No se dice lo suficiente lo buena película que es 'Joker'. Es verdad que su mensaje podía ser peligroso y el guion tenía algunas cosas que chirriaban, pero el mejunje de 'Taxi Driver' y 'El rey de la comedia' versión Gotham que se sacó Todd Phillips de la manga para contar una historia de orígenes del antihéroe más famoso es espectacular. Y añado que, volviéndola a ver estos días, está envejeciendo bien.
Todd Phillips juró y perjuró que 'Joker' no tendría secuela porque ni él ni Joaquin Phoenix querían. Pero claro, llega Warner, ofrece 200 millones, y lo que era un no rotundo se convierte en un sí. Ahora solo le quedaba un pequeño reto por delante a la nueva Joker: Folie à Deux: estar a la altura de un filme que ganó el León de Oro en Venecia y dos Oscar, incluido el de mejor actor.
Para ello, el director estadounidense bien podría haber optado por llevar a las salas la misma fórmula que hizo grande a la cinta de 2019. Un trabajo sin riesgo que ofreciera rendimiento asegurado. Pero no, tanto Phillips como Scott Silver, que vuelven a firmar el guion, tenían algo completamente diferente entre manos. Un all-in que rompiera lo establecido, que significara puerta grande o enfermería. Y aunque se agradece el afán por sorprender, tocó enfermería.
Sí, es un musical
Dada la valentía de Todd Phillips por haber hecho 'Joker: Folie à Deux' de esta manera, sorprende que no haya sido igual de valiente al catalogar a su película como lo que es, un musical. Puede ser entendible a nivel de marketing, ya que el público potencial de 'Joker 2', aquel que admiró tanto la primera, no suele ser fan de este género. Pero si lo haces, atente a las consecuencias. Además, viendo la película, no creo que sea esto lo que más enfade a los seguidores incondicionales del Joker...
Volviendo al tema del musical, el filme se comporta como tal en sus más de dos horas de duración. La idea es buena, tiene sentido y conecta ambas películas. En el último tramo de la primera, Arthur Fleck (Joaquin Phoenix) utiliza el baile para evadirse o abstraerse de la realidad o de los sentimientos encontrados que pueda estar experimentando al cometer sus primeros crímenes. Es bastante orgánico que del baile pase a la música, sobre todo cuando se enamora de Harley Quinzel (Lady Gaga) en un curso de canto impartido en la cárcel.
Porque sí, 'Joker: Folie à Deux' transcurre en la prisión de Arkham dos años después de los sucesos de 'Joker', con Arthur Fleck a la espera del juicio que lo condene a la pena de muerte o lo redima. En Arkham, Arthur parece estar muy lejos de ser el Joker que se ha convertido en un símbolo en Gotham. Su abogada, Maryanne Stewart (Catherine Keener), pretende que el jurado y el mundo lo vea como una persona con un grave problema mental que no sabía bien lo que hacía, argumento con el que parece haber convencido a un manso Arthur, que solo cambiará cuando conozca a Harley, a Lee, a Lady Gaga.
Con ella su gris mundo se convierte en un musical de luz y color. Joaquin Phoenix sorprende gratamente en su faceta como cantante, aunque la verdadera estrella aquí es una Gaga que, como la película en general, va de menos a más, con unos números finales de gran nivel vocal. El problema es que, hasta llegar a ellos, la película abusa de canciones y música, con algunos números innecesarios que cortan el (poco) ritmo de la primera mitad, y que descolocarán a más de uno. Sinceramente, no hacían falta tantas escenas musicales para avanzar en la trama.
Hemos hablado de ellos como cantantes, ¿pero qué tal en el resto de la cinta? Joaquin Phoenix intenta hacer algo diferente al mostrarnos a un Arthur Fleck al filo de la navaja entre entregarse a los brazos del Joker o admitir que en el fondo no es más que un hombre débil con muchos problemas. Sin embargo, su actuación puede dejar algo frío, quizás porque ha perdido el factor sorpresa que le hizo ganar el Oscar en 'Joker'.
Más interés desprende Lady Gaga precisamente por ser la novedad, y aunque su trabajo es bueno, las enormes expectativas de principios de año, que la situaban como una de las favoritas al Oscar a mejor actriz, juegan en su contra. No obstante, el problema en este caso parte de un guion que no la explota al máximo. Además, en ciertos tramos se echa en falta una mayor química o conexión con su compañero de reparto que sirva para terminar de impulsar el nivel de ambos en pantalla.
¿Sacrilegio o un punto de vista necesario?
He aquí la gran duda viendo 'Joker: Folie à Deux', especialmente su último tramo, quizás el más interesante de la película y el que más dará que hablar. Muchos no dudarán en rechazar la secuela y en hacer como si nunca hubiera existido. Intentando alejarnos de extremismos, sí es verdad que uno de los grandes errores de la secuela es borrar de un plumazo cualquier crítica social que daba sentido al filme original.
'Joker' sustentaba y casi justificaba el arrebato violento de Arthur Fleck en la respuesta a una sociedad injusta que ahoga al pobre mientras aúpa al rico, y donde la anarquía parece la única respuesta al capitalismo y a la clara derrota de la ciudadanía en la lucha de clases. De esto ya no se habla en la segunda parte, quién sabe si en un intento por retractarse de un mensaje belicista que caló entre sectores de la extrema derecha de Estados Unidos.
El debate principal que plantea 'Joker: Folie à Deux' es si Arthur Fleck es un psicópata asesino que busca tomarse la justicia por su mano, o simplemente una persona con una enfermedad mental que no era consciente de lo que hacía. Aunque la sensación es que hasta el propio Phillips tiene dudas de cómo responder, viendo los bandazos que va realizando la película, sí es interesante la discusión que puede generar en torno a Arthur Fleck. ¿Y si Gotham y nosotros le sobrevaloramos y no es el Joker, sino un simple hombre solitario y aislado con delirio de grandeza al que la fama y la responsabilidad de liderar un movimiento le supera, y que hará lo que haga falta para ser querido?
La intención de plantear este tipo de dudas sobre aquellos personajes que endiosamos es quizás lo más relevante que podemos sacar de la película, aunque para llegar a ello se haya destruido por el camino la mayoría de lo construido en 'Joker'. A veces, quien arriesga pierde. Esta es una lección que en 'Joker: Folie à Deux' aprenden tanto Arthur Fleck como Todd Phillips.