El cineasta y documentalista ruso Viktor Kossakovski siempre ha mostrado una delicadeza y un mimo en todo aquel relato que narra, haciendo alarde una belleza visual que es la que, realmente, habla, pues el realizador prefiere que sean las imágenes las que expresen el mensaje de sus largometrajes, tal y como puede apreciarse con 'Gunda', mostrada en la sección Encuentros de la 70ª edición del Festival de Berlín y candidata al galardón al mejor largometraje documental en los Premios del Cine Europeo.
Hay un elemento a tener muy presente en 'Gunda', Kossakovski tiene unas intenciones muy claras con su filme, concienciar y provocar que la gente deje de consumir carne. Sin embargo, el cineasta busca evitar caer en la propaganda ni en mensajes moralistas. Ahí surge es donde se aprecia cómo un largometraje, consciente de su mensaje e intenciones, se limita a expresar lo que busca exponer sin cargar las tintas. Aquí se puede ver la mano del director y su sello, al decidir que sean las propias imágenes las que lleven su historia.
Y así surge un largometraje excepcional, tremendamente bello y con una mirada humanista sobre la realidad de lo que Kossakovski evita plasmar secuencias polémicas, huyendo de la clásica mirada hacia el matadero para busca concienciar. No, Kossakovski apuesta por el cariño y mimo de lo cotidiano, a través de Gunda, una cerda que cuida de sus lechones, así como también de sus 'vecinos', que son gallos, gallinas y vacas. Kossakovski pone el ojo en aquellos animales que quiere conservar, dándoles a ellos la voz y el rostro, siendo ellos los protagonistas plenos.
Un sublime documental que evita caer en la propaganda fácil
A ello hay que sumarle un espléndido blanco y negro. Para evitar recrearse en la belleza rural, Kossakovski optó por este estilo, para que el público pudiese enfocarse más en los animales protagonistas, en sus expresiones, en sus miradas. De esta forma, el documentalista logra que el público empatice con estas criaturas, cuyas vidas giran entorno a hábitos cotidianos. Eso no evita que Kossakovski quiere señalar cuál es el destino de cada uno de estos animales. Es más, su propio hábitat, una granja, recuerda que fueron criados para ese propósito.
Y es ahí donde Kossakovski deja al público que reflexione sobre su relación con el consumo de carne. Evidentemente, el director busca que Gunda sea el ejemplo de otros muchos puercos. En una entrevista para varios medios, el propio Kossakovski habló de los "cientos de millones de cerdos" son sacrificados para su consumo, así como también de los "mil millones de terneras y 20.000 millones de pollos" que acaban en el mismo destino.
Aunque su objetivo -fuera de la película- es que todos terminen abrazando el veganismo, lo que hace que 'Gunda' sea un magnífico documental es que su director no carga las tintas, dejando que las propias imágenes hablen y dándole libre albedrío a los espectadores para digerir como consideren lo que han visto. Es ese punto el que alza a la cinta a otro nivel y lo que logra que sea ejemplo del magnífico estado en el que se encuentra el género documental en los últimos años.
Nota: 8
Lo mejor: La cerda Gunda y la hermosa fotografía de la cinta.
Lo peor: En el fondo, Kossakovski no es realista con su documental.