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CRÍTICA

'La Bella y la Bestia': Bonito cuento sin alma

Christophe Gans ofrece una nueva versión del clásico cuento, empeñado en relagarlo todo a un apartado visual falto de sustancia. Estreno, el próximo 14 de marzo.

Por Adrián Lavado Moreno 13 de Marzo 2014 | 10:20

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'La Bella y la Bestia' es uno de esos relatos que está completamente arraigado al acervo colectivo de nuestra sociedad. El cine se ha encargado de recogerlo en un sinfín de producciones, de mayor o menor interés, compartiendo todas el elemento común de la joven bella y bondadosa que tiene que enfrentarse cara a cara con la Bestia, esa parte animal que habita en el interior de todas las personas.

'La Bella y la Bestia'

Christophe Gans, director galo que demuestra en cada nuevo trabajo su enorme ambición en el plano visual, ha sido el encargado de acercarse con esta nueva versión, al clásico cuento de enorme tradición francesa. Con un presupuesto más que holgado, para tratarse de una producción europea, el director nos ofrece un festín para los ojos que deja de lado cualquier intención de desarrollar a los personajes y las relaciones que se establecen entre ellos. Una bonita postal vacía de contenido y tremendamente simplista durante todo su desarrollo.

Gans y la debutante Sandra Vo-Anh firman un guion que juega al despiste y que no llega nunca a cuajar. En su presentación, la historia intenta ser bastante fiel a la versión más extendida del cuento, para luego discurrir por tramas paralelas completamente insatisfactorias e incluso aburridas. La presentación de la historia es lo mejor de la película, pero se dilata mucho en tiempo, haciendo que el resto del metraje se exponga de una manera atropellada. Gans y Vo-Anh no definen en ningún momento el tipo de público al que quieren dirigirse. En 'La Bella y la Bestia' hay un poco de todo; romance, acción y guiños al público infantil (esos perros de caza reconvertidos en "Tadums"), pero presentado en pequeñas dosis que no llegarán a satisfacer a ningún tipo de paladar. Además, la trama se desarrolla de una manera entrecortada, siendo especialmente molestos los insertos que explican la transformación del príncipe en bestia.

Lo que debería haber sido el corazón del largometraje, la relación que se establece entre los dos protagonistas que hace que la joven consiga acabar amando al hombre que se encuentra debajo de esa apariencia atroz, se intenta despachar en un par de escenas bastante frías y relamidas. No hay una evolución, ni tan siquiera un hecho que justifique el cambio de mentalidad de Bella. En cambio, se opta por pasearla por el castillo y sus alrededores, para que los efectos visuales hagan el resto.

Y es que el director no tiene intención de transmitir absolutamente nada con sus imágenes, más allá de dejar constancia de su capacidad de crear algo visualmente bello e impactante. En este aspecto, no se puede negar que 'La Bella y la Bestia' tiene un trabajo aceptable, con un diseño de producción más que decente y un resultado que no tiene nada que envidiar a las superproducciones que se hacen al otro lado del charco.

'La Bella y la Bestia'

Un villano sin interés

En el plano actoral ninguno de los implicados ofrece un trabajo destacable. Léa Seydoux luce palmito y pone caritas dependiendo de la situación en la que se encuentre y Vincent Cassel, cuando no se ve sepultado por los poderes transformadores del retoque digital, simplemente cumple con su cometido y poco más. Mención especial merece Eduardo Noriega, no precisamente por su interpretación, sino por tener el personaje peor dibujado de la historia. Todo cuento tiene un villano entre sus filas y en 'La Bella y la Bestia' se opta por Perducas, un personaje funcional que se presenta con el único objetivo de introducir un poco de acción al final de la película de la manera más burda posible. Para más inri, lo único que salva la interpretación de Noriega es su voz en la versión original, trabajo que debería agradecerle al actor encargado de doblarlo.

Por suerte, 'La Bella y la Bestia' no intenta enrevesar su historia hasta caer en el más espantoso de los ridículos, como sí hicieron dos superproducciones Disney que daban un descabellado giro a las conocidas novelas de Lewis Carroll y L. Frank Baum. Sin embargo, su simpleza y falta de garra, hace que esté a años luz de dos grandes obras maestras como son 'La Bella y la Bestia' de Jean Cocteau o la realizada por la compañía del ratón a principios de los noventa.