CRÍTICA

'La furia', un retrato visceral de la oscuridad que desata la violencia sexual

El debut cinematográfico de Gemma Blasco nos enseña cómo la rabia y el dolor pueden convertirse en la única forma de comunicación cuando las palabras fallan.

Por Lucía Casañal Calvo Más 30 de Marzo 2025 | 09:10
Redactora de última hora. Si se estrena algo en pantalla, tráeme unas palomitas.

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Ángela Cervantes como Alex en 'La furia'
Ángela Cervantes como Alex en 'La furia' (Filmax)

Es el borde del abismo, la oscuridad dentro de la luz, la muerte en vida... algo que está a la orden del día. Agresión sexual, abuso, violación, da igual el nombre. En cualquier caso, es una situación desgarradora y perturbadora que sufren muchas mujeres en silencio. Una frontera que cuando se cruza, todo cambia irremediablemente. Sentimientos, emociones, físico, forma de vida, relaciones familiares, amorosas... todo deja de tener sentido por unos instantes que pueden quedarse grabados para la eternidad. Miles de historias se han escrito sobre esto, reflejando los estragos del trauma que viven las personas afectadas, pero, ¿cómo se sale de ahí? ¿es posible salir? Y si la respuesta es no, ¿cuál es el precio a pagar?

"Es importante que empaticemos con ello, que entendamos las profundidad y las consecuencias de la violencia sexual en una misma y en un entorno y como esto puede dilapidar muchas cosas, para que luego ya podamos hablar de superación y reparación", explicaba Gemma Blasco en una entrevista con eCartelera sobre su magistral debut cinematográfico. Ella es la directora de ' La furia', una película sobre violencia sexual que se estrenó en las carteleras de los cines el 28 de marzo de 2025. Un relato que nace de la necesidad de encontrar referentes que tratasen esta forma de violencia desde un punto más visceral, con una mirada más oscura y que, después de un primer visionado, te das cuenta de que cumple con lo que había prometido.

Àlex Monner y Ángela Cervantes como Adrián y Alex en 'La furia'
Àlex Monner y Ángela Cervantes como Adrián y Alex en 'La furia' (Filmax)

'La furia' es una historia contemporánea, una reflexión personal y un problema del día a día. La violación como tema principal de esta cinta, la "venganza creativa" de una directora que se "moría de ganas de contarla gritando, rugiendo, desde la garra" y la manera de gestionar este proceso traumático desde el punto de vista de la víctima y de los familiares. Diferentes caminos narrativos, aportan una mirada oscura y profundizan en cómo el entorno a menudo actúa y se impone sin tener en cuenta el dolor, las necesidades, los deseos de la víctima, robándole su lugar.

Alex, interpretada de manera impecable por Ángela Cervantes, es una joven actriz, que a los pocos minutos de presentarse en la gran pantalla sufre una terrible y desgarradora agresión sexual en Nochevieja. Adrián, su hermano, con Àlex Monner en el papel, no sabe en cambio cómo lidiar con la situación. Al principio no la cree, la cuestiona. Se distancian. Ella se va poco a poco consumiendo sola. Asco, vergüenza, culpa... todo entra en juego. Mientras, él sigue atormentado. Sus dudas se transforman en desapego, frustración y rabia. Ella se refugia en el teatro. Su personaje en la ficción teatral quiere venganza... pero, ¿qué dice su 'yo'?

No es un trauma, es la oscuridad que se genera a raíz del mismo. No es una historia delicada, ni frágil. No es una narrativa panfletaria. Es la rabia, una furia que nosotras, las mujeres, también llevamos por dentro y tenemos derecho a transitar. La cara oculta y desapercibida de un problema real, que todas las víctimas pueden llegar a transitar en algún momento. Siempre se habla de la pena, del conflicto interno, de la dificultad para salir del trauma, de la despersonalización de la afectada... y dónde está el enfado, la destrucción -que no la autodestrucción-, el fuego interno, ¿la venganza?

Una apuesta segura del panorama actoral

De las improvisaciones a la puesta en escena, de la actuación a la realidad. Ángela Cervantes lleva desde los doce años preparándose para el papel para terminar así, dejándonos con una interpretación que nos pone los pelos de punta. Un papel muy complicado, diferente a los personajes que interpretó en 'Chavalas' o 'La Maternal' -con los que se alzó con dos Premios Gaudí a Mejor Actriz Secundaria-; una chica violada, que no se acuerda de quién es su agresor... una hermana incomprendida, que pasa de estar rodeada de gente a sentirse totalmente abandonada, sola.

Ángela Cervantes como Alex junto a Ana Torrent en 'La furia'
Ángela Cervantes como Alex junto a Ana Torrent en 'La furia' (Filmax)

Ángela transforma la visión y experiencia personal de la directora, en la suya propia. Ellas, dos amigas que se conocen desde pequeñas, parece que también se entienden y se conocen cómo si fueran una en la cinta. Como Gemma Blasco dice: "Escribí la película sabiendo que lo haría ella" y qué gran acierto... La mente y el cuerpo de Cervantes se unen para proyectar en los espectadores las sensaciones físicas y los pensamientos internos de una víctima, una hermana y una actriz. Tres figuras que se funden a la perfección para contar esta historia a través del teatro y de la realidad dentro de la ficción.

La actuación de Ángela Cervantes es clave en esta representación, ya que logra transmitir con crudeza el aislamiento, la confusión y la furia de su personaje. A través del teatro como vía de escape y confrontación, la película consigue una fusión impactante entre la realidad y la ficción, obligando al espectador a reflexionar sobre el peso de la violencia sexual y su impacto en las relaciones familiares.

Monner y sus pequeñas pinceladas infalibles

Lo más difícil a la hora de fijar frente a la cámara el personaje de Monner era encontrar la dosificación de la información... cómo mezclar los sentimientos que Adrián tenía hacia su hermana, la ternura, la complicidad, el amor del principio con incomprensión, y cómo esa incomprensión pasaba a la rabia y esta rabia acababa desembocando en ira... desconectando de ella y desconectándose de su propio cuerpo. El protagonista de 'Pulseras rojas' o 'Los niños salvajes' -cinta por la que le condecoraron con el Premio Gaudí a mejor Interpretación Masculina Protagonista- ha vuelto a hacer su magia, consiguiendo un arco transformador que muchas otras producciones no llegan a alcanzar.

Al igual que Cervantes, Monner canaliza su interpretación con sus emociones a flor de piel, pero también con su apariencia física. Adrián pasa a estar más delgado, más pasado, con una mirada un poco más volátil, y esa es la sensación que consigue transmitir al público. El equipo y el actor consiguen crear un personaje desgastado, desfavorecido y perdido... de lo que fue un chico explosivo, enérgico y simpático. Una transformación muy realista y humanizada, que pone la piel de gallina. Realmente te paras a pensar, ¿qué haría yo en su situación? Porque por fortuna y por desgracia -a partes iguales-, siempre son más las personas que viven el papel del familiar o del amigo de la víctima, que el de la mujer agredida.

El telón de fondo

El teatro es la distracción, la vía de escape, el 'dejar pasar el tiempo' que pronto cambia su cometido en la trama para empezar a ser el canal de transmisión de emociones reales y palpables. "Era muy fina la línea... entre que se viera que es teatro, pero tampoco hacerlo demasiado grande y poco conectado con toda la línea natural que llevaba la película", exponía Cervantes en una entrevista con ecartelera. El escenario se utiliza como una representación del sentimiento de furia. Al igual que el pasillo desenfocado por el que avanza Alex -antes de ser violada- nos comunica que 'algo' inesperado va a pasar. O como los colores llamativos y las luces estroboscopicas (excelente trabajo en fotografía de Neus Ollé) nos transportan a la cabeza de la protagonista, a sus miedos y a su frustración interna.

Sin embargo, la historia se adentra en el abismo del dolor sin ofrecer respuestas claras ni una resolución convencional, lo que puede generar una sensación de desasosiego y frustración. Además, la película exige un alto nivel de implicación por parte del público, ya que la línea entre la teatralidad y la narrativa cinematográfica a veces se difumina, lo que puede hacer que algunos momentos resulten demasiado abstractos o desconectados del tono naturalista general.

La furia, el sentimiento que da sentido a toda la película, y más en concreto, al final de la interpretación. Cuando salen los créditos de cierre, se encienden los focos y tú estás con la boca abierta, analizando qué es lo que acabas de ver.

8
Lo mejor: Su capacidad para plasmar el trauma de una agresión sexual desde una perspectiva visceral y realista. La película no se detiene en la victimización, sino que explora la rabia como una emoción legítima y necesaria en el proceso de superación.
Lo peor: Su intensidad emocional, los saltos temporales y su tono oscuro pueden resultar difíciles de digerir para algunos espectadores.