'La hija oscura', ópera prima de Maggie Gyllenhaal a la dirección, es incomodísima. El tema que vertebra su historia resulta ajeno al círculo vital de muchos, pero esto no es lo único que provoca cierto desasosiego. Es más la manera en la que se muestra su conflicto psicológico primordial, la que oprime a la vez que despierta un pensamiento recurrente: lo inevitable que es que se transforme en mil películas al mezclarse con el imaginario de cada espectador.
Siempre un film es la combinación del mensaje que quiere transmitir y todo aquello que hace a una persona ser como es: sus experiencias, su desarrollo personal, su educación, también su género... Y el resultado de ese encuentro entre lo lanzado por el cineasta y la esencia del espectador, pesa aún más en según que casos. 'La hija oscura' definitivamente cae del lado de las películas que están vivas más allá de la sala de cine y continúan creciendo y mutando en la reflexión que despiertan. Es estimulante.
También despierta la mente a la vez que es bienvenida su marcadísima perspectiva femenina, una forma de describir la vida que no termina de hacerse tan universalizable como el genérico masculino. La falta de control creativo total que han vivido muchas cineastas, tenía el paradigma un tanto limitado. Ahora, con películas como esta, dirigidas, escritas y producidas por mujeres, es como abrir los ojos a una realidad cinematográfica completamente diferente. Debido a que el espectro de la sensibilidad femenina es uno muy amplio, el hueco en la gran pantalla simplemente no era lo suficientemente grande para mostrar cada recoveco de un mundo interior que permanecía muy infrarrepresentado.
Y para llenar uno de esos recovecos viene la adaptación de Gyllenhaal de la novela homónima firmada por Elena Ferrante, historia que visibiliza la realidad de unas madres tradicionalmente condenadas por la sociedad; y de unas mujeres que, en muchos casos, se convierten en madres para evitar dicha condena. Olivia Colman encabeza la película en la piel de Leda, una profesora cuyo mayor trauma vital despierta de repente en medio de sus vacaciones en una isla griega. Nina, madre interpretada por Dakota Johnson, que termina convirtiéndose en una obsesión para Leda; provoca una inesperada reacción en la protagonista del film, que destapa su caja de los truenos particular al empatizar con el agobio que siente Nina ante la maternidad.
'La hija oscura' no ofrece respuestas masticadas, ni diseña su narrativa con la intención de adoctrinar, pero sí abre los ojos en cuanto a muchos roles asumidos por una gran mayoría de mujeres que no escapan a la estructura social preponderante, o bien porque no son conscientes de la misma, o bien porque consideran que sería un sufrimiento mayor nadar a contracorriente. Eso sí, sufrimiento siempre hay, en mayor o menor medida, presente en la superficie o enterrado bajo años de corsés femeninos. Sufro porque verdaderamente no quiero procrear y tengo que elegir qué llevo mejor: ser madre a mis expensas, o no serlo y colorear fuera de los márgenes, algo que muchas veces no es nada cómodo psicológicamente hablando.
"Haz lo que tú quieras", llega a aconsejar Leda a Nina. Lo que tú quieras nunca es sencillo para las mujeres en un mundo al que le interesa, tanto social como económicamente hablando, que se sigan manteniendo ciertas dinámicas. Sé madre o no lo seas, "haz lo que quieras". Ojalá fuera así de elemental. El debate en torno a la maternidad es denso, pero en 'La hija oscura' pesa más porque habla de una cuestión que muchos, aún hoy, zanjarían recurriendo al 'mala madre' que tan lejos queda de una problemática mucho mayor a la que contribuye la presión social, pero también ellos en muchos casos.
De eso también habla esta película cuyo guion adaptado por Gyllenhaal se ha hecho con una nominación al Oscar. Habla de esos hombres que 'ayudan' a sus parejas pero jamás llevarían el peso de criar a sus propios hijos; y de aquellos que simplemente son padres ausentes. Ellos que dejan a la mamá volverse loca ante lo complicado de su papel y la abandonan con toda la carga, la que se ve y la que no: la mental, que es la que retuerce las entrañas de ambas protagonistas. Las dos, en sus distintos puntos vitales, se ahogan y lo hacen por el mismo motivo: son madres que no quieren priorizar a sus hijas por encima de ellas mismas, y de todas sus necesidades y deseos. Son 'malas madres'.
Lo mejor del material de Ferrante al que Gyllenhaal trata tan bien, es que esconde debajo de la ficción una serie de conflictos femeninos muy reales, conflictos que presenta a través de las escenas cotidianas vividas por la joven Leda (Jessie Buckley) y del resentimiento que vertebra la insatisfacción general que predomina en la Leda de Colman, que hace un trabajo estupendo ante el que Johnson aguanta el tipo, lo que es decir mucho. Ambas intérpretes apuntalan el pesar que sienten sus personajes ante la materninad, mientras que el abanico de las mierdas cotidianas que aguantan muchas mujeres, se completa más con Buckley. Sobre los hombros de esta actriz recae la responsabilidad de transmitir las múltiples facetas femeninas, que no desaparecen cuando una es madre, o la tarea de recordar el reto que sigue siendo para muchas conseguir un reconocimiento intelectual y/o académico. Ciertamente las tres se lucen, aunque solo dos de ellas hayan logrado hacerse con la codiciada nominación a los premios de la Academia: Colman y Buckley.
Un debut muy notable
Maggie Gyllenhaal se estrena a la dirección con muchísimo gusto. Pero no solo eso, su enfoque, completamente de autor, embebe a 'La hija oscura' de una visión y dirección absolutamente firmes. Después de tres décadas de carrera, esta actriz se pasa al otro lado y lo hace utilizando la cámara para no dejar tranquilo al espectador. Sus planos, tremendamente cerrados la mayoría del tiempo, subrayan la intención de esta cineasta: retratar que lo que sucede no es la vida exterior a sus protagonistas, sino lo que hierve en su interior.
Resulta muy curioso que en contraposición, a la hora de plasmar lo que rodea a Leda, incluido todo lo repugnante que impregna a su día a día; Gyllenhaal adopte una mirada más abierta que rompe la atmósfera opresora, dando un respiro (dentro del asco) al espectador, que siente el peso que acarrea Leda a lo largo de toda la película. También hay que subrayar que este estilo, muy de cámara en mano, y de planos detalle de los rostros de cada una de las intérpretes, sube el nivel de dificultad para las actrices, por lo que su trabajo tiene aún más mérito.
'La hija oscura' es densa e incomoda de manera completamente consciente, es su intención y una apuesta arriesgada que puede alejar a parte del público; pero merece mucho la pena.
Nota: 9
Lo mejor: Que no tiene miedo a incomodar al espectador durante todo su recorrido, y a ponérselo difícil.
Lo peor: Que el reto sobrepase al espectador y evite la interesante reflexión que merece.