Era 1959 cuando Shirley Jackson presentaba al mundo 'La maldición de Hill House', incunable de la literatura de horror gótico que se convertiría con el paso de los años en el principal referente de las propuestas de argumento de casa encantada. Jackson, nombre clave para el horror cuyas reivindicaciones nunca serán pocas, y que ya fue puesta en el lugar que merece por parte de escritores posteriores a ella de la talla de Stephen King o Richard Matheson, quienes reconociesen la influencia de la autora en sus respectivas formas de entender la literatura.
Hasta entonces, dos han sido las adaptaciones que el libro ha tenido en el cine. La primera de ellas, dirigida por Robert Wise en 1963 y titulada aquí 'La casa encantada', acabaría por ser uno de los títulos seminales de haunted house film, cuya historia seguía de forma bastante fidedigna lo que Jackson había plasmado en papel. La segunda, 'The Haunting (La guarida)', llegó de la mano de Jan de Bont y, estrenándose en 1999, podríamos decir que formó parte de la recuperación de los arquetipos del terror clásico que se vivió durante los noventa. Porque si el acercar a una nueva generación las figuras de Drácula, el mito de Frankenstein o el de la momia habían resultado experiencias notorias, al intentar actualizar una obra maestra de la talla de la película de Wise se corrían ciertos riesgos, los cuales acabaron por darle la razón a cualquier tipo de voz que se alzase en su contra antes de ver el resultado final.
Porque, no nos engañemos: pese a ser un título correcto tirando a regular, 'The Haunting (La guarida)' jugaba en la misma liga que otro film coetáneo, 'House on Haunted Hill', que adaptando 'La mansión de los horrores' de William Castle, optó por una forma de entender el terror puramente afín al cine más comercial. Desde entonces, las tendencias han cambiado y con ellas el consumo del formato audiovisual, el cual es uno de los principales factores que ha jugado a favor de esta nueva adaptación que nos llega de la mano de Netflix.
Y es que, años atrás, hubiera sido algo casi impensable el llevar a cabo una adaptación de 'La maldición de Hill House' para la televisión. Impensable teniendo en cuenta que el formato televisivo siempre había tenido esa especie de etiqueta de formato de entretenimiento de segunda (en cuanto a la producción de ficción se refiere). Porque si algo era digno de ser adaptado, tenía que ser en cine. Suerte que los tiempos han cambiado y, con ellos, los cineastas de las nuevas generaciones se sienten cada vez más cómodos con sus constantes traspasos entre la pequeña y gran pantalla. Y quien ha parecido encontrar un lugar idílico en el que recrearse no es otro que Mike Flanagan.
En muy poco tiempo, el realizador se ha convertido en una de las figuras más interesantes del actual panorama del cine de género, teniendo como sello personal una particular forma de representar el otro lado, los espectros de Flanagan se han convertido ya en la que podría ser una marca propia que ha venido a reflejar en un proyecto tan esperado como lo es la nueva adaptación de la obra de Jackson. En 'Absentia' el mal quedaba arraigado al plano terrenal a través de aquella especie de portal que conectaba de forma directa con otro mundo. 'Oculus: El espejo del mal' optaba por el recurso maldito (un espejo) para infundir horror y traer consigo las amenazas fantasmales. De forma parecida, 'Somnia. Dentro de tus sueños' conectaba el plano terrenal con otro superior a través de los sueños de un joven con poderes extrasensoriales.
Como en la novela de la que toma parte su inspiración, la mansión de 'La maldición de Hill House' se yergue en mitad de una nada que bien parece formar parte de otra realidad, una en la que los fantasmas y las conexiones con el más allá son absoluta normalidad, y en la que el poso que acabará dejando en el alma de aquellos que se atrevan a vivir entre sus paredes, terminará por pesar por mucho que pasen los años. Así es como Flanagan utiliza la imponente casa como principal elemento a través del cual fluirá el horror, ya sea a través de los recuerdos de sus protagonistas o por las vivencias que allí vivieron aquellos de jóvenes.
Horror con autoría
Porque si hay algo que juega a favor de la serie es el hecho de que Flanagan haya optado por tomar como base la obra escrita, sobre la cual reescribe a su antojo sobre lo que viene haciendo desde hace tiempo: un drama familiar contado desde una perspectiva sobrenatural. En esta revisión de Hill House, no nos encontramos con un científico que quiere llevar a cabo un experimento en la conocida mansión con un grupo de desconocidos. Aquí, el director convierte a los protagonistas en parte de la casa desde el principio, presentándonos a través de dos líneas temporales a la familia Crain, cuyo patriarca Hugh Crain (Henry Thomas de joven y Timothy Hutton de mayor) se vio obligado a abandonar el lugar en medio de la noche junto a sus cinco vástagos aterrorizados. De la madre, Olivia (Carla Gugino), nunca más se supo. Desde entonces, todos y cada uno de los hijos ha vivido atormentado con lo que vivieron durante su infancia en Hill House, cuyos fantasmas parecen haber regresado directamente del pasado para llamar a sus puertas.
Así es como se vertebrará la trama de la que, con pocas pretensiones, viene dispuesta a ser una de las apuestas más notables en cuanto al actual catálogo de series de terror y fantástico, la cual está viviendo durante los últimos años una explosión de ideas, revisiones y propuestas harto interesantes que, si bien son varias las que han conseguido perturbar hasta el más valiente con su representación del horror (de culto ya es la sublime 'Channel Zero' del bueno de Nick Antosca) o por atreverse a emitir gore de primera calidad en prime time (Greg Nicotero y sus muertos de 'The Walking Dead', por ejemplo), con la llegada de 'La maldición de Hill House' podemos determinar que el horror ha alcanzado una propia meta personal: convierte en algo de primer nivel algo tan injustamente denostado como las adaptaciones en formato miniserie de novelas de horror.
Flanagan, plenamente consciente de cómo hacerlo, consigue atrapar al público en base a la creación de criaturas arquetípicas que lleguen a funcionar como elemento reconocible. Así es como el creador muestra una galería de monstruos con posibilidades de ser nuevos iconos para el género, como viene a ser el perturbador hombre del sombrero que trae directamente a la mente al Crooked Man de 'Expediente Warren: El Caso Enfield', o la misteriosa entidad femenina que aterra a una de las hermanas desde su más tierna infancia.
El terror, muy presente en 'La maldición de Hill House' sin tener que echar solamente mano recurso básico del jumpscare (quienes estén familiarizados con la forma en la que Flanagan elabora sus set pieces con apariciones sobrenaturales, podrán reconocer su sello en ellas, que no son pocas), vuelve a demostrar ser un género al que no le importan los formatos. Si 'El misterio de Salem's Lot ' o 'It (Eso)' acabaron siendo hitos televisivos en el momento de sus respectivos estrenos, ahora Mike Flanagan da un golpe sobre la mesa no solo para dejar claro que su nombre es ya uno de los que mejor vienen a definir el actual estado del género, ya sea a través del cine o la televisión, sino que logra diluir la barrera de prejuicios aún existente (cada vez menos) entre ambos formatos, convirtiendo 'La maldición de Hill House' en una de las más notables propuestas sobre casas encantadas que ha parido la ficción audiovisual desde hace décadas.
Nota (seis primeros capítulos): 9
Lo mejor: Sale ilesa del complicado ejercicio que suponía volar por libre teniendo en cuenta la base literaria, construyendo un relato sólido que respeta el trabajo original y atrapa al espectador como en el mejor de los culebrones.
Lo peor: Que por el hecho de tratarse de una producción de Netflix, haya quienes se atrevan a mirarla por encima del hombro.