Vampiros. Esos seres que acompañan al ser humano en sus fábulas más terroríficamente desde el albor de los tiempos. Da igual el medio, da igual el nombre. Los chupasangre siempre han gozado y gozarán de un atractivo irresistible. Quizá por ello, Jessica M. Thompson, directora y reconocida "friki del terror" desde que era niña, ha querido sumergirse en el género de la mano de estas fantásticas criaturas. Así, la cineasta estrena 'La invitación', su segundo largometraje.
La película, protagonizada por Nathalie Emmanuel ('Juego de Tronos'), Thomas Doherty y Hugh Skinner, narra la historia de Evie, una joven recién llegada a Nueva York. Sin nadie de su entorno en la ciudad, Evie a un familiar lejano que la invita a una boda en Inglaterra en una aristocrática mansión medieval. Al llegar, conoce al anfitrión, Walter DeVille, con quien pronto surgirá una gran química. Pero esta celebración guarda un gran secreto.
Ideas que no cristalizan
'La Invitación' cuenta con una premisa fantástica. Actualizar el cuento de Drácula, tomando los ingredientes necesarios del relato clásico para llevarlos al siglo XXI. Para ello hace uso, en primer lugar, de un enclave atemporal que es vital para construir la historia que se quiere contar. En esta mansión de campo británica se encuentran elementos actuales entremezclados con otros absolutamente medievales. El diseño de producción de la cinta, en ese aspecto, se integra muy bien en la visión de la directora.
Sin embargo, lo que sobre el papel puede resultar fascinante, al trasladarse a pantalla pierde mucho de su efecto. 'La Invitación' cuenta con un enorme problema de tono. La cinta va lanzando escenas sueltas apoyándose en los clichés más básicos del cine de terror gótico. Pero apenas es capaz de infundir ese miedo en un par de ocasiones en todo su metraje. En lugar de centrarse en ello, Thompson apuesta fuerte por jugar con el multigénero, dando a ratos pinceladas de drama de época, comedia romántica, aventuras... En el proceso, sin embargo, se olvida de que lo que está contando es una película de terror.
Además, el pastiche tampoco acaba de funcionar. Secuencia tras secuencia, 'La Invitación' va dando tumbos a medida que avanza en una historia predecible y simple. El riesgo que toma su directora es loable, pero el resultado es una ausencia de cohesión, ritmo y, sobre todo, personalidad y tono propios. No alcanza ninguno de los objetivos que se propone, estancándose una y otra vez a la espera de un clímax que tarda una eternidad en llegar. Así, la cinta consigue, en el mejor de los casos, dar un entretenimiento sencillo, y en el peor un aburrimiento exasperante.
Estirar el chicle
Porque lo más grave de 'La Invitación' es su primera mitad. Más que una película de terror, la cinta juega primero con el drama vital y con el romance después como grandes ejes sobre el que construirse. Se esparcen cuatro sustos sueltos y sin mayores consecuencias mientras Evie quiere encontrar sus raíces y poco a poco se va acercando a Walter. Un acercamiento que, además, para el espectador es turbio, incómodo y artificial, pues es muy evidente lo que pasará después.
Así, después del primer acto que sirve como excusa para llevar a Evie a la mansión, el segundo se dedica a estirar sin parar la gótica historia de amor. Repetitiva y sin chispa, solo muy de fondo se intuye que esto era una película de terror. No consigue encandilar en ningún momento hasta que llega el final. Un desenlace que sí que presenta unos mimbres mejores que el resto. Algunas escenas son puro terror, como si de pronto el mechero encontrara la llama. 'La Invitación' encuentra su tono y se pone juguetona. El problema es que se apaga demasiado rápido, llega muy tarde.
Del Me Too a los ricos sin escrúpulos
Si algo bueno tiene 'La Invitación' son los mensajes que transmite. Pese a tratarse de un filme de género (un intento de), uno de sus temas capitales es la opresión. En primer lugar, es una historia escrita, producida y dirigida por mujeres. Y eso se nota, porque reflexiona acerca del papel de la mujer en la sociedad tanto actual como de las élites aristócratas ancladas en el pasado. Tratada como objeto decorativo o como excusa para la realización de un hombre, Evie se revela contra todo eso.
El segundo punto que trata es la opresión que ejercen aún a día de hoy ciertas familias (blancas) de ricos que viven en su burbuja. Son familias que se creen con el derecho de explotar y abusar de quienes no son de su condición. Y emplear la historia de Drácula con esta finalidad es, sencillamente, una idea muy buena y original. En líneas generales, al menos puede decirse que 'La Invitación' va de cara con su comentario social y es una película muy bienintencionada.
En resumen, el filme se trata de una historia con muy buenas ideas pero a la que le faltan cimientos en los que sostenerse. Además del terror gótico más clásico, recoge la herencia de dos grandes antecesoras recientes, 'Déjame salir' y 'Noche de bodas'. Pero no cuenta ni con la brutal tensión y lucidez narrativa de la primera ni con el ritmo endemoniadamente divertido de la segunda. Al final, 'La Invitación' se queda en una especie de tierra de nadie que la hace ser fallida porque podría aspirar a ser más.
Nota: 5
Lo mejor: El comentario social que realiza y los momentos en los que encuentra el tono de terror.
Lo peor: El desarrollo de una historia insulsa, predecible y que no se molesta en asustar.