Muy atrás queda aquel Dark Universe, la fatídica saga que terminó nada más empezar con 'La momia' en 2017, y con la que Universal Pictures intentó construir una franquicia interconectada al estilo del Universo Cinematográfico Marvel con sus monstruos clásicos. Un experimento estrepitosamente fallido que, sin embargo, no desalentó al estudio, que no tardó en ponerse manos a la obra para encontrar un nuevo enfoque para sus míticas propiedades de terror.
En 2020, Leigh Whannell, director de 'Insidious Capítulo 3' y la joya de culto de ciencia ficción 'Upgrade', presentaba 'El hombre invisible', relectura protagonizada por Elisabeth Moss que se aproximaba al personaje desde otro punto de vista, bajo el amparo de Blumhouse, popular y lucrativa compañía de terror que se encargaría de la saga de ese momento en adelante. 'El hombre invisible' renacía como un thriller dramático en el que Whannell convertía la historia en una metáfora monstruosa del abuso de poder y el maltrato, obteniendo notables críticas y buen rendimiento en taquilla.
Whannell y Blumhouse se han tomado su tiempo y cinco años después de aquel volantazo, llega 'Hombre lobo', otra reimaginación del conocido y explotado mito del terror que, al igual que su predecesora, toma forma como historia independiente, reformulando la fábula licántropa como un drama familiar de terror en el que, esta vez, su director se acuerda de asustar a la audiencia.
Porque si 'El hombre invisible' inquietaba, pero no daba demasiado miedo en el sentido más cinematográfico de la palabra, 'El hombre lobo' está más arraigada en el terror propiamente dicho. Whannell no pierde mucho el tiempo, y tras presentar a los personajes -un matrimonio en crisis con una hija pequeña que deciden desconectar de la ciudad marchándose a la propiedad en medio del bosque que les ha dejado el difunto padre de él-, entra de lleno en materia, evitando con mucha inteligencia y visión las trampas clásicas del cine de terror.
Whannell dirige con buen pulso tanto los momentos familiares íntimos como los set pieces de acción, nunca excesivamente grandes, pero sobresalientes en su propia escala: ya sea el accidente en coche con el que se pone en marcha el nudo del film, las secuencias estilo home invasion o la enervante escena del invernadero. Y todo sin olvidarse de lo más importante: dar miedo, más sugiriendo que mostrando, aprovechando ingeniosamente los espacios y la oscuridad, y dándole la vuelta al clásico susto fácil con golpe estridente de música para buscar el sobresalto de forma más creativa.
Su preciso guion, firmado por Corbett Tuck, se adelanta al espectador con inspiradas decisiones narrativas, la mejor de todas el hecho de que el primer ataque se produzca en el camino hacia la casa y la película transcurra a lo largo de una sola noche. Así, 'El hombre lobo' nos da muy pocas oportunidades para que cuestionemos lo que hacen los personajes: sus motivaciones están claras y sus pasos en la historia justificados. Lo cual se agradece.
Pero lo mejor es cómo, siguiendo la estela de 'El hombre invisible', Whannell apoya su relato de terror en unos cimientos dramáticos muy sólidos, construyendo una metáfora monstruosa de la paternidad y el trauma. En la película, Blake (Christopher Abbott) es un hombre intentando no repetir los errores de su padre a la hora de criar a su hija, pero al ser mordido por una criatura en el bosque, recordará que el instinto de protección también puede transformarse en algo siniestro. A partir de esa idea, la película establece una relación muy interesante entre Blake, su familia y el pasado para hablarnos del ciclo generacional, y si es posible detenerlo o estamos inevitablemente abocados a repetirlo.
Una transformación a medias
'Hombre lobo' es una película despojada de excesos narrativos. Su ritmo pausado y su presentación austera puede resultar fría, pero Whannell la aprovecha para hacer que sus momentos más terroríficos y puramente de acción resalten más. De la misma manera, los hallazgos creativos y visuales con los que el director insufla nueva vida al mito licántropo destacan especialmente, como el uso del sonido para representar el aumento en los sentidos de Blake (la escena de la araña, de lo mejor del film) o la técnica visual con la que se nos muestra la realidad desde su perspectiva, como si del mismísimo Upside Down se tratara; todo aderezado con notas claras del cine de infectados moderno.
Buenas ideas que salvan a la película (y al espectador) de la sobreexplicación y se ven correspondidas por una notable interpretación central por parte de Christopher Abbott, quien expresa con convicción el rango de emociones de su personaje: de padre tierno y protector a animal asustado y desorientado, y en última instancia, a bestia feroz. Abbott realiza un excelente trabajo en lo emocional, pero también en lo físico, personificando estupendamente la dualidad del personaje y su lucha por no sucumbir del todo a la monstruosidad mientras su repugnante mutación se va desarrollando. El resto del (reducido) reparto no está a la altura, especialmente Garner, que se queda en la superficie de su personaje con una interpretación plana y distante.
En 'Hombre lobo', Whannell se adentra en el terreno del body horror para darnos unos cuantos momentos de terror físico bastante impactantes y truculentos, con evidentes ecos a Cronenberg y 'La mosca' (confesa inspiración detrás de la película). Aunque es posible que la transformación de Blake no convenza a todo el mundo. Sobre todo por el diseño de la criatura, que en su loable intención de hacer algo distinto y en su objetivo mantener el realismo en la medida de lo posible, puede decepcionar por su aspecto demasiado humano.
Se entiende la decisión de no hacer una bestia animal al estilo de 'Van Helsing' para que no desentone con el resto de la propuesta (suplemento, este no es es ese tipo de película), y se aplaude el uso del maquillaje protésico en lugar de CGI, pero a su vez, da la sensación de que no se atreve a ir a por todas. Y es que, pese a darnos un puñado de momentos de gore y terror corporal gloriosamente viscerales y desagradables, parece que Whannell se frena a sí mismo para no convertir la película en 'Evil Dead', desaprovechando bastante su calificación Rated-R.
Es la mayor pega que se le puede poner a una película que, por lo demás, es bastante eficaz en todo lo que se propone. Aunque no llega al nivel de 'El hombre invisible', logra como ella algo muy complicado: volver a contar algo que se ha contado en mil ocasiones y de mil maneras, desde una perspectiva relativamente fresca y novedosa. Pese a esos momentos de excesivo autocontrol que evitan que la película alcance todo su potencial, Whannell sabe lo que hace y tiene clara su propuesta, que se complementa a la perfección con su anterior película para la saga, sin repetir exactamente la jugada.
'Hombre lobo' es la prueba definitiva de que los monstruos de Universal están en buenas manos con Whannell y Blumhouse, que han encontrado la manera de replantear algunas de las fábulas más utilizadas y versionadas de la ficción, dotándolas de identidad propia. Aunque su mordida no sea todo lo fuerte que esperábamos, no es para nada un mal comienzo para este 2025 de terror.