Todos nos acordamos de esa cariñosa y risueña niña de unos cinco años que vivía con su abuelo y corría por los Alpes disfrutando de la naturaleza, el aire puro y los animales. Sí, estás pensando bien y estamos hablando de 'Heidi'. Volvemos a encontrarnos con ella después de muchos años y en esta ocasión, Heidi cobra vida.
Puede que los numerosos remakes o adaptaciones de historias que ya hemos visto anteriormente lleguen a cansarnos este último año y seamos reacios a ir a las salas a ver este tipo de historias. Pero muchas veces, podemos llevarnos sorpresas como en este caso. El primer fotograma que aparece en pantalla deja prendado al espectador y disfrutando de una historia que aunque conozcamos al dedillo, descubre cosas nuevas.
Los colores verdes de la hierba que cubre las laderas, el azul del cielo, las nubes blancas y también el blanco de la nieve de la cima de las montañas resaltan por todas las esquinas y en todos los fotogramas que bien podrían servir como fotos. Ninguno de estos colores pasa desapercibido y es difícil no percatarse y quedarse alucinado con ellos. Matthias Fleischer dispone los elementos y los colores en la pantalla de una manera excepcional.
Los más y los menos de los personajes
Alain Gsponer, su director, ha sabido llevar al cine la historia escrita por Johanna Spyri. Gsponer ha sabido filmar los momentos clave de la historia y darles un toque diferente. Con un ritmo rápido y dinámico hasta llegar al segundo tercio en el que Heidi se traslada a Frankfurt con la familia Sesemann donde conoce a Clara (Isabelle Ottmann). Desde la mitad de esta segunda parte la cinta comienza a perder dinamismo e interés ya que el personaje de Clara es retratado como el de una niña caprichosa y adinerada que consigue todo aquello que quiere. En una de las escenas finales, Pedro podría llegar a representar al público cansado de la actitud de la nueva amiga de la protagonista.
En cambio los personajes de Heidi y Pedro son todo lo contrario y llegan a ser los favoritos del espectador llegando a eclipsar a los adultos que conforman el reparto. Heidi interpretada por Anuk Steffen es capaz de llegar al corazón y hacer que nos pongamos en su lugar. Podemos llegar a sentir en nuestras propias carnes los sentimientos de la pequeña cuando nadie puede hacerse cargo de ella. Que por sorpresa es capaz de no sentir rencor hacia nadie. Quirin Agrippi, es el encargado de dar vida a Pedro, el amigo de Heidi y con el que pasará el tiempo sacando a las ovejas por las montañas de los Alpes (sí, copito de nieve también está en la película). A su corta edad saben cómo dirigir un filme y llevar al espectador por las distintas escenas.
El clásico e icónico personaje de la señorita Rottenmeier interpretado por Katharina Schüttler, recuerda a aquella que conocimos en la serie japonesa. Una institutriz que tras ocuparse de la refinada Clara debe tratar de enseñar modales a Heidi, que se preocupa más por divertirse y explorar la nueva casa en la que vive que de ensuciarse los vestidos y comer con cubiertos. Aún así la rigidez del personaje se pierde en algún momento, cosa que se agradece, y llega a ser protagonista de uno de los momentos más divertidos de la película.
Otro de los clásicos personajes que no podían faltar es el abuelo. Ese cascarrabias "viejo de las montañas" que se muestra reticente a cuidar de su nieta pero que la convivencia con la pequeña irá raspando las capas superficiales del abuelo llegando a formar un equipo perfecto. Uno de los personajes que echamos en falta es Niebla, el enorme perro que acompañaba al abuelo de Heidi y a esta en los dibujos animados.
La nueva 'Heidi' no supone una gran sorpresa para aquellos que hayamos visto en algún momento la serie de dibujos creada por Isao Takahata pero logra emocionarnos y rememorar aquellos años en los que nos evadíamos del mundo y nos trasladábamos con Heidi, Pedro y Clara a los Alpes suizos. Una apuesta segura que hará emocionar a los mayores y disfrutar a los más pequeños que podrán salir de la sala con una nueva amiga.
Nota: 6
Lo mejor: La fotografía limpia y clara que no se pierde en ningún fotograma.
Lo peor: La segunda parte llega a hacerse pesada y difícil de soportar.