Quizás para el espectador contemporáneo el nombre de Dag Hammarskjöld le sea desconocido, pero se trata de una figura histórica ampliamente reconocida tanto en su Suecia natal como en otros países escandinavos, así como en expertos en diplomacia internacional, al ser secretario general de la ONU y recibir el Premio Nobel de la Paz, a título póstumo. Dado el halo de misterio en el que estuvo envuelta su vida, así como las teorías que existen sobre su fatídica muerte en Rodesia del Norte, actualmente Zambia.
El danés Per Fly se atreve a narrar sus últimos meses de vida en 1961, justo antes de que su avión en el que viajaba para mediar en el conflicto de Katanga en la actual República Democrática del Congo. De ahí, que ruede 'Hammarskjöld. Lucha por la paz' en la que Mikael Persbrandt se mete en la piel del reconocido diplomático en un thriller que ahonda en las altas esferas de la política y la diplomacia internacional y que sabe crear un astuto retrato del secretario general.
Referente para sus sucesores en el cargo, sólo Kofi Annan obtuvo tanto reconocimiento institucional e internacional (así como un Nobel de la Paz). En ese aspecto, Fly, quien firma el guion junto con Ulf Ryberg, configura un cuidado relato en el que su faceta profesional tiene una especial prevalencia y en la que muestra cómo su perfil de estadista y carácter aparentemente gélido van resquebrajándose y cómo termina siendo víctima de un complejo de salvador.
Tributo al legado de un diplomático que murió por la paz
Hammarskjöld fue uno de los principales mediadores de la descolonización de África. Sin embargo, no supo gestionar este proceso y eso se ve reflejado en cómo la Crisis del Congo terminó llevándolo a su fatal destino. A pesar de estar a favor de la descolonización en África, se ve que no supo darle el apoyo suficiente a Patrice Lumumba, quien fue el primer primer ministro del país en ser elegido democráticamente y quien fue asesinado en enero de 1961 tras ser derrocado un año antes.
La cinta sabe crear escenarios diferentes, entre los burócratas de la ONU, con unos escenarios impecables y que hacen gala de un notable diseño de producción y dirección artística, obra de Niels Sejer y Thomas Gubb; así como de un impecable vestuario, confeccionado por Karen Fabritius Gram y Pierre Vienings. Tras ello, buena parte de la cinta está ambientada en el Congo, en la que se siente ese ambiente de opresión y peligro constante.
En este apartado donde se siente más el espíritu de thriller de la cinta, en la que se ven los tentáculos de la Guerra Fría y cómo ésta influyó en el proceso de descolonización de África y de cómo los intereses de los antiguos países colonos, en este caso Bélgica, contribuyeron al conflicto. En ese aspecto, la cinta es un notable thriller político, en el que se logra destacar las luces y sombras de un auténtico estadista.
Un cuidado thriller político e histórico
El film sí que se toma más licencias en lo referente a otros aspectos de su vida. A pesar de nunca haber reconocido ser homosexual, se da por hecho que así fue (hay documentos históricos que así lo aseguran) y surge aquí la figura de un antiguo amante que le inspiró su pasión por la poesía. Dado que históricamente está asumido que fue secretamente gay, esta licencia artística permite humanizar a un personaje del que era complicado abordar una faceta personal que el propio Hammerskjöld se empecinó en esconder (lógicamente, dada la realidad del momento).
Ese apartado realza un thriller eminentemente político, en el que Fly opta por elegir el relato de su prematura muerte fue debido a la amenaza de otros agentes internacionales que reflejaron el complicado escenario de la Guerra Fría. Mención a la aparición estelar de John F. Kennedy, quien es interpretado por Caspar Phillipson, quien lo encarna por tercera vez tras 'Jackie' y 'Blonde' y que muestra una afinidad interesante por el rol, de forma similar a la que tenía Michael Sheen con Tony Blair.
'Hammarskjöld. Lucha por la paz' es un correcto thriller de espionaje y un cuidado biopic que utiliza las narrativas convencionales del género para rendir tributo a un estadista que terminó dando su vida por aquello en lo que creía. Con la interpretación sublime de Mikael Persbrant, también logra ser un retrato de una figura LGBT que, tristemente, quedó enterrada en la memoria por la época en la que vivió.