Moritz Bleibtreu es como un animal en la piel de Urs Blank, el protagonista de 'La cara oculta de la luna'. Tras habituarse a vivir en cautividad y replegarse en una vida acomodada donde ha dejado apartadas sus emociones, brotan en él los sentimientos más primitivos y descubre esa epidermis que siempre reprimió y ahora escuece e irrita como nunca.
Basada en el best seller homónimo escrito por Martin Suter, este thriller psicológico muestra cómo un abogado de enorme prestigio retorna a sus raíces y se convierte en un lobo después de haberle arruinado la vida a Fluri, un hombre de negocios que se siente despojado de toda esperanza. Después de enfrentarse cara a cara con las consecuencias de su éxito, ese que ha conseguido sin preocuparse por lo demás ni lo más mínimo, Urs siente la llamada de la naturaleza y empieza a experimentar sensaciones a las que nunca antes había prestado atención.
En ese viaje iniciático que emprende el personaje, a través de una ambientación oscura y naturalista que se extiende como telón de fondo a lo largo del filme, conoce a Lucille, una chica que no se siente atada a nada ni a nadie y con la que tomará el camino del conocimiento al probar unas setas alucinógenas. Es en ese momento cuando Urs se enfrentará de lleno al salvaje, al lobo que lleva en su interior y empezará a moverse entre los límites de la moralidad común, mientras se enfrenta a los peligros de su antigua vida instigado por el mandamás del negocio farmacéutico al que ha estado representando, encarnado por Jürgen Prochnow ('El submarino', 'El código Da Vinci').
El primer punto a favor que sostiene la narración cuando nos adentramos en las entrañas del protagonista es la factura visual, que crea un ambiente de misterio y tensión a través de exteriores y que también se sirve de metáforas y símbolos para dar pistas sobre el interior que se abre paso en el protagonista. La dirección de fotografía logra mantener este código formal tan frío, crudo y desprovisto de alivio alguno. Sin embargo, a medida que va avanzando la película, todo se queda a medio gas, como si en algún punto de la senda que recorre el protagonista realmente nos hubiésemos perdido en el bosque donde Urs Blank se deshace de la piel de cordero.
Los primeros desvaríos psicóticos del protagonista captan nuestro interés, pero a medida que escarbamos en el metraje del filme, el ritmo lento con el que el personaje se mueve se vuelve cada vez más tedioso y la motivación de indagar y destapar el misterio que habita en este tipo de thrillers pierde fuelle. Cuesta seguirle los pasos a Urs Blank ya que su camino empieza a llenarse de escollos que quedan en algunos puntos inconexos y escapan de la propia lógica del relato.
Así, la resolución del conflicto interior que atraviesa el personaje de Bleibtreu y su enfrentamiento con las fuerzas externas que tanto le irritan terminan fallando, con un clímax un tanto forzado pero que nos lleva a la particular redención del (anti)héroe tras encontrar su propio camino. Quizás resulte forzado porque se puede considerar que el verdadero final de la película ya lo hemos visto antes, con un revés que de cerrar al completo la trama, dejaría un mejor sabor de boca.
Nota: 6
Lo mejor: La premisa psicológica del protagonista, sobre todo al principio.
Lo peor: Que se diluya la acción y no mantenga las ganas de seguir al personaje.