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CRÍTICA

'Interstellar': Sin fronteras

Christopher Nolan firma su película más grande hasta ahora, y aunque no esté exenta de tropiezos, sería un delito perdérsela en pantalla grande. En cines el 7 de noviembre.

Por Jesús Agudo Más 4 de Noviembre 2014 | 10:04
El redactor más veterano de esta web. Palomitero y fan de que las series estrenen un capítulo por semana.

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Christopher Nolan mira al cielo, la Tierra se le ha quedado pequeña. No contento con lograr que espectadores de todo tipo de gustos acogieran con los brazos abiertos una película centrada superhéroes, o con doblar París, y nuestras mentes, como si fuera una hoja de papel, ahora quiere conquistar el espacio. Desde sus inicios, ha demostrado que ambición no le falta, y se puede decir sin problemas que 'Interstellar' es su película más ambiciosa hasta la fecha, elimina las pocas fronteras que le podrían quedar. Es un viaje increíble, aunque esta vez se haya acercado demasiado al sol.

Interstellar

La película nos lleva a un futuro, aparentemente no muy lejano, en el que el polvo lo cubre todo, y una plaga se va cargando poco a poco todos los cultivos del planeta. El hambre se extiende y el aire se hace cada vez más difícil de respirar. Parece que el Gobierno no hace nada por solucionarlo, pero la NASA ha trabajado en secreto en un proyecto para buscar un nuevo planeta donde pueda sobrevivir la especie, utilizando un agujero de gusano para viajar a otra galaxia remota. Para pilotar la nave han pensado en Cooper, un hombre que se había reinventado como agricultor y que tiene que elegir entre quedarse con su hija o salvar a la humanidad.

'Interstellar' no se conforma con ser una simple expedición espacial. Es una historia sobre lo que estamos haciendo con la Tierra, con el futuro de la humanidad. Es una historia sobre la supervivencia, sobre la curiosidad científica. Pero también es una historia sobre la familia, y sobre el amor de un padre por su hija. Christopher Nolan ha querido abarcar mucho, como siempre lo ha hecho, pero esta vez el salto parece gigantesco, ha arriesgado mucho abarcando tanto. El que no arriesga no gana, dicen, y Nolan ha vuelto a ganar, aunque esta vez queden más claros los tropiezos en un total igualmente sobresaliente.

Nolan ha firmado una travesía interestelar absolutamente intensa, trepidante, no deja tregua y es lo que consigue que sus casi tres horas de duración se pasen como un suspiro. Nolan nunca nos toma por tontos, y aunque probablemente no sepamos mucho de relatividad o física cuántica, es capaz de hacer una aventura abrazando la ciencia e intentando contar con ella lo máximo posible, tendrá sus agujeros pero no son importantes, hablamos de ciencia ficción al fin y al cabo. Todos los momentos de los astronautas en la Endurance y la exploración más allá del agujero de gusano son el motor de la película, es cautivador e inesperado, donde se le ve más cómodo, lleno de enigmas que invitan a seguir con los ojos bien abiertos para intentar encontrar su solución. Los momentos de tensión, los de supervivencia, elevan la calidad de la película al infinito, y llegan todavía más allá cuando la banda sonora de Hans Zimmer se viene arriba, utilizando un órgano como elemento principal, y jugando con el silencio de manera magistral. No se le puede sacar ningún pero al segmento de la aventura, es épica pura, y deja claro que Nolan puede jugar en este terreno como le venga en gana. Es un viaje en el que merece la pena enrolarse.

Interstellar
Tampoco funciona nada mal la inclusión del elemento emotivo, la relación de Cooper con su hija Murph, de hecho, es el combustible del viaje. Matthew McConaughey consigue volcar todo su talento interpretativo para ponernos en la piel de alguien con una decisión tan difícil de tomar, y el peso de ella a lo largo de cada paso que da. En el fondo, se nota que Nolan ha querido hacer una película sobre lo que significa ser padre, y aunque no le ha salido mal del todo, el gran problema que encuentro en 'Interstellar' es que no ha conseguido incluir al amor del todo bien en la ecuación. Cierto es que algunas escenas con su hija, tanto en la Tierra (sobre todo en la despedida) como a través de las grabaciones que le llegan desde la base, son realmente emotivas y muestran la fuerza de un vínculo entre un padre y un hijo. Pero es la única relación que funciona, los demás personajes parecen sobrar en toda la historia, desaprovechándolos a muchos de ellos. Por ejemplo, pocos padres dejarían tan claro quién es su hijo favorito, cuando el otro no ha hecho nada para desmerecer el amor de su padre.

El tema del amor acaba volviéndose incluso un lastre cuando intenta incluirlo en el discurso científico. Es lo que más chirría a lo largo de la película, dejando claro que es la asignatura pendiente de un director que, también en esta ocasión, demuestra saber controlar perfectamente los aspectos del montaje, la fotografía o el ritmo de la historia. Repito, es muy difícil que pasen tan rápido películas de esta duración, e 'Interstellar' es casi un juego con la relatividad del tiempo en sí mismo. De no haber intentado colar el amor como una variable (aunque sí funcione para retratarnos como seres humanos) podría haberle salido una película mucho más redonda. Pero, digo sin temor a represalias que sería un error no ver lo grandioso de 'Interstellar' por este tipo de cosas. De la misma manera, se empeña en explicar más de lo necesario en la conclusión, cuando le habría salido mucho mejor dejarnos como en 'Origen', con un tótem girando y haciéndonos decidir qué es lo que querríamos que pasara. Nolan me gusta más cuanto más críptico se pone, y aquí se evidencia demasiado y demasiado pronto. La resolución no va a contentar a todos. Para los que nos ha gustado su cine de siempre, será un mal menor en un viaje que es espectacular. Para los muchos que se han empeñado en ponerle la cruz, esta vez les ha dejado demasiado fácil la búsqueda de cosas que echarle en cara. Elijan bien con quién van a verla, porque la discusión está asegurada.

Interstellar

Es hora de volver a mirar a las estrellas

Sin embargo, no se puede negar que, como epopeya galáctica, es grandiosa. Visual y técnicamente perfecta, de visionado obligatorio en la pantalla más grande posible para captar la inmensidad del espacio. Además, consigue recordarnos lo cautivador que es el espacio y todos los misterios que esconde. Hace poco leía un artículo de Rosa Montero en el que se lamentaba de que el ser humano ha dejado de mirar al cielo para mirar al suelo. Hoy se lo he vuelto a escuchar al personaje de Matthew McConaughey, y no podría estar más de acuerdo con ambos. Lo mejor que tiene 'Interstellar' es que Christopher Nolan ha vuelto a echar la vista a las estrellas con curiosidad, y ha creado una película que rinde homenaje a ese interés que teníamos por lo que había encima de nosotros, y lo que nos queda por descubrir en él. Lo hace, de nuevo, eliminando cualquier frontera, narrativa y técnica, y derrochando ambición, su mayor virtud y principal defecto. No hay duda que si hubiera apuntado un poco más bajo, si hubiera abarcado menos o si controlara mejor los sentimientos de sus personajes, probablemente no le habrían salido unos agujeros tan palpables. Pero si hay algo que valoro de Christopher Nolan es que no tiene miedo a mirar más allá, a arriesgar todo lo posible para seguir creando un cine personal, inteligente y con fundamento, y hacerlo espectacular y entretenido. 'Interstellar' es todo eso, es una aventura increíble, enorme. Y solo por eso, se merece de nuevo mis aplausos.