A Contracorriente Films estrena el viernes 27 de abril 'Hacerse mayor y otros problemas', la nueva película de Clara Martínez-Lázaro con un reparto de la talla de Silvia Alonso, Bárbara Goenaga, María Esteve y Vito Sanz. Se trata de una comedia que pretende ofrecer una crítica sobre las imposiciones de la sociedad sobre las mujeres. El instinto materno es algo de lo que todos hablan, ¿pero qué significa realmente? Significa que las mujeres sentimos la obligación de tomar decisiones sobre la maternidad desde que somos muy pequeñas, no tenemos ni 3 años, pero ya poseemos un montón de bebés meones, un carrito y una cocinita en miniatura. ¡Pero si apenas sabemos abrocharnos los zapatos! Es por eso que se agradece mucho la utilización de voces femeninas como la de Clara Martínez-Lázaro que hablen de la presión a la que nos somete la sociedad: ¿Y si no quiero ser madre? ¿Y si quiero serlo? ¿Por qué quiero serlo? ¿Tengo que parar toda mi vida para no ser una madre demasiado mayor? ¿Cuándo es demasiado tarde para ser hijos? Estas y otras dudas son las que esperan obtener cabida en 'Hacerse mayor y otros problemas'.
La película presenta la historia de Emma (Silvia Alonso), una trabajadora de una tienda de juguetes que es bombardeada continuamente con la presión de la maternidad. A sus 30 años y, tras abandonar el piso que compartía con uno de sus amantes, Emma comienza a sufrir una crisis vital que la obliga a escucharse mejor de lo que había hecho hasta entonces (aunque lo cierto es que nunca queda claro si sabe perfectamente lo que quiere en su vida o anda verdaderamente perdida). Lo único que tiene claro es que la maternidad no es para ella, no se lleva bien con los niños, lo que se hace aún más evidente en las escenas que se desarrollan en la tienda de juguetes. En contraposición, tenemos a su amiga Lola (Bárbara Goenaga) que encarna el estereotipo de niña pija de familia acomodada que sueña con tener hijos y formar una familia. Lola se encuentra en un momento de crisis con su pareja que espera que se solucione con la llegada de un bebé cuyo embarazo hará que la vida de Emma de un giro de 180º. Emma conocerá de esta manera a Martín (Vito Sanz), que encaja perfectamente con la cara más infantil de la protagonista.
Lo que intentaba con esta película Clara Martínez-Lázaro está claro: contar la experiencia de las mujeres durante la crisis de los 30 y de la presión que supone la imposición de la maternidad que viene de la mano con la educación cultural. Además de hablar de las importantes incógnitas que le deparan a las mujeres sobre la experiencia del parto y lo que significa verdaderamente para ellas la idea de ser madre. El planteamiento de la película no solo resulta interesante sino que es un debate necesario en el momento actual: ¿es la maternidad lo que hace a la mujer? ¿Está ser mujer necesariamente ligado a la experiencia de ser madre?
Cuando nos enfrentamos a un comedia debemos tener en cuenta que este género tiene unas particularidades de las que otros géneros carecen. Como en cualquier película, es importante lograr que el espectador entre dentro de tu juego narrativo. Para reírnos de un personaje debemos establecer cierta distancia con este, pero cuando se trata de reírnos con él la cosa cambia y necesitamos la identificación. Al intentar acercarnos a los personajes de 'Hacerse mayor y otros problemas' surge cierto choque que impide que sintamos conexión alguna. Prototípicos, raros, inadaptados, cómicos, ejemplares o solitarios. La película no logra que el mensaje cale, no consigue hacernos entrar en el mundo que se ha creado y genera cierto distanciamiento e incluso hasta rechazo hacia lo que se está contando. El problema no se encuentra tanto en que los personajes no representan a personas del mundo real, sino a cómo se representan esos mismos personajes.
La comedia siempre ha echado mano de los estereotipos, es inevitable que se haga uso de estos cuando se trata de hacer reír con una comedia pura. Porque sí, puede que lo que esté contando la película sea una drama existencial, pero lo hace siempre desde el uso de las herramientas del lenguaje cómico. No es ese tipo de comedia que entre carcajada y carcajada te deja un dolor en el pecho que te hace replantearte tu vida de cabo a rabo, sino que busca la carcajada fácil. La comedias pueden utilizar su propio lenguaje para producir todo tipo de emociones, la dicotomía entre querer llorar y soltar una carcajada o el uso del alivio cómico en un película de terror. Este género cinematográfico puede tenerlo todo y este caso parece que está vacía. En cierta manera, parece que podrías encontrarte algo distinto, pero es exactamente igual a todo lo que ya has visto antes. En los primeros minutos de metraje estás deseando ver como todos los estereotipos que presenta se dan la vuelta sobre sí mismos para realizar una crítica, pero ese momento no llega nunca. La pija sigue siendo la pija, la lesbiana sigue siendo la lesbiana, la gorda sigue sigue siendo la gorda. Me atrevería a decir que no solo es que lo sigan siendo, sino que también es lo único que son. Los actores y actrices han utilizado su intuición durante el rodaje y creo que, en este caso, no ha sido suficiente.
Cuando hablo de este tema me es imposible pasar por alto el tipo de representación que se hace de las minorías dentro de la trama y siento decir que solo hay una palabra que se me viene a la mente: nefasta. ¿De qué sirve una historia sobre mujeres si la gran mayoría del tiempo hablan solo de lo mucho que se odian unas a otras? El papel de Violeta (María Esteve), la némesis, está creado especialmente para llevar al conflicto a las dos protagonistas femeninas. No tengo nada en contra de una buena aparición dramática, pero ya estoy cansada de que a las mujeres se las presente continuamente como rivales. Huele a podrido. La película no la ha financiado Intereconomía, ¡basta ya de humor rancio!
Los estereotipos
El problema que acompaña al personaje de Violeta no sólo reside en que ejerza el papel de pija de barrio que viene a robarte a tu mejor amiga, sino que además decir que es lesbiana y está enamorada de Lola sirve como argumento final para que el personaje de Emma ponga a todo el mundo en su contra. Violeta está creada para ser odiada por los espectadores sin embargo es uno de los personajes que más despierta mi atención, haciendo que me quede con ganas de saber qué es lo que tiene que contar. Retomando el tema de la representación nos topamos con un personaje sin nombre, la lesbiana, que lleva la camisa a cuadros de la que Emma ya había sido advertida. Evidentemente (y estoy siendo irónica) este personaje siente atracción por Emma invadiendo su espacio de forma agresiva. Siendo realistas, las lesbianas tienen otra serie de preocupaciones y motivaciones en su vida más allá de interesarse en su amiga heterosexual, a ver si nos damos cuenta. Por último, el personaje de Mariona Terés es rápido de analizar, la única mujer con un físico no canónico del reparto acapara la escena durante unos segundos para hacer el chiste de gordas pertinente y desaparecer tan rápido como había aparecido.
El planteamiento de la película desea con todas sus fuerzas hablar de si la vida que tienes es la que te gusta o de si has abandonado tus sueños por intentar cumplir las expectativas de la sociedad y de aquellos que te rodean. Estoy bastante segura de que esta película nace con un gran número de ideas originales que es necesario representar desde el punto de vista femenino. El problema está en que esas buenas sensaciones que ofrece el argumento inicial no están bien llevadas a la pantalla. Emma posee todas las dudas y todas las certezas que hemos sufrido cualquier mujer, está lista para que la amemos y tiene algo que contar. No hay nada de malo en querer ser madre y es realmente importante que estas narrativas surjan en el cine, pero debido a la construcción inicial del personaje la sensación del espectador es de mareo. No sabemos si Emma cambia finalmente de opinión respecto a la idea de ser madre (lo que todo apunta a que sí) y no parece que eso favorezca a la crítica que aparentemente se quería hacer en un principio. Este es otro de esos casos en los que una buena idea se pierde en sí misma y acaba mal ejecutada.
Nota: 5
Lo mejor: El momento robo entre Martín y Emma, sencillamente desternillante.
Lo peor: ¿Dónde está la crítica social?