En 2007, tres jóvenes de Miami de entre 21 y 25 años se convirtieron en una de las más improbables fuentes de suministro de armas del ejército estadounidense. Encerrados en un pequeño apartamento durante meses, fumando marihuana y metiéndose la esporádica raya de coca, Ephraim Diveroli, David Packouz y Alex Podrizki llegaron a un acuerdo por valor de 300 millones de dólares con el Pentágono.
Ellos y su historia de auge y caída fueron los protagonistas de un nominado artículo de Rolling Stone, 'Arms and the Dudes' ("las armas y los colegas"). Y ahora, esa historia se ha convertido en película dirigida por Todd Phillips ('Resacón en Las Vegas') y protagonizada por Jonah Hill (Efraim) y Miles Teller (David). En la adaptación, firmada por el propio Phillips, Stephen Chin ('Al final del edén') y Jason Smilovic ('El caso Slevin'), el tercero en discordia, Alex Podrizki, desaparece del mapa.
Así 'Juego de armas' se convierte en el relato de dos amigos que se hacen ricos vendiendo armamento al gobierno. Es una mezcla de buddy movie, comedia gamberra y un descarado homenaje al cine de mafiosos. Es el noveno largometraje de ficción de Phillips, que debutó con 'Road Trip' (2000), siguió con 'Aquellas juergas universitarias' (2003) y acabó con la trilogía 'Resacón' entre otros proyectos. Acostumbrado a comedias plagadas de hombres inmaduros y a repetir con actores como Will Ferrell, Ben Stiller y Zach Galifianakis, esta es la primera vez que se atreve con un fondo tan oscuro para su película.
Eso sí, el fondo se queda ahí, de fondo, y ese es el mayor error del filme. Phillips no quiere o no puede ir más allá, a pesar de estar contando una de las historias más malsanas y representativas del sistemático Estados Unidos del fraude y la ambición amoral. Estos dos personajes son criminales, avariciosos, cobardes y oportunistas, pero Phillips los trata como a dos niños traviesos que no saben dónde se están metiendo. Y tampoco los humaniza, pues sobre el papel no hay exploración ni construcción de personajes: un par de pinceladas, suficientes, eso sí, para que Hill y Teller brillen durante todo el metraje.
Lo que sí funciona es la comedia, obviamente, y en eso Jonah Hill se lleva la palma. Sin demasiada base en el guion, su interpretación como Efraim tiene sutiles matices que lo salvan de caer mal, a pesar de ser irredimible. Sin embargo es su relación con Miles Teller lo que eleva la cinta: la química de ambos y su viaje conjunto hacia el abismo permiten que el relato siga interesando pasada la hora y media.
También aportan al conjunto un puñado de buenos secundarios, entre ellos el personaje interpretado por Bradley Cooper, que están lo justo para hacer avanzar la historia, darle empaque a los dos protagonistas y jugar papeles importantes en momentos clave del guion. En la superficie, y si no esperas profundidad ni novedad, Phillips construye una película disfrutable, reconocible y cómoda de ver, sobre todo para los fans de los géneros a los que recurre.
Lo que es una pena, en realidad, porque el material daba para obra maestra. 'Juego de armas' es otro ejemplo más del arquetipo del sueño americano, pero del más profundo y siniestro: toda persona ambiciosa puede hacerse a sí misma, saltarse las leyes y pisotear todo lo que se ponga en su camino para hacerse rica. No importan los medios, sino el fin de amasar cuantos más billetes mejor.
Amor eterno a 'Scarface'
Cuando 'Breaking Bad' llegaba a su fin, era muy fácil ver a los responsables de la serie citar constantemente 'El precio del poder'. La evolución del personaje de Al Pacino en la película de Brian de Palma había inspirado el viaje de Walter White. Efraim y David adoptan el mismo modelo e idolatran al hombre normal metido a mafioso. 'Juego de armas' es un homenaje a esa y otras grandes películas de mafiosos de aquellas décadas, como 'El Padrino' y 'Uno de los nuestros'. Lo hace desde la marcada estructura de capítulos hasta el mismo cartel promocional de la película, pasando por numerosas referencias explícitas en boca de los personajes y en el atrezzo. Como tal, es difícil no dejarse llevar por la nostalgia y el cariño a esos relatos, lo que genera una complicidad entre película y espectador.
También repite los fallos de entonces, como el abuso de la figura de la mujer plumero; una pena que Ana de Armas no tenga más oportunidades para desarrollar a su personaje, porque su naturalidad y carisma llenan sus escenas.
Eso sí, como con la historia que trata, 'Juego de armas' se queda en la superficie del homenaje. Ingredientes interesantes que, aunque no sean novedosos, podrían haberle dado más jugo a un conjunto potencialmente nutritivo, pero se quedan en adorno anecdótico de buen emplatado.
Nota: 6
Lo mejor: La química entre Jonah Hill y Miles Teller
Lo peor: Que no sepa desarrollar ideas y temas que darían para una posible obra maestra