El cine español atraviesa una feliz etapa de eclosión de directoras noveles. En los últimos años hemos visto las primeras películas de Nely Reguera, Carla Simón, Arantxa Echevarría, Celia Rico Clavellino, Andrea Jaurrieta, Elena Martín, Carmen Blanco y Belén Funes, por citar algunas. Todas tienen en común un acercamiento naturalista a historias protagonizadas por mujeres y con pocos presupuestos pero grandes guiones detrás e interpretaciones delante de la cámara. Habrá que ver cuántas de ellas se mantienen, pero está bien añadir nombres nuevos a la lista, y con uno de ellos empezamos 2020: Lucía Alemany debuta con 'La inocencia', una película que ya pudimos ver en la sección de Nuevos Directores del pasado Festival de San Sebastián pero que llega ahora a los cines comerciales.
Escrita por la propia Alemany y Laia Soler, 'La inocencia' cuenta la historia de Lis, una adolescente que vive en un pequeño pueblo valenciano y pasa los últimos días del verano disfrutando de las típicas fiestas locales. Va a la piscina con sus amigas por el día, y por la noche se acerca a la discoteca con su novio, algo más mayor que ella y el camello del pueblo. Suena Chimo Bayo y los jóvenes se meten cocaína en los baños con mucha naturalidad. Pero no Lis, que no es una estudiante modelo pero sí lo suficientemente responsable para sacar adelante sus estudios con vistas a cumplir su sueño: en vez de cursar el bachillerato, quiere irse a estudiar a una escuela de circo en Barcelona.
Por lo que se cuenta en los medios de la película parecería que el gran tema es el embarazo no deseado que tendrá Lis con su novio, pero lo mejor de 'La inocencia' no está en su argumento. Trabajando desde la improvisación, Alemany exprime naturalidad a un reparto compuesto en su mayoría por actores amateurs (con la excepción de Laia Marull, Sergi López y Joel Bosqued, que interpretan a los padres y el novio de Lis respectivamente y están magníficos). Como ocurría con 'La hija de un ladrón' de Belén Funes, se nota que la debutante está grabando un mundo que conoce de primera mano. Los personajes hablan entre el castellano y ese valenciano que se habla en los pueblos, y la cámara capta imágenes que cualquiera que haya vivido en el Mediterráneo rural en verano reconocerá: ese botellón en el parking con neones y bakalao, las señoras sentadas al fresco de la noche estival, emperifolladas en la verbena, esos niños en la calle todo el día y parte de la noche...
Mejor aún, Alemany capta a la perfección el espíritu de un pueblo hipócrita que se pierde por los cotilleos y está obsesionado por el "qué dirán", encarnado todo ello en Sole, la madre de Lis. El villano de 'La inocencia' es ese puritanismo católico de boquilla. Que pase lo que tenga que pasar, pero de puertas para adentro. El contrapunto está en "Remedios Naturales", la madre de una amiga de Lis que personifica a esa típica mujer sin prejuicios a la que el resto del pueblo mira con suspicacia o directamente desprecio. Interpretado por Sonia Almarcha, este personaje sirve para hacer avanzar ciertas tramas y también para acercar posturas entre la madre y la hija protagonistas, cuya relación acabará siendo el corazón de la película. Alemany explora la relación maternofilial y sus aristas, aunque sin centrarse en ello como hacía Celia Rico en 'Viaje al cuarto de una madre'.
El centro del relato está en todo momento en Lis, interpretada por la jovencísima debutante Carmen Arrufat. En su primer papel rodado a los 16 años, Arrufat soporta el peso de la película durante todo su metraje y transita muchos estados y sentimientos sin dejar de resultar convincente y natural, con todo el mérito que eso tiene. Pero Alemany no solo está interesada en el viaje emocional de esta adolescente mientras se enfrenta a las primeras decisiones de su vida, sino también en su fisicidad. Las primeras imágenes que vemos en 'La inocencia' son de Lis en la piscina, nadando apaciblemente y jugando con sus amigas. Pero la cámara capta sus atributos físicos: pechos grandes y pelos en las axilas que contrastan con sus facciones infantiles y su actitud pueril. Ni niña ni mujer, sino las dos a la vez. Y la vamos a ver soñar, jugar, follar y crecer, cometer errores y enmendarlos, tomar decisiones y dar sus primeros pasos en la jungla de la vida adulta. Todo ello Alemany lo muestra sin juzgar, subrayar ni dramatizar, ni cosificar a unas niñas que están descubriendo su sexualidad con naturalidad. 'La inocencia' es un ejemplo más de un cine que solo podría hacer una mujer, y una muestra más de que el cine más interesante y honesto de España, ahora mismo, lo están haciendo las directoras jóvenes.
El infierno liviano
Habrá espectadores que cometan el error de confundir sencillez con simpleza. 'La inocencia' es ligera, y trata temas que en manos de directores más nórdicos como Michael Haneke o Rúnar Rúnarsson han dado para trágicos y turbadores dramas. Pero esto es un pueblo de Castellón, no del norte de Alemania ni Islandia, y la gravedad de esta historia pesa de forma distinta. Siguiendo a Carmen Arrufat por sus aparentemente triviales paseos por el pueblo, Alemany retrata un infierno que parece ligero pero pesará siempre sobre los que lo habitan: las relaciones hipócritas, la falsa mojigatería, el uso normalizado de las drogas, o un machismo latente, encarnado en el padre y el novio de Lis, que parece casual pero aplasta a las mujeres con un peso perenne. No es casualidad esa última escena en la que vemos solas a Lis y Sole, liberadas de esa prisión imperceptible y de camino a ejercer el gesto definitivo de libertad de la mujer sobre su cuerpo. Es una nota luminosa que nos deja ver que la hija podrá recorrer las sendas que la madre no pudo.
Nota: 8
Lo mejor: Su retrato fidelísimo de una zona concreta de España
Lo peor: Que su ligereza y su sencillez se confundan con intrascendencia y simpleza.