Yvan Attal le ha cogido gusto a los thrillers tras dirigir el drama judicial 'El acusado', en el que exploraba los grises alrededor del consentimiento en un presunto caso de agresión sexual. Ahora, el realizador busca tener un desafío al desnaturalizar completamente una obra del dramaturgo Éric Assous. Lo hace con 'Jugando con fuego', una cinta de suspense que adapta lo que era una comedia de enredos y de salón.
Attal y Yaël Langmann, estrecha colaboradora del cineasta, convierten la obra 'Ball-trap' en un inesperado thriller. La pieza teatral era una comedia sobre dos amigos y cómo uno de ellos mataba accidentalmente a su amante. El guion da una vuelta de tuerca a ese concepto, enfocándose en una serie de preguntas sobre cómo se produce un asesinato, cómo se desarrolla y se lleva a cabo.
Una pregunta en la que se aprovecha que existen diferentes móviles entre los cuatro sospechosos, lo que provoca que se pueda explorar más allá de la propuesta inicial. Assous es un experto en el enredo sentimental. Attal lleva esa premia al suspense y lo amplía, duplicando el número de sospechosos. Ahora entran en juego las esposas de los dos amigos, así como una cadena de favores que va saliendo a la luz a lo largo de la trama.
Mathieu y Vincent se tienen una lealtad ambivalente. El segundo le salvó la vida al primero y éste se siente en deuda por ello. De ahí, que le encubra a Vincent cuando éste comete infidelidades a su esposa, Delphine. De cara a la galería, ambos y sus esposas forman dos matrimonios amigos idílicos en la hermosa Niza. Todo cambia cuando Mathieu cae rendido a Elsa, la última amante de Vincent, quien aparecerá misteriosamente asesinada.
Un thriller que sabe crear momentos de tensión
Aunque el culpable resulta evidente para el público, lo que hace que el thriller y la intriga atraigan es cómo el guion provoca que el resto de posibles sospechosos empiecen a echarse la culpa los unos a los otros por sus propias acciones. En metafórica lucha letal en la que el culpable termina ejerciendo como una especie de espectador que ve todo desde la grada, aunque llegue el momento en el que el escándalo le salpique.
Attal mantiene el juego de enredos, pero lo lleva a la intriga, a las sospechas y en cómo esas vidas idílicas terminan cayendo cual castillo de naipes. Aquí, se ve la buena mano del realizador y actor, quien protagoniza la cinta junto con Guillaume Canet, quien ofrece una de sus actuaciones más canallas. Al lado de ambos, unas formidables Maïwenn y Marie-Josée Croze, las cuales logran identidad propia en una propuesta que partía desde un enfoque enteramente masculino. Mención para Alma Jodorowsky, nieta del celebérrimo Alejandro Jodorowsky, quien encarna a la malograda amante.
Attal ha optado por el camino difícil con 'Jugando con fuego'. Esto es en el sentido de que él ya tiene experiencia en la comedia de enredos y podía haber realizado una versión más irónica y ácida de la obra original. En su lugar, ha realizado un thriller cuya premisa sabe llevar a buen puerto, dado que corría el riesgo de caer en excesivos clichés, cosa que no pasa. Una cinta de intriga notable que se eleva también gracias a un calculado nivel de tensión y un reparto entregado.