Después de la sórdida 'El amante doble', François Ozon muestra su lado más serio y comprometido con 'Gracias a Dios', Gran Premio del Jurado en el 69º Festival de Berlín, que viene avalada por el público y la prensa francesa, por denunciar públicamente el caso del padre Preynat, uno de los más polémicos surgidos en Francia, al haber sido acusado de abusar sexualmente de más de 70 niños entre los años 80 y 90. Un caso que llegó a afectar a Philippe Barbarin, arzobispo de Lyon, condenado a seis meses de prisión por encubrir los casos.
El filme da voz a las víctimas del padre Preynat. En este caso, Ozon, que en busca de una película sobre la fragilidad masculina encontró la plataforma de la Palabra Liberada, en la que las víctimas se unieron para llevar al religioso pederasta ante la Justicia. El cineasta opta por narrar el filme desde tres perspectivas, que al final se convierten en un juego de espejos en el que la denuncia social es muy explícita. Primero se inicia con Alexandre Guérin, católico practicante, que intenta que la propia institución eclesiástica condene y aparte a Preynat. Después pasa al enfoque de François Debord, ateo convencido, que decide llevar a la prensa el caso para que no quede impune. Por último, Emmanuel Thomassin, que representa a las víctimas que procedían de familias humildes o con pocos recursos.
Un filme que da voz a las víctimas
Cada relato muestra la transversalidad de la perversión de Preynat y cómo tejió una auténtica tela de araña para engatusar a sus víctimas y sus progenitores. No obstante, Ozon es muy sobrio en la realización, como también en el guion. De forma aséptica, opta por darle la voz completamente a los damnificados, ellos llevan el curso de la trama, sus vidas, sus historias.
Con lo cual, se está ante la película más impersonal de Ozon, 'Gracias a Dios' carece del sello autoral del cineasta, brilla por su ausencia esa parte provocadora y polémica propia del realizador que pudo verse en 'Gotas de agua sobre piedras calientes', '8 mujeres' o 'Joven y bonita'. Es más, tampoco se acerca a la visión personal sobre las mentiras o el autoengaño, que también supo reflejar en las más contenidas 'Bajo la arena' o 'Frantz', aunque tiene destellos de su cine cuando plasma la relación familiar del primer protagonista, Alexandre, con sus padres.
Sin embargo, Ozon ha optado por esa vía de forma intencional, al abordar la película un tema muy espinoso, un caso real que todavía está pendiente de resolución judicial. El cineasta crea una película de fuerte denuncia social en la que se retrata un sistema viciado y corrupto, en el que la Iglesia Católica ha escondido tanta suciedad bajo la alfombra, que acaba impregnando toda la sala de inmundicia. Eso sí, la cinta evita la brocha gorda, al mostrar que la fe no tiene culpa de las malas praxis de aquellos que, supuestamente, la defienden.
Ozon firma un filme sobrio y elegante
Ahí está el principal mensaje de una película elegante y académica en su ejecución, que funciona gracias al fuerte compromiso de Ozon con las víctimas, que aparecen representados con respeto y cariño por los actores. Melvil Poupaud, Denis Ménochet y Swann Arlaud se entregan completamente a sus personajes, mostrando esa fragilidad masculina que buscaba Ozon para su película, reflejando las devastadoras consecuencias que dejaron los abusos sexuales en sus vidas.
'Gracias a Dios' puede ser la película más impersonal de Ozon, pero también es una de las que más claro tiene su alegato. Un filme que honra a las víctimas, que denuncia la impunidad de los actos y que deja un mensaje muy claro: un pedófilo no es un enfermo, sino un criminal y, como tal, debe enfrentarse a la Justicia. Teniendo en cuenta su argumento, se está ante uno de los largometrajes más irreprochables del cineasta francés.
Nota: 8
Lo mejor: Su mensaje contra la impunidad en los delitos de abusos sexuales, especialmente los perpretados por miembros de la Iglesia.
Lo peor: Viniendo de Ozon, hubiera sido más deseado estar ante una película más cercana a 'El club' de Larraín que a 'Spotlight' de McCarthy.