Los slasher juveniles vuelven a estar de moda reformulando las reglas clásicas. Como bien las explicaba uno de los mejores ejemplos recientes de ello ('Scream VI'), la intención es hacer un reboot (nuevo punto de partida coqueteando con ser remake de la original) para asegurar las recuelas (continuar como una nueva saga de esta franquicia). Desafortunadamente, este reinicio de 'Jeepers Creepers' no justifica ese renacer del título ni en su planteamiento ni en su ejecución, a cada cual más pobre.
Su vago intento parte de empezar todo de nuevo con tan solo un reconocimiento anecdótico hacia las anteriores entregas a modo de mito. 'Jeepers Creepers: El renacer' es la primera de la saga sin el director Victor Salva ni Jonathan Breck como el monstruo. Aparte de por razones creativas, esta es una manera prudente de desligarse del realizador acusado de violación que parecía intentar justificar la pederastia en 'Jeepers Creepers 3'. En lugar de continuar la historia de los dos hermanos como hizo esta polémica tercera entrega, la cuarta salta 23 años después al siguiente ciclo vital del Creeper con una joven pareja obsesionada por los relatos de terror. Pero esta vez, no parece que se vaya a descubrir a un Justin Long ni se convertirá en un film de culto como las dos primeras películas debido a todo lo que no es.
Esto no es película de cine
Cuando en las anteriores películas del director, un personaje dice "nazis de la luna, debes estar fumada", ya se puede intuir la factura formal y el tono de la saga 'Iron Sky'. Sin embargo, ahora el director finlandés Timo Vuorensola no sólo no ha mejorado el acabado de su nueva película sino que ha caído aún más en el cine cutre. Y lo que es peor: parece no saberlo. Lo único peor que contemplar esta película como a medio renderizar es asistir a sus constantes intentos frustrados de darse más importancia de la que puede y de la que necesitaría tener. Tal y como se intuye en el trailer, 'Jeepers Creepers: El renacer' es un intento de película muy cutre.
Al final, la serie B es otra opción totalmente respetable y casi siempre muy divertida que suele suplir su bajo presupuesto con un humor sin ningún tipo de pudor. Pero hace falta un factor clave: honestidad. 'Jeepers Creepers' no necesitaba convertirse en una revitalización trascendente made in Hollywood, y claramente tampoco podía. Qué reto tan mayúsculo para la interesante distribuidora Selectavisión vender esta cuarta entrega como algo importante o como algo entretenido, cuando no es ninguna de las dos cosas. Y sobre todo, venderla como una película digna de exhibirse en cines, donde no encaja bajo ningún aspecto y sus costuras serán aún más obvias.
Esto no es película de la saga Creeper
La base de los primeros minutos sí que dejaba entrever una buena recuela. La escena de apertura rinde homenaje a ese terror al volante inspirado de Steven Spielberg ('El diablo sobre ruedas') que dio comienzo a la saga. Además, lo utiliza para plasmar un contraste claro e inteligente entre la manera pasada y presente de retratar a los asesinos en serie. La relevancia ya la había conseguido con esta visión paródica de los true crime y el lapso de 23 años entre los últimos ataques del Creeper y entre la primera película con su reboot. Pero, de repente, empiezan otros muchos intentos frustrados de visiones sobre el terror. Aunque se agradece la innovación, una vez más ha faltado honestidad en el guion de Sean-Michael Argo. Su imperdonable decisión es la de convertir 'Jeepers Creepers: El renacer' en una película que menciona al Creeper pero que no trata sobre él. Por lo tanto, no parece pertenecer a esta saga en ningún momento más allá de la escena inicial.
El viaje de la pareja protagonista a un festival del terror ocupa demasiado tiempo como para no aprovechar esa interesante lectura tan bien exprimida en 'Hell Fest'. El toque friki y paródico aporta el poco entretenimiento que hay en la película; sin embargo, también se vive muy superficial esa exaltación de los cosplays tan épicamente llevada a cabo también en el cine B con la reciente 'Terrifier 2'. Tras dar demasiados tumbos, hasta más de la mitad de la película no empieza realmente el conflicto. Ahí intenta recuperar esa esencia definitoria de la saga como road movie claustrofóbica en un único escenario. ¡La escape room era la perfecta heredera actual del coche y el autobús escolar!
Esto no es una película de terror
Curiosamente, el mejor acabado de toda la película es su póster. Al final, este es el que puede atraer a todo tipo de público no necesariamente conocedor de la saga; más aún en la reciente fiesta del cine donde parece ser la opción fácil para pasar miedo. Aquí hace falta otro importante aviso: 'Jeepers Creepers: El renacer' no tiene absolutamente nada de terror. Ni un solo susto funciona lo más mínimo y, lo peor de todo: no te hace sentir absolutamente nada. Las dos primeras entregas compensaban ese bajo presupuesto con el mejor ingrediente del miedo: la anticipación. Vuorensola vuelve a dirigir con brocha gorda sin ningún tipo de tacto emocional o intento de crear un ritmo de tensión. Ni siquiera se regodea en el gore más allá de una única escena terrorífica. ¿Cómo es posible que todas las muertes ocurran en fuera de campo en esta saga?
La única realmente entregada a la causa es la protagonista y casi digna final girl. Tan solo los minutos en pantalla de Sydney Craven se hacen amenos en esta pesadísima hora y media. ¡Y aún así la apartan un rato largo de la historia! Igualmente desaprovechado está el Creeper, por primera vez interpretado por un actor distinto a Jonathan Breck. El maquillaje facial de Jarreau Benjamin parece haber sido el único receptor del escaso presupuesto, porque ni siquiera sus manos, cuerpo o el resto de habilidades apenas mostradas consigue salir de lo cutre (hasta se le notan las manos humanas por debajo).
Ni humor ni terror, ni remake ni reboot, ni Hollywood ni serie B. El principal problema de 'Jeepers Creepers: El renacer' no son los tumbos superficiales que da durante esos pesados 88 minutos, sino el estado completamente frío y vergonzoso que deja al final. Tras este, el único adjetivo que (tristemente) se queda en la mente del espectador es el de cutre.
