Llega el fin, otra vez, de la era jurásica. 'Jurassic World: Dominion' es la tercera entrega de la segunda trilogía de películas basada en la novela de 1990 de Michael Crichton y con su estreno decimos adiós por partida triple: a los personajes clásicos, a los nuevos y, al menos por ahora, a esta saga cinematográfica que inició hace casi tres décadas Steven Spielberg. Un desenlace así, tan apoteósico en su concepto, el 'Vengadores: Endgame' de los dinosaurios que la llama Chris Pratt, tenía que aprovechar todos los ases de la baraja y ha tirado de nostalgia para unir a las dos generaciones de actores y público en una sola película, o en una tremenda acumulación de ideas varias, homenajes y escenas de acción.
Lo que la premisa de 'Dominion' nos adelanta es que la historia transcurre 4 años después de los eventos de 'El reino caído', con los dinosaurios libres por el mundo coexistiendo con los humanos. Una pena que se quede en eso, en una premisa muy atractiva, un giro en la franquicia que realmente queríamos y merecía la pena explorar, porque si bien el primer tercio de la película sí nos deja ver algunos retazos de esta nueva relación entre especies en la secuencia del mercado negro, el prólogo en formato telediario o la escena de Claire Owens al rescate de los dinosaurios cautivos (muy en la línea de lo que nos planteaba también 'Okja'), enseguida nos vemos de nuevo recluidos a un espacio cerrado y controlado. Eso sí, esta vez en lugar de un parque nos encontramos un santuario propiedad de Biosyn, donde están trasladando a todos los dinosaurios que son capaces de capturar para su mantenimiento y estudio.
La trama se divide en realidad en dos líneas argumentales separadas que acaban convergiendo. Por un lado están Owen y Claire, los personajes de Pratt y Bryce Dallas Howard, al rescate de Maisie Lockwood; y por otro Ellie Sattler, Alan Grant e Ian Malcolm con la misión de resolver una crisis medioambiental a la vez que tratan de desenmascarar al gigante Biosyn y sus ambiciones por dominar el mundo. El encuentro entre ambos grupos, el choque generacional, es uno de los momentos más esperados de la película y la dinámica entre el reparto es fantástica, pero con tantas cosas que contar y tanto espectáculo que dar, ambas historias no conectan ni entre sí ni con el público, eligiendo forma por encima de fondo.
El cine de aventuras de antes, quizá por una cuestión de limitaciones técnicas o de presupuesto o por una evolución en el lenguaje cinematográfico, sabía cómo jugar con las expectativas del público y la anticipación. Las escenas de acción eran el momento más esperado y si estaban a la altura de la tensión que se había creado se convertían en el recuerdo más distintivo de la película. Si pensamos en 'Parque Jurásico' pensamos en la gelatina sobre la cuchara de Lex y el ataque de los velocirraptores, en Ian Malcolm guiando al T-Rex con una bengala y el pobre abogado devorado en el baño. Con 'Jurassic World' convertida en una sucesión de set pieces, peleas y ataques donde cada secuencia y cada criatura tiene que ser más grande que la anterior, es difícil que nada permanezca, que un dinosaurio cause impresión si sabes que después viene otro más grande, y otro y otro. Además, si una vez esta franquicia tuvo como protagonistas a científicos, personas relativamente normales buscando sobrevivir, Claire y Owen, una ejecutiva y un entrenador de animales, son una suerte de agentes especiales capaces de saltar a un avión en pleno despegue y luchar cuerpo a cuerpo con un atrociraptor. Menos es más, pero Hollywood no aprende.
Y es que aunque 'Dominion' tiene un guion extremadamente ambicioso escrito de nuevo por Colin Trevorrow, igual que sus dos predecesoras, como pasa con muchas sagas de este tipo que no paran de lanzar secuelas mientras se sigan vendiendo entradas, explotando a la gallina de los huevos de oro, 'Dominion' ha terminado pareciéndose a uno de los animatronics tan famosos de la franquicia: imita una historia viva y con alma cuando en realidad solo es una maquinaria muy bien engrasada.
El regreso más esperado
Es verdad que 'Dominion' está tan llena de referencias y guiños a la película original que por acumulación estos homenajes se convierten a veces en repetición y clichés, pero no ocurre así con los regresos de Laura Dern, Sam Neill y Jeff Goldblum. Con más que contar y una mezcla de nostalgia, un reparto entregado y personajes mucho mejor construidos que los nuevos, es su trama lo más interesante de toda película y curiosamente tiene poco o nada que ver con los dinosaurios. También vuelve, en una decisión mucho menos acertada, Lewis Dogson (Campbell Scott), quien una vez encargase a Dennis Nedry sacar embriones de Isla Nublar en una lata de espuma de afeitar, ahora reconvertido en un villano con aires de Steve Jobs, casi al nivel de caricatura, pero con una codicia y maldad más en sintonía con Elon Musk.
Sobre el reparto hay que mencionar también la entrega absoluta de Howard y las incorporaciones de DeWanda Wise y Mamoudou Athie, personajes nuevos que encajan muy bien, al no tener que cargar con el peso de su propia historia, con este espíritu aventurero a lo 'Indiana Jones' que impera sobre las 2 horas y 26 minutos que dura 'Jurassic World: Dominion'.
Volviendo a su argumento, 'Dominion' tiene un trasfondo ecologista, concienciador y animalista muy necesario, que además se replantea el que ha sido uno de los sellos de identidad de esta nueva trilogía: la creación de nuevas especies. Si en 'Jurassic World' InGen se inventaba el Indominus para mantener el interés de los visitantes, algo así como cuando un parque renueva o incluye atracciones nuevas; en 'El reino caído' el Indoraptor era un ser único a subasta para que la gente rica se sintiese más especial. Vamos, lo que viene siendo un NFT con dientes. En esta ocasión Trevorrow vuelve a poner la ciencia al servicio del capitalismo, pero esta vez sus empresarios sin escrúpulos jugando a ser Dios ya no buscan solo vaciar los bolsillos de la gente, sino directamente lograr el monopolio de la supervivencia humana.
Este aviso tan urgente de que tenemos que salvar el mundo para salvarnos como especie y la consigna de que todas las criaturas tienen el mismo derecho a la vida y la libertad están tristemente a la sombra de la especularidad constante. Y es una pena, porque si algo nos demostró en su día Steven Spielberg es que el equilibrio entre historia y aventura sí es posible. Donde en 'Parque Jurásico' había un sentimiento de asombro, fascinación y miedo ante los dinosaurios, un mensaje de esperanza de que el mundo todavía puede sorprendernos recalcando la importancia de respetar la naturaleza y la vida tal y cómo es, esa atmósfera se ha tornado mucho más pesimista, básicamente acorde a nuestros tiempos, donde el calentamiento global y el abuso de los recursos no hacen más que aumentar las desigualdades mientras nos condenamos a la extinción.
Su punto fuerte son sin duda sus efectos especiales, probablemente intachables en una vorágine de acción y para los que han vuelto a recurrir a los robots, los animatronics, para los planos más cortos de los dinosaurios. Y hablando de estas criaturas, 'Jurassic World: Dominion' hará las delicias de los y las fans de la paleontología pues se han incluido en la película hasta 10 criaturas nunca antes vistas.
En resumen 'Dominion' es un espectáculo visual, con escenas de acción increíbles, una gran dinámica en su reparto y mucha, mucha nostalgia. Y bueno, hay que reconocer que en muchos aspectos intenta hacer algo nuevo, renovarse antes de morir. Pero también resulta repetitiva y excesiva en todos los aspectos, tiene diálogos muy flojos, especialmente en boca del matemático experto en caos, y un potencial desaprovechado tanto en su premisa de ver a los dinosaurios adaptarse al nuevo mundo como en los nuevos avances de la ingeniería genética. Es más grande, con mejores efectos, más especies y más acción que nunca, pero más no es mejor.
Nota: 6
Lo mejor: El regreso de Dern, Neill y Goldblum.
Lo peor: Su guion, demasiado que contar a la sombra del espectáculo. Y eso que ni nos hemos metido a hablar de los diálogos...