Antes de saltar a Netflix con la atrevida 'Acción Jacinto', con la que expuso cómo las autoridades polacas perseguían a la comunidad gay en los años 80; Piotr Domalewski tuvo dos primeros largometrajes que analizaron la realidad de los polacos inmigrantes, aquellos que se marcharon en busca de una vida mejor a otros países de Europa tras la caída del Telón de Acero y que se intensificó con la entrada de Polonia en la Unión Europea en 2004. Primero lo hizo con 'Silent Night' y luego lo continuó con 'I Never Cry (Yo nunca lloro)', que llega a salas comerciales tras haber estado en la 68ª edición del Festival de San Sebastián.
Domalewski ha demostrado ser un director con un claro enfoque social, alejado, al menos de momento, de una mirada más singular como sucedió con el cine de Malgorzata Szumowska, la cual ha ido arriesgando más en cada nueva propuesta, y estando más cerca de la mirada de Jan Komasa. Es más, podría decirse que 'I Never Cry' podría ser la prima hermana de 'Corpus Christi', en lo referente a ser un retrato actual de Polonia a través de la mirada rebelde de una nueva generación.
'I Never Cry' propone una cuestión presente en la realidad de aquel que emigra, ¿qué sucede cuándo un trabajo inmigrante en situación irregular muere en un accidente laboral? Domalewski narra el duro calvario que vive una familia de clase trabajadora, con un miembro de la familia con una discapacidad, que debe enfrentarse a la burocracia de repatriación del cadáver. Domalewski no tiene reparos en denunciar la situación tanto de la comunidad polaca como la del inmigrante en sí en lo referente de trabajar hasta el punto de poner en riesgo la propia vida, todo sea por enviar remesas a casa para que las parejas, los hijos, los nietos, tengan una vida mejor.
Cine social con un toque canalla
En esa crítica, teniendo en cuenta que el escenario es la inhóspita Irlanda, país donde emigró el padre de la protagonista, Domalewski tiene un tono semejante al cine de Ken Loach, aunque con una mirada humorística más cercana al estilo de Mike Leigh, aunque con un enfoque más ácido y satírico, si cabe. De hecho, el tener a una protagonista con alma de buscavidas ayuda a que la cinta evite lugares comunes, así como también a tomar cierta distancia de la dramática situación que vive.
Y es que su protagonista es la antítesis de lo que puede esperarse del cine social, lo que engrandece al filme, pues la joven, Ola, se enfrenta a la vida con un descaro que sirve para mostrar que, ante todo, se presenta sabiendo que no lo tiene por qué deber nada a nadie, aunque pida una ayuda. Su desvergüenza, así como también su instinto de supervivencia y espíritu canalla, provocan cierta complicidad con el público y sirve para bajar el tono dramático sin olvidar que se está ante una propuesta de fuerte temática social.
Con una actriz principal fascinante, Zofia Stafiej forma parte ya de la nueva cantera de actores polacos a los que seguir de cerca en la línea de Bartosz Bielenia y Agata Trzebuchowska; 'I Never Cry' es una demostración de que el cine social continúa buscando su presencia en la industria audiovisual europea; así como también un ejemplo de que la renovación de veteranos como Guédiguian o los Dardenne provendrá, muy seguramente, del cine de los países del Este.
Nota: 7
Lo mejor: El carisma que tiene Zofia Stafiej, la cual refleja muy bien el instinto de supervivencia de su personaje.
Lo peor: Ciertos temas se han tocado varias veces en el cine social.