Reunir a lo mejor del cine español contando las anécdotas ocurridas entre bastidores que siempre hemos querido conocer no podía salir mal. Y mucho menos si el entrevistador y los entrevistados tienen tanta confianza y se sienten tan cómodos que el espectador se siente como un infiltrado espiando las conversaciones por un agujerito de la pared.
Cómo comenzó la historia de amor entre Ana Belén y Víctor Manuel, lo que le insistió Loles León a Pedro Almodóvar para poder aparecer en sus películas o los comienzos de Maribel Verdú son algunas de las muchas historias que Antonio Resines traslada a un documental en el que, el amante del cine español recordará la riqueza de éste, y el desconocedor del mismo o el que reniega de él y lo compara con el hollywoodiense, se sorprenderá encarecidamente.
'Historias de nuestro cine' realiza un repaso por lo mejor del cine español, pero no de la típica forma en la que se enseña en las universidades, sino a través de los recuerdos y las vivencias de aquellos que hoy son la guinda de nuestra industria y que, en su momento, compartieron escenas con actores tan emblemáticos como José Luis López Vázquez o Fernando Fernán Gómez.
Con un inicio animado, la primera experiencia de Resines como director nos transporta al Madrid de 1896, cuando se proyectaron en el Circo Price las primeras imágenes cinematográficas en España. Un comienzo que da pie a varias conversaciones en las que se empiezan a recordar de forma cronológica las primeras películas de nuestro cine. Esa cronología, con el transcurso del documental, comienza a desaparecer en una especie de fundido en el que comienza a ensalzarse la humanidad de los entrevistados. Actores, directores e incluso críticos a los que en su mayoría conocíamos por su faceta profesional y que, de repente, se nos muestran más humanos que nunca. ¿Se imaginan a un galán como José Coronado nervioso por besar en una escena a Verónica Forqué? Como cualquier persona en sus inicios, el actor vivió esos nervios de las primeras veces que, con el tiempo, se van disipando.
Tras el repaso más "rígido" a esos primeros hitos del cine, que corre el riesgo de provocar al espectador algún que otro dolor de cabeza, lanzando nombres y fechas de forma algo abrumadora, aparecen esas historias que, si no existiera este documental, quizá no conoceríamos jamás. O quizá sí, pero probablemente sería más complicado acceder a ellas.
La reivindicación de lo nuestro
Bien es cierto aquello de que no te das cuenta de lo que tienes hasta que viene alguien de fuera y lo admira. Y viendo el documental, el espectador puede llegar a sentirse así. Resines, junto a sus entrevistados, nos descubre películas de las que muchos ni habrán oído hablar, o películas galardonadas fuera de nuestras fronteras que hacen pensar que quizá cometemos el error de no valorar lo suficiente lo que nace aquí, en España. Y quizá eso incluso se pueda aplicar más allá del ámbito cinematográfico.
Pero, además de lo que pueda sentir el espectador, ya se encargan también muchos de los protagonistas de reivindicar esa riqueza y esa necesidad de utilizar la cultura y tenerla más en cuenta como un arma para tener una mente más abierta y para comprender mejor muchos aspectos del mundo que nos rodea.
Sin muchas complejidades técnicas, con primeros planos y planos generales, con un decorado acogedor, bonito y sencillo, 'Historias de nuestro cine' deja claro desde el primer momento que la fuerza del documental está en el diálogo, en sentirse uno más de la conversación. Y para ello nadie mejor que Resines, un grandísimo punto a favor . Su naturaleza hizo, en más de una ocasión, retumbar la sala a carcajadas; y quizá sea ese tono humorístico acompañado de las anécdotas lo que hace que las dos horas de metraje no pesen. Justo en el momento en el que uno se empieza a plantear que quizá la historia ya comienza a alargarse demasiado, el actor cántabro lanza la última pregunta y se despide de la misma manera que ha hecho durante esos 120 minutos: sin un gran cierre, con sencillez. Unas risas y fin.
Nota: 8
Lo mejor: Las conversaciones en las que el espectador se siente como un amigo más.
Lo peor: La cantidad de nombres y fechas que puede llegar a abrumar al espectador.