Da gusto cuando una película de género transciende las etiquetas y se sitúa entre lo mejor del año cinematográfico. Pasó con el thriller satírico 'Déjame salir', con el superhéroe en las últimas 'Logan', con el musical 'La La Land' y con los extraterrestres de 'La llegada', por citar algunos de los últimos ejemplos. Ahora hay que añadir 'Hereditary' a la lista, y los fans del terror tendremos que apuntarnos el nombre de Ari Aster, el director debutante detrás de esta triunfante mezcla de géneros entre el drama familiar y el terror de casa encantada más puro.
La gran Toni Collette vuelve a interpretar a la matriarca en una película de fantasmas 20 años después de que 'El sexto sentido' le consiguiera su primera y única nominación al Oscar. Y que no quepa la menor duda: debería entrar en todas las quinielas por este papel. Interpreta a Annie, una mujer que tiene que enterrar a su madre después de haber tenido una relación muy compleja con ella en vida: era una persona con secretos, manipuladora y que llegó al final del camino con graves problemas mentales. Su ausencia en la casa familiar trae más alivio que dolor tanto a ella como a su familia, compuesta por su marido Steve (Gabriel Byrne) y sus dos hijos, Peter y Charlie.
Pero la muerte de la anciana tendrá consecuencias muy siniestras en la vida de la familia, que se verá paulatina e inevitablemente arrastrada por una serie de acontecimientos trágicos y/o paranormales que apuntan a los oscuros secretos de la abuela, muy dada al espiritismo durante su vida. La situación se convierte en una olla a presión: rencores, miedos, fantasmas del pasado y una aparente maldición que asolará a Annie y los suyos. Y hasta aquí puedo leer.
Aster ha citado entre sus influencias varios clásicos incontestables del terror: 'La semilla del diablo' de Roman Polanski, 'Amenaza en la sombra' de Nicolas Roeg, 'Carrie' de Brian De Palma. Tiene la atmósfera paranoica de la primera, ciertas similitudes temáticas con la segunda y tanta personalidad visual como la tercera. También se menciona 'El resplandor' de Stanley Kubrick, palabras mayores, por su capacidad para crear imágenes impactantes e icónicas que podrían perfectamente quedarse grabadas a fuego en el imaginario colectivo. Todo eso está ahí, pero también la asfixia dramática del Ingmar Bergman de 'Gritos y susurros' y el humor siniestro y raro de Todd Solondz, influencias más alejadas del terror.
Pero no nos engañemos: 'Hereditary' es, en el mejor sentido de la palabra, una película de género. Aunque el guion de Aster esté impulsado por el drama que viven los personajes, y haga una exploración a fondo del luto y las complejas dinámicas que hay en esta familia, la cinta está llena de recursos típicos de las historias de casas encantadas (y otros subgéneros del terror que no vamos a citar porque estropearíamos algunas sorpresas). El secreto de Aster es que utiliza todos los tópicos con inteligencia, más centrado en la construcción de una atmósfera y en dibujar el viaje de sus personajes que en rodar escenas de sustos al uso (sustos hay también, no se alarmen los fans de ellos).
La mayor baza de 'Hereditary' es, además de Toni Collette (a quien no alabamos lo suficiente, es una de las mejores actrices vivas), la realización de Ari Aster, que hasta ahora solo tenía en su currículum algunos cortometrajes muy aplaudidos, como 'The Strange Thing About the Johnsons'.
Neoyorquino treintañero que estudió cine en una escuela de Hollywood, Aster demuestra en su debut ser un detallista en la puesta en escena: el metraje está granado de guiños y gestos, como las letras pintadas en la pared sobre la cama de Charlie o la distribución de luces y objetos en las miniaturas que fabrica Annie. El tipo de pormenores que hacen que una película se convierta en fenómeno de culto gracias a las teorías y conversaciones que generará durante años. Un estatus al que ayuda mucho su polémico final, una orgía visual a la que muchos acusan de ser demasiado expositiva, lo que choca con los etéreos primeros dos tercios. Pero lo cierto es que desde una de las primeras escenas, Aster mezcla atmósfera con imágenes efectistas: uno de los planos más agresivos, difíciles y comentados está en la primera mitad del filme, y no tiene miedo a mostrar el horror de cerca y sin filtros.
Lo que termina de alejar a 'Hereditary' de muchas otras cintas mediocres del género como 'Nunca apagues la luz' y la acerca a recientes bombazos del terror como 'Babadook' e 'It Follows' es la personalidad de Ari Aster detrás de la cámara, con encuadres y movimientos inspirados en el cine de nombres tan grandes como los comentados antes. Visualmente, todo en 'Hereditary' es un triunfo, incluidas la fotografía de Pawel Pogorzelski y el montaje de Lucian Johnston y Jennifer Lame ('Manchester frente al mar', 'Frances Ha'). Mención especial a las transiciones, sobre todo en la segunda mitad de la película, que contribuyen a crear la sensación de que los personajes están inmersos en un ciclo inevitable y fatídico. Y otra mención especial a la música de Colin Stetson, colaborador de Arcade Fire y Bon Iver cuya partitura, compuesta e interpretada en su totalidad por él, es en gran parte culpable de la asfixiante tensión que rodea a la historia.
'Hereditary' es, en todos sus aspectos, un caramelo cinematográfico, una joya del cine de terror que, como los clásicos del género, utiliza todos los recursos a su alcance con el objetivo de hacernos pasar un mal rato. Como sus personajes, abocados inevitablemente a la perdición (incluso siendo conscientes de ello), los espectadores salimos de la sala al borde del infarto, pero sabiendo que hemos visto cine en mayúsculas.
Los Graham, los malditos Graham
Algo que tampoco se da necesariamente en todas las películas de terror: 'Hereditary' cuenta con un reparto en estado de gracia. Está Toni Collette, la gran protagonista de la función durante la mayor parte de la película, que brilla en varios momentos. Ella y Alex Wolff, el hijo mayor, protagonizan una escena dramática muy memorable alrededor de la mesa de la cena. Wolff, al que hemos visto en 'Jumanji: Bienvenidos a la jungla' y la 'Death Note' de acción real de Netflix, se sitúa como un joven actor a empezar a tomarse en serio.
Gabriel Byrne es el que menos oportunidades tiene para lucirse, pero su carisma y su presencia son suficientes para el papel de padre en segundo plano, la voz de la lógica cuando la familia se vaya introduciendo en los infiernos. Y siempre es un placer tener a Ann Dowd en el reparto. Después de haberla visto en 'The Leftovers' y 'The Handmaid's Tale', sabes que nadie contrata a Dowd para hacer de ancianita adorable.
Por último, la pequeña Charlie es interpretada por Milly Shapiro, una niña de 15 años que ya había ganado un Tony por interpretar a Matilda en Broadway. Shapiro es responsable de algunas de las escenas más inquietantes de la película, y aunque la actriz es una niña adorable en la vida real, su rostro y su interpretación convierten a Charlie Graham (y su chasquido de lengua) en uno de los personajes más icónicos del cine de terror reciente.
Nota: 9
Lo mejor: La mezcla perfecta entre terror y oscuro drama familiar
Lo peor: Ciertas decisiones de guion que no convencerán a todos