Decía en una entrevista Emily V. Gordon, co-guionista de 'La gran enfermedad del amor', que le gustaría crear un Tumblr llamado "musulmanes divirtiéndose" porque, y especialmente entre los estadounidenses, al imaginar a un musulmán nunca se nos vienen a la cabeza comiendo un helado o montando en una montaña rusa. Al final, en lugar de un tumbrl, Emily y Kumail Nanjiani han creado una película en la que la religión, la familia y el choque cultural se reflejan con absoluta naturalidad en una comedia agridulce que no renuncia a su identidad.
Kumail Nanjiani protagoniza junto a Zoe Kazan la propia historia ficcionada de su vida, en la que un cómico inmigrante pakistaní se enamora de una chica americana. Entre ellos no hay en realidad ninguna diferencia cultural, pero Kumali no tiene el valor de contarle a su familia que sale con una chica blanca, que no reza y que tampoco está dispuesto a casarse con ninguna de las mujeres que su madre invita cada noche a cenar a casa.
Sin necesidad de recurrir a un montaje romántico excesivamente edulcorado, vemos cómo poco a poco su relación se convierte en algo sólido, real, un romance que nos resulta familiar en su cotidianidad. Y todo encaja bien, hasta que Emily descubre que los padres de Kumail no sólo no conocen su existencia, sino que están tratando de encontrarle la esposa perfecta. Afortunadamente, la historia no trata de dar un discurso manido en contra del matrimonio concertado, como tampoco intenta justificarlo. En su lugar, hace un gran esfuerzo para reflejar otra realidad cultural y otras costumbres desde la comprensión, aún cuando ni siquiera el protagonista está dispuesto a conservarlas.
Cuando Emily empieza a sufrir una extraña y misteriosa enfermedad, los médicos la pondrán en un coma inducido y Kumali tendrá que hacer frente, no solo a unos sentimientos más profundos de los que creía, sino al choque cultural con los padres de su novia e incluso su propia familia. Es en esta segunda parte de la historia donde la película ataca el quid de la cuestión y lo que empezó como una comedia romántica al uso, tipo chico conoce chica, se convierte en una carta de amor a la familia y las raíces, a las que hay que honrar siempre pero no necesariamente obedecer. Kumali navega entre dos aguas, no quiere renunciar a uno de sus mundos para pertenecer al otro y será a través de su relación con los padres de Emily, interpretados por Ray Romanoy una Holly Hunter en absoluto estado de gracia, cuando consiga hallar su equilibrio personal entre ambos.
La dirección de Michael Showalter se esfuerza tanto en ser lo más neutral y aséptica posible que se acaba volviendo invisible y deja absolutamente todo el peso narrativo en el guión y las interpretaciones. De hecho, tiene mucha más presencia el estilo de comedia agridulce de Judd Apatow, productor de la cinta, que continúa en su afán por impulsar la carrera de jóvenes talentos del humor.
Gordon y Nanjiani no tienen miedo a la hora de hacer chistes sobre el terrorismo, la enfermedad o la rutina de un matrimonio en crisis y lo hace a veces jugando justo al límite del mal gusto y lo políticamente correcto. Pero, y aunque nos refiramos constantemente a ella como comedia, 'La gran enfermedad del amor' es más sentimental y amarga que realmente graciosa, y se asemeja a producciones actuales como 'Master of None'. Tanto Aziz Ansari como Nanjiani reflejan los problemas de identidad de los inmigrantes y el micro (y macro) racismo normalizado en una América que, en realidad, es mucho más multicultural de lo que a Trump le gustaría. Si la película consigue arrancarte una carcajada, reirás con un poco de culpa.
Los secundarios construyen la película
Aunque Zoe Kazan, la pobre, se pasa más de la mitad de la historia en un coma inducido y la trama de los amigos monologuistas es lo más cargante y accesorio de la película, es la coralidad del reparto la que permite representar con honestidad la heterogeneidad de la sociedad sin querer transmitir un mensaje especialmente importante o trascendental. Cuando nos sumergimos en la familia de Kumali, Anupam Kher y Zenobia Shroff construyen con pequeños matices a unos padres muy complejos que luchan como pueden contra los valores de la sociedad americana mientras viven completamente adaptados a ella. Contar este conflicto mediante la comedia y la rutina es clave para evidenciar cómo podemos conectar con gente con la que no tenemos nada en común (o eso creemos).
'La gran enfermedad del amor' es una oda a la diversidad, a la herencia y la familia pero sobre todo a la identidad individual. Una sutil lección de vida que Gordon y Nanjiani han disfrazado de comedia romántica.
Nota: 7
Lo mejor: La madurez y claridad sin prejuicios con la que refleja las diferencias culturales.
Lo peor: Los amigos monologuistas y una dirección tan prudente que se hace invisible.