Después de ganar un Oscar por el guion de 'American Beauty' y tras levantar cinco temporadas de 'A dos metros bajo tierra', una de las series más aclamadas de las últimas décadas, Alan Ball descansó. Lo hizo trabajando: creó 'True Blood', el fenómeno de audiencias que nadie habría esperado de HBO. Una ficción de vampiros, hombres lobo, sexo y cliffhangers que le hizo probar a la cadena de cable un mordisquito de la jugosa sangre del éxito que ahora bebe a raudales con 'Juego de Tronos'.
La primera era una dramedia centrada en los Fisher, una familia que regentaba una funeraria mientras intentaba darle sentido a lo que viene antes de la muerte. Las muchas diferencias entre este melodrama profundo, escrito e interpretado con una exquisitez que hizo Historia de la televisión, con el divertimento alocado veraniego que fue la serie protagonizada por Anna Paquin hizo que muchos nos planteáramos quién es realmente Alan Ball.
Ahora Ball vuelve a HBO, cuatro años después del final de 'True Blood', para crear 'Here and Now', cuyo primer episodio llega este lunes 12 de febrero a la plataforma española de la cadena. Y con ella, parece que el guionista estadounidense quiere demostrar que las dos facetas son compatibles.
El piloto de su nueva serie es, en su mayor parte, una especie de remake de aquel culebrón existencialista que protagonizaban los Fisher. Y Dios sabe que lo digo como algo positivo: cualquier cosa que sueñe con aspirar a parecerse a 'A dos metros bajo tierra' es digna de agradecimiento.
Aquí no hay negocio casero, lo que diferencia a estos personajes es lo diversa que es la familia. Un matrimonio que entra en los últimos años de la mediana edad, interpretado por Tim Robbins y Holly Hunter, y que formó su familia adoptando a tres niños de Somalia, Vietnam y Colombia, que ahora tienen entre los treinta y pico y los veinte. Luego tuvieron una hija biológica, la única blanca de los cuatro, que tiene 17 años.
Es decir, más que familia, son un anuncio de Benetton, un chiste que uno de los personajes dice en el piloto. Eso es lo que salva a 'Here and Now', en un principio, de convertirse en una parodia de sí misma: que es autoconsciente.
El patriarca, Greg, es filósofo y profesor de universidad; la matriarca, Audrey, es una psiquiatra retirada que anda por ahí analizando a todo el mundo. El hijo mayor, Duc (Raymond Lee), se autodenomina "arquitecto emocional", una especie de coach que enseña a sus clientes a vivir el momento. La mediana, Ashley (Jerrika Hinton) es una fotógrafa de moda casada con un republicano (que dejó de serlo cuando Trump llegó al poder). Los dos hijos menores, Ramon (Daniel Zovatto) y Kristen (Sosie Bacon), aún se están buscando a sí mismos. Él está más preocupado en flirtear con el camarero de su cafetería preferida y ella combina las clases del instituto con hacerse pasar por otra chica más guapa en Facebook.
En el primer episodio vemos ingredientes que nos suenan familiares a varios niveles. El choque generacional entre la hija pequeña y la madre, un tira y afloja constante, recuerda a las conversaciones entre Ruth y Claire Fisher. Hay un hijo gay, aunque ahora, casi dos décadas después, no se esconde como lo hacía David Fisher. Hay un marido infiel; un evento familiar al que uno de los hijos acude colocado y otro invita a una pareja que acaba de conocer.
En algún momento, da la sensación de que estamos viendo 'A dos metros bajo tierra' en la era de los smartphones y las redes sociales, y Ball es tan consciente del peso de su obra mayor que añade un guiño directo. El best-seller por el que Greg, el personaje de Tim Robbins, es conocido en todo el mundo, y que enseñó a muchos a vivir con optimismo y felicidad, tiene en su portada un árbol en medio de un campo, la imagen que podíamos ver en la cabecera de aquella primera serie. Greg cumple ahora 60 años, los mismos que Alan Ball, y atraviesa una crisis existencial por la que ha dejado de creer sus propias enseñanzas. Es como si el guionista quisiera renegar de su legado, pero revisitándolo.
Está claro que 'Here and Now' nace "aquí y ahora" por una razón: es una serie que quiere retratar las contradicciones del Estados Unidos que cambió Obama por Trump, que permite delitos de odio en su seno y se enriquece de explotar otros países. Todos esos temas se van viendo en sus primeros episodios, y nunca de forma delicada y sutil. Hay una escena en la que las dos hermanas, una blanca y otra negra, se enfrentan a un control policial. La misma agente de policía le ríe las gracias a la joven Kristen y humilla y maltrata a Ashley en un montaje paralelo que subraya con un trazo demasiado gordo un tema ampliamente discutido en la cultura estadounidense en los últimos años.
En su empeño por retratar un nucleo social multirracial, intergeneracional y diverso sexualmente, 'Here and Now' se vuelve, por momentos, y muy dolorosamente, en una serie algo ridícula. Un personaje se declara célibe, otro es un niño de género fluido que quiere adscribirse al islamismo, una clase de adolescentes discute con elocuentes argumentos sobre el patriarcado y los privilegios de las clases altas y blancas. Un grupo de estudiantes blancos quiere reunirse para celebrar su propia raza, lo que acaba en altercados y amenazas. Alan Ball sigue teniendo talento para radiografiar a la sociedad estadounidense, algo que incluso hizo con las tramas más políticas y sociales de 'True Blood', en la que los vampiros "fuera del armario" representaban minorías reales como el colectivo LGTB+. Pero lo mucho cansa, y aunque los personajes se ríen de sí mismos y de su aparente progresismo, la autoconsciencia no compensará en 'Here and Now' si sus tramas no saben evolucionar a tratamientos más profundos y originales. Una serie familiar que gasta sus primeros episodios con argumentos tan manidos como "tu primera ETS" tiene mucha maniobra de mejora.
Y no hemos entrado al punto más controvertido. Porque al final del primer episodio, Ramon, el veinteañero de ascendencia colombiana, tiene unas visiones algo ambiguas. No sabemos si es un brote psicótico o una experiencia paranormal, y parece que esa duda será una de las características centrales de 'Here and Now' mientras el resto de integrantes de la familia van recibiendo señales parecidas. Llega un momento en el que te preguntas qué está pasando, y más importante, qué nos intentan contar.
Quizá es que la serie se tiene que encontrar a sí misma, o que Alan Ball quiere jugar con nosotros, como lo hizo Damon Lindelof con 'The Leftovers', dejando siempre espacio para que el espectador interpretara los acontecimientos a su parecer. De una forma u otra, 'Here and Now' nos pide paciencia. Lo que indica que no será el nuevo fenómeno de audiencias de HBO.
Un buen reparto que sujete todo esto
Razones para quedarse, al menos una temporada, hay de sobra. Mientras descubrimos si 'Here and Now' quiere parecerse a 'A dos metros bajo tierra' o a 'True Blood' (o a las dos a la vez, quién sabe), los protagonistas tienen el suficiente carisma y la suficiente química como para que queramos quedarnos a vivir con esta familia durante un tiempo.
La madre interpretada por Holly Hunter es un modelo de mujer diferente al que interpretaba Frances Conroy, esa Ruth Fisher inolvidable, pero la protagonista de 'El piano' enamora con sus tics y esa hiperactividad que enerva a su familia. Cualquier escena compartida por los hermanos demuestra que en todo melodrama familiar que se precie lo más importante es cómo se complementan los actores.
Y hay destellos de brillantez que la acercan a ese culebrón de alto nivel que era 'A dos metros bajo tierra'. Cómo el control policial afecta a Ashley y su imagen en los siguientes episodios, lo que deja intuir que esta es una ficción cuya evolución será probablemente lenta pero segura. Escenas como el discurso recitado por Tim Robbins en el primer episodio, en el que llama a su familia un "experimento", y un plano rápido y silencioso nos deja ver el dolor que ese adjetivo provoca en las miradas de sus hijos. Con los suficientes destellos, quizá 'Here and Now' acabe convirtiéndose en una gran serie, a pesar de que su irregular comienzo esté lleno de clichés, ridículas moralinas y tramas que no sabemos dónde quieren ir. Habrá que confiar en Alan Ball, sea quien sea Alan Ball.