Otrora protagonista de títulos como 'Birdy', 'Cotton Club', 'Hechizo de luna' o 'Corazón salvaje'; Nicolas Cage pasó de ser uno de los actores consagrados de los 80 y 90, ganador del Oscar por 'Leaving Las Vegas' y candidato en 2003 por 'El ladrón de orquídeas', con películas emblemáticas como 'Red Rock West', 'La roca', 'Con Air', 'Cara a cara', 'Ojos de serpiente' o 'City of Angels' a ser un actor al que se le ve anualmente en todo tipo de producciones, la mayor parte de ellas de serie B, lo que muestra que trabaja de manera constante, aunque lejos del reconocimiento de antaño.
Quizás por eso, Cage rechazó hasta en cuatro ocasiones reírse de sí mismo en 'El insoportable peso de un talento descomunal', en la que Tom Gormican hace un retrato cinematográfico del oscarizado intérprete, en una mezcla de un episodio brutal de 'Call My Agent', una versión de acción de 'Cómo ser John Malkovich' y una parodia pura y dura de producción de bajo coste. Todo un popurrí de ideas desternillantes y extremas a las que Cage solo dijo que sí después de que Gormican le enviase una carta personal. Y es que este homenaje resulta difícil de catalogar.
De cierta manera, Cage hace un sutil ejercicio de autocrítica y es sutil -a pesar de los constantes fuegos de artificio- porque en ningún momento se lo deja como actor fracasado, a pesar de mostrar un álter ego suyo al que le cuesta encontrar papeles. La premisa es tan absurda como surrealista y eso hace que sea precisamente notable, pues puede permitirse una serie de licencias que solo las cintas extremas pueden hacerlo, como ser una mezcla de homenaje, autoparodia y buddy movie clásica, en la que Nicolas Cage y Pedro Pascal demuestran tener una química ideal para que repitan en otro tipo de registros.
Hablando de registros, todo es tan sumamente histriónico, que el filme lleva al extremo a ambos actores, los cuales muestran su habilidad para la comedia, la acción, el drama y el thriller. Eso sí, pocas veces se les ha podido ver en unos papeles que son capaces de saltar de un género a otro en un abrir y cerrar de ojos. Aquí es donde se ve que Cage, pese al constante trabajo en producciones menores, no ha perdido su toque y que está volviendo a ese cine de prestigio del que se había descolgado hace ya dos décadas, pues junto con este homenaje sui generis, el intérprete protagonizó 'Pig', que se ha erigido como uno de los mejores largometrajes de su filmografía, algo que nadie esperaba ya.
Nicolas Cage sabe reírse de sí mismo
Aunque quien sorprende es Pedro Pascal, quien debe participar en muchas más comedias extremas. El actor parece un niño con zapatos nuevos en su papel de playboy multimillonario que resulta ser familia de un peligroso traficante de armas. Y es que esta cinta lo tiene todo, desde crisis de mediana edad, reconciliaciones familiares, como secuestros, persecuciones y una intriga política (tan delirante que afecta al presidente de la Generalidad de Cataluña, que ya es decir). Todo un cóctel explosivo que, curiosamente, deja un regusto a comedia negra de esas que ya no se estilan.
Mención especial a sus secundarios, especialmente a Tiffany Haddish y Ike Barinholtz, quienes interpretan a dos agentes de la CIA que sirven como contrapunto entre serio y cómico. También aplauso para las pequeñas apariciones de Neil Patrick Harris o Sharon Horgan. Eso sí, quien sorprende como mafioso es Paco León, con una interpretación que evoca a los papeles de Jordi Mollà en los años 2000 en Hollywood.
Quizás no sea el peliculón del año pero 'El insoportable peso de un talento descomunal' es una desternillante comedia de acción en la que Nicolas Cage demuestra tener la suficiente seguridad para saber reírse de sí mismo y, sobre todo, el concepto que tiene la crítica y el público sobre él (los momentos en los que se desdobla, cuales variantes de una misma persona, es digna de cualquier producción multiversal de Marvel). Una experiencia divertida, de esas que las plataformas casi han relegado al streaming y que con esta propuesta se demuestra que, en la gran pantalla, lucen mucho más.
Nota: 7
Lo mejor: Las escenas en las que Cage y Pascal viven un viaje psicodélico debido a que han consumido LSD.
Lo peor: Tiene momentos tan absurdos y surrealistas, que se corre el riesgo de perderse y desconectar de la cinta.