Adria Arjona), descendiente de una bruja, y Newton Pulsifer (Jack Whitehall), el descendiente de un cazador de brujas. Dos subtramas que, desafortunadamente, o al menos hasta el tercer episodio; no funcionan con la misma precisión que la historia principal. Jon Hamm interpreta a un arrogante arcángel Gabriel, un personaje nuevo que no aparecía más que mencionado en la novela y que es la representación de ese jefe (o ese político) que cree tener claro cómo se hacen las cosas que nunca ha hecho y que podría estar dispuesto a sacrificar a toda la humanidad por sus intereses personales. El plantel de secundarios que llevan 'Good Omens' al siguiente nivel de los cameos y las estrellas invitadas incluye nombres de la talla de Nick Offerman, Mark Gatiss, Michael McKean, Miranda Richardson o Mireille Enos.

A través de esta divina historia de amistad y amor entre un ángel y un demonio, seres por naturaleza opuestos, Gaiman refleja con irreverencia y un sutil carácter crítico tanto los sagrados escritos como la sociedad y la política actual, haciendo a Adán y Eva negros y, como muchas ya sospechábamos, a Dios una mujer, una mujer con la voz de Frances McDormand. La voz de Dios, a la que no veremos tomar forma en pantalla, funciona como hilo conductor y narrador omnisciente, con un estilo muy peculiar en la línea de lo que Bryan Fuller ya hiciera en 'Criando malvas'.

'Good Omens'

Con la iglesia hemos topado

El tercer capítulo comienza con una secuencia de montaje en la que repasamos la relación de amistad entre Crowley y Aziraphale, que se forja a través de los grandes hechos Históricos y bíblicos de la humanidad: desde el arca de Noé a la revolución francesa, la Segunda Guerra Mundial o la crucifixión de Jesucristo. Una concepto de reinterpretación de los tiempos que, salvando las distancias, no tiene tanto que envidiar a 'La vida de Brian' o 'Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores', y que en España también puso en práctica José Luis Cuerda en sus comedias de los 90 y finales de los 80. 'Good Omens' no vacila a la hora de cuestionar el credo de la Iglesia católica y burlarse de las contradicciones e incoherencias de sus preceptos.

Además, la influencia de los Monty Phyton se nota también en la cabecera de la serie, una maravilla en forma de animación que recuerda al estilo collage de Terry Gilliam, pero también al imaginario de Douglas Adams y su 'Guía del autoestopista galáctico'. Porque aunque 'Good Omens' no inventa nada nuevo, y tampoco es una serie que vaya a provocar la carcajada más sonora, sus episodios de casi una hora están llenos de ingenio, diálogos perspicaces, reflexiones, diversión y blasfemia. Un cóctel alucinante que no puedo predecir cómo recibirán los fans más puristas, porque la imaginación es un arma y un tesoro muy íntimo; pero que ha nacido para hacernos disfrutar del sacrilegio de su humor británico así en el cielo como en la tierra.

Nota: 8

Lo mejor: La química entre David Tennant y Michael Sheen

Lo peor: Cuando los dos protagonistas no están en pantalla.

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