Denis Villeneuve es el director del momento. Cuando estrena película, es una de las citas inexcusables del año. Pasó con 'Prisioneros' y con 'Sicario', cintas que se enmarcaban claramente en subgéneros concretos pero tenían algo más que las elevaba sobre la media. Repite jugada con 'La llegada', presentada en el Festival de Venecia, una película de ciencia ficción, del subgénero de invasión alienígena, que sorprende por su frescura y hondura, reafirmando al director canadiense; las ganas de ver su 'Blade Runner 2049' el próximo año ya están por las nubes.
Pero centrémonos en 'La llegada', que hay mucha tela que cortar. Bebiendo directamente de clásicos como 'Ultimátum a la Tierra', 'Encuentros en la tercera fase' o 'Contact', el guion de Eric Heisserer ('Nunca apagues la luz', 'Destino final 5') contiene todos los clichés posibles, empezando por la heroína rota y acabando por el papel de salvador del mundo de Estados Unidos (al que se une la importancia de China, como ya ocurrió en 'Marte (The Martian)', ese país que tantas alegrías está dando en la taquilla a Hollywood).
Pero es el mérito de Villeneuve que esas escenas que funcionan sobre el papel (cómo no van a funcionar, si vienen ya testadas de sobra) se conviertan en algo nuevo y fresco. Se debe sobre todo al dominio del canadiense en cuanto a tono, ritmo y pulso. Los momentos en los que la protagonista, doctora en lingüística "invitada" por el ejército a intentar comunicarse con estos extraterrestres, tiene los encuentros son capaces de quitar la respiración.
La estructura también es perfecta: unos flashbacks de tono íntimo y emotivo nos muestran la vida de la doctora Louise Banks antes de la tragedia que le sobrevuela (no diremos más, pues la primera secuencia, brillante y con reminiscencias al comienzo de 'Up', se disfruta más cuanto menos se sepa), mientras que en el presente la tensión escala por momentos. La aparición de 12 naves gigantes a diferentes partes del mundo, el reclutamiento de Louise, su preparación para el encuentro, la llegada a la nave por primera vez, la primera vez que ve a los alienígenas. A partir de ahí, la película se convierte en un thriller a contrarreloj en el que Louise tendrá que intentar hacerse entender y entender a los extraterrestres antes de que cualquier líder mundial pierda los nervios y acabe haciendo uso de la violencia.
El mensaje es claro, como suele ocurrir en las buenas historias de ciencia ficción que suplen la falta de sutileza con la importancia de su tesis: tenemos que aprender a comunicarnos si queremos sobrevivir como especie. 'La llegada' muestra un planeta dividido y al borde de la crisis internacional, un retrato tan actual y realista que incluso un giro de guion tan inverosímil como que las naciones decidan cortar comunicaciones y dejar de compartir sus avances entre sí nos resulta hasta cierto punto creíble.
Hay mucho de intriga política y thriller militar, pero 'La llegada' gana en las distancias cortas: en la relación de Louise con los alienígenas y cómo la misión le afecta personalmente, algo que recuerda a 'Gravity', aunque sin llegar a su nivel de emotividad.
Amy Adams contra el mundo
Igual que ocurría en la cinta de Alfonso Cuarón, el peso dramático recae sobre la mujer en el centro de todo, y Amy Adams está a la altura, sumando muchos enteros al resultado final. 'La llegada' no sería tan buena si no tuviera a una actriz protagonista que expresara de forma tan sutil y tan eficiente cosas tan diferentes y opuestas como la fragilidad, la valía, el miedo, la determinación, la curiosidad y la pasión, en muchas ocasiones a la vez unas y otras.
Le ayudan Forest Whitaker como el estricto Coronel Weber y Jeremy Renner, a la vez compañero de batallas y alivio cómico, y ambos cumplen, pero es Adams la que sobresale. La estadounidense podría recibir la sexta nominación al Oscar (aunque tampoco es su año) por conseguir que todos nos pongamos de su parte en sus esfuerzos por comunicarse con estos aliens que no sabemos si son amenaza o amigos.
Pero además 'La llegada' hace algo que no esperábamos, y que no necesitaba hacer, y sin embargo agradecemos: ponerle corazón. A la tensión y el entretenimiento que desprende este buen thriller de ciencia ficción, Villeneuve y Adams le suman la hondura de una bonita historia de amor, triste, nostálgica, reflexión sobre la memoria y la resignación, con giro inesperado incluido, que acaba siendo el centro no solo emocional de la historia, sino casi narrativo, al más puro estilo del mejor M. Night Shyamalan. No está exenta de ciertos momentos sonrojantes, por lo cursi de algunas frases, pero, como en el cine del hindú, hay que aplaudir el riesgo y la falta de cinismo. El amor nos salvará a todos, si no nos matamos antes los unos a los otros.
Nota: 8
Lo mejor: Amy Adams y el manejo de la tensión de Villeneuve
Lo peor: Ciertos estereotipos simplistas y giros de guion algo débiles