Tres años después de narrar los traumas de un periodista y el despertar sexual de una adolescente en 'Maya', la cineasta francesa Mia Hansen-Løve regresó con una propuesta que aparenta ser ligera pero que esconde un auténtico juego de espejos en el que reflexiona sobre los amores correspondidos a destiempo, las crisis creativas, las relaciones conyugales, la mitomanía sobre figuras célebres o la separación del artista sobre su obra en 'La isla de Bergman', presentada en la Selección Oficial de la 74ª edición del Festival de Cannes.
Penúltimo largometraje de la cineasta, quien volvió a Cannes este año para presentar 'Un beau matin', Hansen-Løve realiza un ejercicio que apuesta por retratar el proceso creativo de un matrimonio de cineastas, admiradores de Ingmar Bergman, que deciden encontrar inspiración en la isla de Fårö, lugar donde vivió hasta su muerte, el 30 de julio de 2007. Aunque la cineasta haya declarado que optó en dirigir en inglés para evitar que se viese como un largometraje autobiográfico, es imposible no ver cierta inspiración de su propia vida en la relación que se forja entre los protagonistas, Chris y Tony, cuya diferencia de edad incide aún más en el vínculo sentimental que tuvo Hansen-Løve con Olivier Assayas, con el que se llevaba 26 años de diferencia.
Aunque puede intuirse cierto desgaste en la pareja, Hansen-Løve rehúye de hacer una reflexión sobre la crisis matrimonial de un tándem de cineastas. Al contrario, es interesante cómo retrata las distintas maneras de crear de ambos y cómo el bloqueo que sufre ella solo es ella la que puede solucionarlo. Aquí puede verse las distintas facetas de una misma persona, al mostrarse a ambos como directores, él es, además, un cineasta de larga trayectoria internacional y que es recibido en la isla con un trato preferencial y distinto al de los demás turistas. Por otro lado, Hansen-Løve plantea hasta qué punto una obra de ficción tiene como base real las propias experiencias del autor.
Ahí entra en escena un poderoso juego de espejos, al surgir una película dentro de la propia película, en la que el personaje encarnado por Vicky Krieps cuenta el guion que está preparando, en el que narra una tortuosa relación marcada desde la adolescencia, en la que la pareja nunca logra encontrarse, pues cuando eran jóvenes, era "demasiado temprano" para enamorarse pero cuando se reencontraron, "era demasiado tarde". En ese relato, se construye una dualidad hipnótica, que le otorga una profundidad inesperada al largometraje, invitando a una reflexión sobre la atracción por los vínculos viciados y cómo estos son los que luego sirven como inspiración para obras artísticas.
Un sublime ejercicio de cine dentro del cine
Tanto en la crisis creativa de Chris como en el relato que narra, se plasman dos parejas que atrapan. Por un lado, están Vicky Krieps y Tim Roth. La actriz luxemburguesa tiene ese magnetismo innato que entremezcla traviesa curiosidad, serenidad madura y ansias de conocer, recordando a su contemporánea Anaïs Demoustier. Krieps tiene como réplica a Roth, quien parece mostrarse impertérrito ante la adversidad que sufre su esposa, pero que esconde un dejar hacer que debería ser el propio en una relación equilibrada. Por otra parte, están Anders Danielsen Lie y Mia Wasikowska, los cuales sirven como muestra de que es el arte el canal ideal para que las pasiones y emociones más primarias se dejen llevar. Ambos reproducen una relación tormentosa que le dota a la cinta de un toque apasionado, que vuelve a recordar que el cine no tiene por qué ser la reproducción completa de la realidad, sino un trampantojo intelectual.
Y en medio, Bergman. Es imposible no sentir que la cinta está envuelta por su mirada angustiada y desapacible, que contrasta con la hermosa calma de la isla. Se siente en cada momento el espíritu del director de 'Persona', 'Gritos y susurros', 'Fanny y Alexander', 'El séptimo sello' o 'El manantial de la doncella'. Aunque suene profano, es como si el propio cineasta mirase su legado, aunque eso significase una condena en el infierno, según las propias palabras del célebre realizador, quien detestaba visionar sus propias películas.
Hansen-Løve continúa erigiéndose como una de las cineastas más interesantes del panorama francés y de su generación. 'La isla de Bergman' es un auténtico juego de espejos en los que realiza un profundo y poliédrico retrato del arte, las relaciones maritales y los instintos pasionales. Una propuesta que cuenta con un reparto magnífico, una fotografía exquisita (obra de Denis Lenoir) y un ritmo sosegado que permite al público dejarse imbuir por esta reflexión artística (al ritmo de ABBA inclusive).
Nota: 8
Lo mejor: El momento en el que entra en escena el guion que escribe la protagonista.
Lo peor: Algunos momentos de humor se sienten fuera de lugar.