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CRÍTICA

'Insidious: La Puerta Roja': Patrick Wilson une terror y daddy issues en un cierre de trilogía redondo

Patrick Wilson vuelve como el padre de los Lambert y se estrena como director en un emotivo cuento gótico sobre padres e hijos con terror de calidad y un desenlace más que justificado.

Por Rafa Jiménez Más 20 de Julio 2023 | 09:45
Redactor de cine y series, especializado en los estrenos actuales y Marvel. Muchas críticas y entrevistas

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'Insidious: La Puerta Roja': Patrick Wilson une terror y daddy issues en un cierre de trilogía redondo

Es comprensible que el público esté ya cansado de los revivals y las secuelas tardías. A priori, la fórmula de 'Insidious: La Puerta Roja' parece la misma que la de muchas otras grandes sagas del cine reciente: recuperar a los protagonistas de las dos primeras entregas (2010 y 2013) tras unos spin-offs correctos pero intrascendentes (2015 y 2018). Para asegurarse de que no se deshonraba la historia de su familia Lambert, el patriarca Josh (Patrick Wilson) es ahora también el director de este capítulo 5 de la saga 'Insidious', en cines de España el jueves 20 de julio.

Aparte de debutar exitosamente en la dirección, su mayor logro es cerrar la trilogía de terror perfecta diez años después con una nostalgia muy bien llevada: a través de una historia personal que hace de esta secuela un desenlace necesario y más que justificado.

Continuación necesaria y bonita

Con tan solo una frase muy interesante, el guion de Scott Teems ('Halloween Kills') justifica la reapertura de los traumas de la familia Lambert tras la hipnósis al final de 'Insidious Capítulo 2': "olvidar no es sanar". Tras la magistral traca sobrenatural que dejó James Wan con sus dos entregas, este desenlace aterriza aquella resolución que no podía ser tan coser y cantar en un mundo real. En consecuencia con este enfoque más naturalista, la película apuesta por una escala menor en lo sobrenatural pero la misma ambición en lo familiar. Así encontramos preciosos destellos como la vuelta de todos los miembros de la familia con los mismos actores en tan distintos papeles o una emotiva canción para los créditos con el propio Patrick Wilson cantándole a su hijo "quédate conmigo".

Rose Byrne en 'Insidious: La Puerta Roja'

Esta premisa más conocida sobre afrontar los demonios del pasado de manera literal y metafórica convierte a 'Insidious: La Puerta Roja' en la película por excelencia sobre los daddy issues. Patrick Wilson ha despejado la película para un ring de boxeo emocional entre Josh y Dalton Lambert con esa metáfora perfecta tras el borrado de memoria: dos hombres que no saben arreglar su relación porque no tienen las herramientas para hacerlo ni saben cuándo falló todo. Así, el intérprete-director sabe dar prioridad a los actores para regalarnos escenas tan necesarias como la de un padre llorando por su hijo a solas en el coche o los hermanos hablando sobre qué pasa con sus padres.

Ser padre de las nuevas generaciones

El mayor beneficiado es Ty Simpkins, que pasa de estar dormido en una cama toda la película como niño a ser el claro protagonista como un joven Dalton. Tras haber participado en blockbusters como 'Jurassic World' o 'Iron Man 3', a sus 21 años es capaz de liderar un drama sobre hacer las paces con tu pasado en el que, para él, es su "mejor papel hasta la fecha". Para completar el círculo, el guion también le da muy inteligentemente a Patrick Wilson su propia historia paterna con buena dosis de sustos y giros. Sin embargo, su subtrama se queda muy poco desarrollada cuando debería haber sido crucial para la resolución. También es cierto que, al final, el propósito del film no es tanto descubrir el pasado de Josh sino conocerlo y superarlo para poder salvar a Dalton.

Patrick Wilson dirigiendo a Ty Simpkins en 'Insidious: La Puerta Roja'

El paso de los diez años también se aprovecha muy bien en un acertado retrato generacional juvenil para nada estereotipado. Ya que el discurso repite mucho lo de buscar la luz en la oscuridad, la película lo traduce con una justa dosis de comedia en la buddy de Dalton. La debutante Sinclair Daniel le toma dignamente el testigo al co-creador y actor de la saga, Leigh Whannell, con un sorprendente dinamismo que no le resta ni una pizca de seriedad a la trama. Aunque la mayor parte de la acción transcurra en la universidad, no se trata de una secuela juvenil. El acierto está en esa premisa de dos compañeros de cuarto y estudios en un momento clave para su identidad: convertirse en adulto, ya sea empezando una carrera o perdiendo a una persona importante. Dos personas que se confrontan con su futuro sin haber llegado a superar su pasado.

Un digno sucesor

A nivel técnico, otro ejemplo de la nostalgia bien llevada es la inteligente restauración de los flashbacks con las míticas escenas de los Capítulos 1 y 2 desde ángulos nunca vistos que le dan mucho sentido a lo que ocurre aquí. Así, Wilson une muy sabiamente toda la trilogía en una única historia con otros recursos como los dibujos siniestros con los que Dalton avisaba de pequeño sobre el demonio que le acechaba y que ahora le han llevado a querer dedicarse al arte, a pesar de que no recuerda nada de su pasado. ¡Y así surge la puerta roja del título! También repite con Joseph Bishara, el mismo compositor de esas escalofriantes melodías abstractas que perturban tanto en el mundo oscuro como en una casa normal.

Patrick Wilson ha aprendido muy bien como director de terror inteligente a fuego lento tras trabajar con James Wan en las sagas de 'Insidious', 'Expediente Warren' y 'Aquaman'. Aun siendo un debutante, consigue una estética menos plana que la de la mayoría de las franquicias contemporáneas con un toque muy tangible a las formas con la que materializa las pesadillas, sin llegar a sobrecargarlas. También se eleva por encima de la cartelera de terror actual en cantidad de sustos, aunque sea la entrega de la saga con menos sustos y menos terror en general. No perturba tanto como las dos películas de James Wan pero tampoco cae en el terror más comercial como las otras dos secuelas. De hecho, los primeros 20 minutos son perfectos como un cuento familiar en el que no hay terror ni hacía falta.

Patrick Wilson en 'Insidious: La Puerta Roja'

Tal y como le ha dirigido su amigo Wan, Patrick Wilson prefiere la tensión del silencio, el desenfoque y el fuera de campo. A mejorar, podría haber alargado más esas terroríficas escenas y la cara roja ya no asusta; de hecho, la muestran demasiado y demasiado pronto. El demonio funciona más en la trama que en lo visual: como un demonio o trauma del pasado corpóreo a racionalizar más que a temer. Inteligentemente, no quieren hacer atracción de él y tan solo está para mantener la conexión de la historia. En lugar de confrontarles con un demonio nuevo como los spinoffs o reiniciar el mismo demonio como hacen tantas secuelas gratuitas, lo que hace tan necesaria y justifica esta secuela tardía es el recuerdo de ese demonio y las relaciones rotas que dejó.

Un cierre (casi) perfecto

Es una pena que ese clímax insulso no responda a la intriga de toda la película ni a la oscuridad de los finales de las anteriores entregas, al menos en cuanto a intensidad. Porque a nivel de inteligencia, este cierre definitivo y emotivo sí que está a la altura; como todo el metraje, prioriza el cuento con moraleja para actualizar y resolver los traumas de las dos obras maestras de James Wan. 'Insidious: La Puerta Roja' no se conforma con ser un bonito epílogo, sino que quiere (y consigue) rematar una trilogía de terror perfecta aportando un emotivo psicoanálisis sobre nuestros padres en una resolución tensa y preciosa. Este final vuelve necesariamente al origen de todo a partir del jueves 20 de julio en los cines de España.

8
Lo mejor: La historia es necesaria, relevante y preciosa. Las escenas de terror a fuego lento.
Lo peor: La traca final y la subtrama de Josh se quedan cortas.
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