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CRÍTICA

'Gorrión Rojo': Jennifer Lawrence lo da todo en una película que se toma su tiempo pero no lo aprovecha

Lawrence es la estrella absoluta de una cinta plagada de unos giros argumentales que casi se hacen eternos ante la sorprendente falta de acción.

Por Berta F. Del Castillo Más 2 de Marzo 2018 | 12:25
Creadora de contenido digital y periodista especializada en cine y series. Fan de 'Star Wars'.

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Y con esto no quiero decir que esté especialmente fascinada con la interpretación de una actriz que a pesar de todo es lo mejor de esta película que arrastra los pies mientras se explica un montón para luego no querer que entiendas nada. 'Gorrión rojo' se estructura en torno a la cara de poker permanente de una Jennifer Lawrence con la que cuesta muchísimo empatizar porque no pierde la máscara en ningún momento. Ella va con los malos, los buenos y luego los malos otra vez y los buenos... Y así, pero siempre alzando las cejas lo justo y no dejando ver lo que esconde su corazón ni en los instantes de soledad en los que nadie mira.

 Jennifer Lawrence en 'Gorrión rojo'

Por recordar una película similar, un papel similar y lo que podría considerarse un nivel interpretativo similar entre las propuestas cinematográficas recientes: 'Atómica'. Esta película dirigida por David Leitch arrancaba con una escena en la que Charlize Theron, actriz que daba vida a un personaje mucho menos vulnerable que el de Lawrence, se desnudaba literal y figuradamente para enseñar todo el pesar, el dolor y la dificultad de su mundo de espías. Nada en 'Gorrión Rojo' llega a transmitir a ese nivel porque la intensidad no cambia y las escenas dialogadas se suceden sin parar para no dejar hueco alguno a la acción. A esto hay que unir el esfuerzo por desorientar al espectador, que acaba pasando muchísima factura.

Dominika (Lawrence) ya era dura antes de que su vida diese un vuelco... Pero no tanto. La historia se desarrolla rápido y a la vez muy despacio por lo que en una sola escena debemos despedirnos de la antigua Dominika, una excelente bailarina de ballet que cuando no estaba bailando, se encargaba de cuidar a su madre enferma, para dar la bienvenida a una superviviente que ni sufre ni padece. Ni siquiera vemos calar el horror de ese momento decisivo en la mirada de Lawrence, no puede ser porque ahí ya ha empezado el juego y hay que ir colocando las piezas de una intriga con una cantidad de giros que no debería estar permitida... ¡Qué cosa!

 La escuela de gorriones de 'Gorrión rojo'

Así es como funcionan las películas de espías si, pero se supone que no tienes que "sufrir" cada vuelta de tuerca, la intriga debería hacerse con tu mente e ir dejando migas de pan, sutiles pero no tanto, unas piezas que encajen después de manera limpia. 'Gorrión Rojo' no sabe quién la está viendo y lo peor es que le preocupa un montón por lo que no deja de añadir más y más elementos a lo largo de sus 2 horas y 20 minutos para asegurarse la sorpresa, pero después por si acaso termina sobre explicando todo el cuadro de historia no vaya a ser que alguno se perdiese por el camino.

Y la acción... Si la intriga transmite pesadez a veces la acción ayuda a aligerar el ritmo, ese era uno de los puntos más que positivos de 'Atómica', cinta que en cierto modo comparte el pecado de los cambios de dirección excesivos, pero sabía "despertar" al espectador con unas escenas de acción dignas de dejarse las manos aplaudiendo. ¿Con qué compensa 'Gorrión Rojo'? Con algún instante explícito y mira no, no es lo mismo. Encima duele en su brutalidad pero tampoco tanto, muy en la tónica de la tierra de nadie en la que parece moverse 'Gorrión Rojo' en todo momento.

 Jennifer Lawrence y Joel Edgerton en 'Gorrión rojo'

Aspiraciones y un objetivo poco claro

'Gorrión Rojo' parece querer huir del corsé de los blockbusters pero atraer al mismo público. Quiere tirar de conversación como si allí se ocultase el secreto de la profundidad, compensando después con sangre. También quiere sacar partido a los talentos de Lawrence pero realmente solo deja cancha a su belleza la mitad de las veces... Y así. Hay un montón de personajes y la mayoría te van a dar lo mismo y además alguno sobra tan claramente como que el peso de la película tenía que haberse aligerando de la misma forma que se tiran trastos por la borda cuando un barco se está hundiendo.

Eso sí, en ciertas escenas la apuesta de Lawrence por no cambiar apenas el gesto te conquista porque la fuerza viene de otro sitio. Y es que esta actriz sabe sacar potencia de un castillo de naipes mucho más que inestable. Así la idea de aprovechar su físico como ventaja en un mundo muy masculino no funciona únicamente porque lo suyo sea un cuerpazo, sino por la actitud que proyecta más allá de esa decisión de dirección, porque claramente esto es cosa de Francis Lawrence, de no cambiar el gesto ni aunque tu vida dependa de ello, porque efectivamente, lo hace. Que sí, que en concepto está bien pero... Un poco de quitarse la máscara en soledad se echa muchísimo de menos.

Nota: 6

Lo mejor: La solo-un-pelin más que correcta Lawrence, la única constante a lo largo de la cinta.

Lo peor: Que aligerando la trama y metiendo alguna escena de acción se habría arreglado, y da rabia.