El realizador belga Oliver Masset-Depasse cambia de registro, tras narrar un curioso romance en 'Cages', de mostrar una crítica social sobre el trato a la inmigración en 'Illégal' y de hacer una crónica sobre ETA y los GAL en 'Santuario', el director se adentra en una mirada social que va más atrás en la historia con 'Instinto maternal', thriller familiar y burgués que protagonizan Veerle Baetens y Anne Coesens, a las que les acompañan Mehdi Nebbou y Arieh Worthalter.
Alice y Céline son amigas y vecinas. Viven puerta con puerta en un elegante barrio burgués a las afueras de Bruselas en los 60. Ambas tienen vidas prácticamente idénticas, mismo chalet adosado, misma funciones de amas de casas, hijos de la misma edad y maridos que trabajan demasiado. Su relación es casi de hermanas, sus vástagos, Théo y Maxime, también se quieren como hermanos. Todo es ideal hasta que un día, en un accidente doméstico, el hijo de Céline muere. Esto provocará que la relación entre ambas cambien, ya que Céline considera que Alice es la culpable del fallecimiento del pequeño, al no haberle ayudado. Lo que era una hermosa amistad entre mujeres se tornará en sospechos, odios velados y deseos de venganza.
Una cuidada estética y dos actrices magníficas
Masset-Depasse ha recurrido a los años 60 para mostrar la opresión de la mujer en un mundo aparentemente idílico. Estéticamente todo está cuidado al mínimo detalle, logrando traer el espíritu de los años 60 al público. En la parte de diseño de producción, 'Instinto maternal' tiene un fortísimo aplauso, así como también sus actrices protagonistas. Veerle Baetens sorprende convertida en una desquiciada Señora Draper, el personaje que interpretó January Jones en la serie 'Mad Men'.
La actriz de 'Alabama Monroe' muestra esa opresión, entremezclada con fantasmas de su pasado. Su personaje es, sin duda, el mejor elaborado en un thriller en el que nada es lo que parece. A su lado está Anne Coesens, habitual del cine de Masset-Dapasse, es su tercera colaboración con el director tras 'Illégal' y 'Cages'. Su personaje es desconcertante y su interpretación magnífica, al no saber qué piensa Céline, qué trama. Su intriga contra la perfecta "señora Draper" que es Veerle Baetens consigue provocar interés en el espectador.
Una trama que va perdiendo fuelle según avanza
Si bien Masset-Depasse, que ha escrito el guion junto con Giordano Gederlini, configura una trama que va creando un clima incómodo de tensión y paranoia, su deseo de retorcer la historia, especialmente en la última parte, provoca que lo que hubiese sido una afilada crítica a la sociedad burguesa de los años 60 y la situación de la mujer acabe siendo un auténtico delirio excesivamente violento e inverosímil, más propio de telefilmes de los 90. Se echa en falta más crítica a la ausencia emocional de los maridos, por ejemplo.
A Masset-Depasse le ha faltado esa mirada ácida y sardónica que tuvo François Ozon en '8 mujeres', así como el tono de intriga de 'Swimming Pool'. Su retrato de la destrucción de la imagen de la familia perfecta no está mal, que conste, pero le falta ser más concreto en su crítica y, sobre todo, le sobra una violencia final que no casa con el tono de la película. Consigue sorprender, pero a costa de perder veracidad. Especialmente después de la compleja 'Santuario', se esperaba más de este atrevido director belga.
Nota: 6
Lo mejor: El diseño de producción y las interpretaciones de Veerle Baetens y Anne Coesens.
Lo peor: Su trama final no es coherente con el tono de la película.