Durante los últimos años, Jesse Peretz ha estado trabajando como director para televisión en diferentes series ya consagradas, como por ejemplo 'Nurse Jackie', 'New Girl', 'The Office' o 'Girls' (para las que ha dirigido varios episodios) o 'Glow', por cuyo capítulo piloto fue nominado al Emmy. Sin embargo, y pese a que el suyo no pueda resultar familiar y haya quienes piensen que 'Juliet, desnuda' es su primera película, el realizador estadounidense tiene ya cierto recorrido en el largometraje.
Antes de haber iniciado su etapa televisiva hacia el comienzo de la década de los 2010, Peretz estuvo compaginando la dirección de algunos títulos que pasaron desapercibidos ('Our idiot brother', 'Mi ex', 'The Chateau') con su faceta de director de videoclips (dirigió varios de los Foo Fighters). Hay que remontarse a su ópera prima, en 1997, para hallar algo de conexión entre aquel momento en su trayectoria y el estreno de su nueva película.
Fue en el Festival Internacional de Cine de Rotterdam donde el jurado de la crítica otorgó el prestigioso FIPRESCI a Jesse Peretz por 'Primer amor, últimos ritos', adaptación de una novela de Ian McEwan por la que se consideró que realizaba un "desafío a la actual narrativa estadounidense a través de su inesperada conexión entre humor, atmósfera y misterio sexual". Han pasado más de veinte años desde aquello, y Peretz no se ha consagrado como cineasta revolucionario ni parece haber querido adentrarse en la industria por la vía indie, que era en la que parecía que podía haber tenido algo más de suerte.
Podría decirse que ha sido gracias a la adaptación de una nueva novela de Nick Hornby, que el director vuelve a conectar con parte de su esencia (si es que en algún momento esta existe como tal) para presentarnos dos historias en paralelo que acabarán por converger. Una de ellas nos lleva hasta una pequeña localidad en la costa de Inglaterra, donde Annie (Rose Byrne) y Duncan (Chris O'Dowd) viven encerrados en una relación monótona, donde la nula pasión que él le demuestra a ella es diametralmente opuesta a la que enfoca hacia Tucker Crowe (Ethan Hawke), un músico norteamericano que vive en el anonimato desde hace años y del que ya nadie sabe nada, a excepción de Duncan, quien cual fan fatal con tendencia a la obsesión, lo venera ciegamente.
Por cosas del destino, en las que el hastío de Annie hacia la pueril admiración hacia el cantante tiene mucho que ver, ella acabará conociendo en persona al propio Crowe. Será cuando realmente los dos personajes acaben por replantearse qué es lo que han hecho bien en sus vidas y qué quieren hacer con ellas.
El personaje de Hawke, a modo de rebelde solitario cuya leyenda parece crecer con el paso de los años, verá cómo la publicación de unas demos de uno de sus trabajos, remueven ciertos fantasmas de su pasado que prefiere mantener olvidados. Es ahí donde se puede percibir parte de la firma de Hornby, escritor al que le debemos 'Alta fidelidad' (aplaudido cúmulo de citas a la cultura pop que fue llevada al cine en el año 2000 por Stephen Frears), convirtiendo ahora 'Juliet, desnuda', en una propuesta interesante sobre el mundo de la música, pese a que en esta ocasión lo que prime para el devenir de la película sean las relaciones establecidas entre los protagonistas.
En un título donde la música es tan importante, y teniendo en cuenta la película de Frears como la gran adaptación al cine de una obra Hornby, era evidente que las comparaciones iban a surgir. Pero el escritor de ahora (y por "ahora" nos referimos a 2009, cuando se publica 'Juliet, desnuda') no es el mismo que cuando escribió 'Alta fidelidad' (publicada en 1995), al igual que el Jesse Peretz actual poco tiene que ver con el que en los ochenta tuvo su propio grupo y quien apostó en cierto momento de su vida por ser director de videoclips. En esta comunión entre la música, los ídolos que crea y los vínculos que forja (en el caso del personaje de Crowe, vínculos que destruye y que se preocupará por recuperar), casan a la perfección los nombres de Peretz y Hornby.
Al estilo Sundance
En la adaptación del guion figura Jim Taylor (ganador en 2005 del Oscar al Mejor Guion Adaptado junto a Alexander Payne por 'Entre copas' y nominado en la misma categoría por 'Election' y 'Los descendientes'), nombre por el que pueden acabar de entenderse ciertos aspectos de la película que la acercan más a la tendencia de la comedia con sello Sundance (se vio por primera vez en la edición de 2018), que a una con trasfondo romántico al uso. Porque, y aunque lo que en realidad viene a decirnos 'Juliet, desnuda' es algo tan simple como "coge las riendas de tu vida de una maldita vez", puede que haya quienes se confundan y piensen que estamos ante la enésima comedia romántica yankee.
Y vale que haya algo acerca de las relaciones y el triunfo del amor, pero aun siendo simplista y absolutamente natural a la hora de presentarnos los conflictos internos de sus personajes, 'Juliet, desnuda' es una de esas pequeñas sorpresas que no estará entre lo mejor ni más taquillero del año, pero al menos hace que nos entren ganas de ver qué será lo próximo de Peretz.
Nota: 7
Lo mejor: Pese a que tire mucho de tópicos, la naturalidad con la que refleja el devenir de los protagonistas, lo que acaba siendo la principal baza de la película.
Lo peor: Algún que otro gag (el de la reunión sorpresa en el hospital) y cliché (las lesbianas del pueblo) demasiado forzados.