Por avatares del destino, los dos largometrajes del guatemalteco Jayro Bustamante han llegado a salas españolas con apenas dos meses de diferencia. En su segundo largometraje de su saga temática de la "Trilogía del desprecio", el cineasta ahondaba en el vía crucis que sufría un hombre homosexual con las pseudoterapias de conversión. Con su tercera propuesta, el director entra de lleno en el tercer insulto de los más utilizados en su país ("indio", "hueco" y "comunista"). Tras 'Ixcanul' y 'Temblores', ahora toca el turno de 'La llorona', un ejercicio de memoria histórica con el que el realizador da un paso más allá, al traer un relato en el que el realismo mágico, con tintes de terror, entra en escena.
Premiada en la sección paralela Giornate degli Autori del 76º Festival de Venecia y representante de Guatemala en la 93ª edición de los Premios Oscar, el realizador sorprende con un filme que utiliza elementos del cine fantástico y de terror. Bustamante utiliza la figura de la Llorona, un espectro del folclore hispanoamericano -considerado todo un símbolo nacional en México, pero también muy popular en países centroamericanos-, para crear una espeluznante parábola en la que el cineasta hace un ejercicio de memoria histórica, con el que plasma las consecuencias de la Guerra Civil de Guatemala, sucedida entre 1960 y 1996 y que se saldó con más de 200.000 muertos, según la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, siendo buena parte de ellos indígenas.
Memoria histórica con elementos del folclore centroamericano y el realismo mágico
Pero aquí no hay una cinta de terror como tal, aunque sí elementos propios del género, que crea una atmósfera turbia, con la que Bustamante transmite la angustia de las víctimas al público. En esta cinta no hay espíritus vengadores, esto no es 'La maldición' o 'Ringu', sino un largometraje en el que se muestra el peso de la matanza de indígenas en la guerra a través de uno de los verdugos, un general militar que logra evitar ser condenado por lesa humanidad. En la injusticia terrenal -algo tremendamente real en la historia reciente de varios países iberoamericanos-, Bustamante aprovecha para traer elementos sobrenaturales, introduciendo así a la Llorona, convertida en símbolo de las víctimas, especialmente de las mujeres, siendo ellas utilizadas como trofeos de guerra.
De esta forma, 'La llorona' se convierte en el lamento de un pueblo herido, en el que se plasma una potente crítica racial, pues la mayor parte de las víctimas fueron indígenas mayas. En esos sollozos sobrenaturales, Bustamante va introduciendo al público lentamente, consiguiendo que los elementos fantásticos aparezcan de manera espontánea, dejando la duda de hasta qué punto se trata de un delirio psicológico de la familia de victimarios.
El cineasta va in crescendo, conforme va viéndose cómo el general goza de una impunidad despreciable. En ese pulso, el relato va siendo más asfixiante, como si las paredes de la lujosa mansión se volvieran más estrechas. Aquí pueden verse inspiración de cineastas icónicos como Luis Buñuel, con esa familia descomponiéndose de manera similar a la clase alta de 'El ángel exterminador'. Hay ecos también de Visconti, incluso de Pasolini en esta historia cuyo horror reside en el carácter de sus personajes, como si Bustamante hubiera invitado al público a una travesía por uno de los fosos del infierno de Dante.
Una nueva joya del cineasta guatemalteco
En este tenebroso viaje por las aguas del pasado, merece un sonoro aplauso la interpretación de María Mercedes Coroy, con quien ya trabajó Bustamante en su ópera prima. La joven se convierte en una doncella etérea, espectral, cuya vacía mirada esconde un pasado desgarrador, lleno de dolor. Con momentos de terror psicológico, su Llorona es majestuosa a la par que espeluznante, un símbolo concreto del sufrimiento de los indígenas guatemaltecos, extrapolable al sufrimiento que viven los pueblos nativos actualmente en varios países de América Latina como Brasil o El Salvador. Mención también para María Telón, convertida en el Cerbero de un clan cuyas culpas deben expiarse.
Bustamante cierra una perfecta trilogía. 'Ixcanul' fue una magistral presentación, que continuó con la espléndida 'Temblores' y que ahora cierra 'La llorona' como broche de oro. Una interpretación contemporánea del folclore con la que Bustamante pone rostro a las víctimas del genocidio, un doloroso llanto que debe escuchar. El director firma una nueva joya del cine iberoamericano, que vuelve a mostrar al cineasta guatemalteco como una de las figuras imprescindibles del cine social latinoamericano actual, claro heredero de Víctor Gaviria o Alejandro Legaspi.
Nota: 9
Lo mejor: La espectral interpretación de María Mercedes Coroy. La manera en la que Bustamante introduce folclore y elementos del realismo mágico en una cinta de memoria histórica.
Lo peor: Pensar que se está ante una película de terror. Ante todo, es cine social.