Alfred Hitchcock es una de esas personalidades del Séptimo Arte de las que se han hecho correr ríos de tinta resaltando su carácter megalómano. El director de obras maestras como 'Vértigo' o 'Rebeca', tuvo una infancia difícil y disfrutaba obsesionándose e inmiscuyéndose en la vida de sus rubias actrices.
'Hitchcock' pretende narrar el proceso de filmación del que sería su mayor éxito en la industria del cine, la seminal, 'Psicosis'. El principal problema de la película de Sacha Gervasi, es que en ningún momento llega a encontrar un tono que la dirija a un punto en concreto y lo único que se propone es contar pequeñas anécdotas, para fortalecer a toda costa a uno de los personajes de la ficción, el insustancial personaje de su esposa.
Alfred Hitchcock y sus problemas maritales
La película, pese a lo que nos podríamos esperar, se centra en narrar la crisis conyugal del director con Alma Reville. Esta trama es completamente intranscendente, narrada con el piloto automático puesto y con unos diálogos muy poco inspirados. La forma que se tiene de contar tampoco ayuda, con posible escarceo amoroso de por medio.
El film comienza de una forma original, como si de un capítulo de la mítica 'Alfred Hitchcock presenta' se tratara, aumentando las expectativas sobre lo que se nos va a contar a continuación. Pero todo esto se diluye luego en diferentes tramas que no aportan nada a la narración y que en ningún momento intentan profundizar más allá de lo rutinario en la psicología de los personajes. De hecho lo que podría haber sido un interesante análisis de la personalidad de Hitchcock se convierte en una película cercana a una tv-movie de sobremesa.
Ni la música, ni los títulos de crédito, ni mucho menos el guion; tienen algo de la intriga que hace suscitar una cinta con semejante referente. El mayor acercamiento que se hace a la psicología del protagonista es a través de unas extrañas y alucinatorias conversaciones con Ed Gein que más que intrigar pueden llegar a desconcertar al espectador.
Sir Anthony Hopkins hace lo que puede con una cantidad excesiva de maquillaje que, aunque consigue hacer que el actor se asemeje de manera increíble a la persona representada, impide a todas luces que pueda llevar a cabo una labor encomiable más allá de la imitación. Pese a ello, el actor intenta aportar matices al personaje y, si se ve en versión original, se podrá disfrutar de una dicción idéntica a la que hacía el genial director. Helen Mirren es de esas actrices con innato talento que elevan a las alturas cualquier personaje que se le ponga por delante, por muy pobre que sea su entidad. La película también se beneficia de la buena sintonía que desprenden ambos.
Scarlett Johansson, Jessica Biel, Toni Collette, Danny Huston y Michael Wincott simplemente hacen acto de presencia e interpretan con soltura unos personajes desaprovechados. Mención aparte merece James D'Arcy, no ya por su anecdótica participación, sino por el gran parecido físico con el atormentado Anthony Perkins.
Aun así, la película siempre es lo suficientemente entretenida como para que nunca sintamos una total desconexión. La escasa duración y la rapidez de las secuencias también ayudan a conseguir este objetivo. Tiene algunas partes conseguidas, como por ejemplo, las disputas con los censores para conseguir que las decisiones artísticas de Hitchcock prevalezcan o [SPOILER] una escena hacia el final en la que Mirren se desahoga con su marido confesándole sus sentimientos. [FIN SPOILER]
La última escena intenta recuperar la complicidad con el espectador, pero es demasiado tarde ya que éste se estará preguntando cuánto de aquello que se le había prometido no se ha cumplido. ¿Dónde queda el problemático proceso de filmación?