Considerado una de las grandes figuras de la sátira política, Armando Iannucci da un giro a su carrera. Tras haberse reído de la política británica con 'The Thick of It' y la película 'In the Loop', de la estadounidense con 'Veep' y de la de la antigua Unión Soviética con 'La muerte de Stalin'; ahora da un paso más hacia atrás en la historia, recuperando uno de los clásicos de Charles Dickens con 'La increíble historia de David Copperfield', una revisión pensada para una nueva generación de espectadores que, además, busca reflejar la diversidad que existe en las sociedades occidentales actuales.
Como sucedió recientemente con Matteo Garrone y su personal (y magnífica) versión de 'Pinocho' de Collodi, Iannucci encuentra en Dickens a un referente mucho más cercano de lo que parece desde fuera. La obra del célebre autor británico siempre ha destacado por su realismo, su fuerte crítica social, sus personajes que retrataban la fuerte desigualdad de la sociedad victoriana y por un estilo de comedia con personajes desagradables con un trasfondo humorístico.
Con lo cual, Iannucci parecía uno de los más indicados para abordar, desde un enfoque moderno, un clásico de Dickens. En el caso de su 'David Copperfield', Iannucci, quien firma el guion junto con Simon Blackwell -uno de sus habituales colaboradores y también un reconocido guionista del humor satírico- opta por una adaptación con inspiración teatral, que le permite mantener el espíritu de la narración en primera persona de su protagonista, a la par que le ayuda a crear cierta coralidad en la cinta. Es un movimiento similar al que ya realizó con 'La muerte de Stalin'.
No obstante, el ritmo del filme es frenético, no dejando respirar en ningún momento al público, lo que provoca que la trama avance rápido, quizás demasiado, pues tal es la velocidad en la que avanzan las situaciones que no permite entrar demasiado en sus personajes. Es más, algo que le falta a esta versión, en comparación a la que protagonizaron Daniel Radcliffe y Ciarán McMenamin en 1999, es que no tiene la vena dramática y realista propia de Dickens.
Un 'David Copperfield' demasiado ligero
La ausencia de drama serio provoca que la versión de Iannucci sea demasiado humorística y ligera, lo que afecta a un filme que retrata la volatilidad económica de la sociedad burguesa británica en la era victoriana. El director lo plasma, pero sucede todo de forma tan rápida y poco natural, que provoca que el auge y caída de Copperfield resulte muy irregular. Tampoco ayuda los cambios que hace en los personajes secundarios, como Dora, el señor Micawber o el padre de Agnes, cuyos caracteres acaban siendo excesivamente triviales.
Mención aparte a la decisión de hacer un casting a ciegas, lo que provoca que los personajes sean étnicamente diversos. Esto en sí no es un problema, películas como 'El jardín secreto' o 'Érase una vez...', con tramas bastante más flojas, consiguieron introducir la diversidad racial de manera espontánea en una producción de época. No sucede lo mismo con el filme de Iannucci, pues provoca incongruencias y contradicciones en las tramas. Nada le hubiera costado cambiar la época del filme o hacer más coherente el cambio racial. En lugar de que se sienta espontáneo, parece impostado. Con lo cual, pese a tener un reparto de lujo (Dev Patel, Peter Capaldi, Aneurin Barnard, Tilda Swintn, Hugh Laurie, Ben Whishaw, Gwendoline Christie), este no consigue deshacerse de la sensación de estar en medio de una farsa, algo que en teatro puede funcionar, pero que en cine es más complicado.
'La increíble historia de David Copperfield' no es una mala adaptación del clásico dickensiano. No obstante, tampoco está entre sus mejores versiones cinematográficas. Iannucci demuestra su muy hábil para la sátira, pero le falta afinar en lo referente al drama.
Nota: 6
Lo mejor: La puesta en escena, con espíritu teatral, se disfruta fácilmente.
Lo peor: Un ritmo demasiado frenético y una mirada demasiado ligera para un clásico que necesitaba más drama.