Que 'Il nido' (que tuvo un pequeño recorrido por festivales en 2019 con el título internacional 'The Nest') se estrene en nuestro país con el título de 'La maldición de Lake Manor', es otro ejemplo de los intentos desesperados con los que la distribución del cine de terror ha estado conviviendo desde hace décadas. Y sin tener nada que ver con 'La maldición de Bly Manor', puede que el burdo intento por intentar reclamar la atención de un potencial público que vio la serie de Netflix, sea lo que cree a los principales detractores una vez vista esta.
A finales de los setenta del pasado siglo, los italianos supieron convertir el exploitation uno de sus principales mercados, en lo que a la producción y distribución de cine de género se refiere. Ahora, y dejando claro que esa esencia puede seguir explotándose en 2021, lo que fue concebido como un gótico italiano que podría estar bebiendo directamente del terror indie que nace en Sundance, viene queriendo despistar con un título que nada tiene que ver con Henry James ni con la última adaptación cinematográfica de esta, dirigida por Floria Sigismondi. Para más inri, en la película ni siquiera existe Lake Manor.
Superado esto, y centrándonos mejor en su título original, es fácil concebir la segunda película de Roberto De Feo como un tenebroso relato en torno al sitio donde se construye su historia, el nido, entendido de forma literal como en una de sus definiciones según la RAE: "Lugar donde se juntan personas, animales o cosas despreciables". Tras un prólogo que incluye lo que entendemos como un intento de secuestro, el cual culminará con un accidente de coche en una carretera rodeada de bosque en mitad de la noche, pronto esa oscuridad en la que se ha iniciado el relato quedará impregnada en la gran mayoría de los espacios que vamos a conocer.
Recuperando el gótico italiano
Como si de uno de aquellos títulos que surgieron a raíz de la explosión del giallo se tratase, De Feo deja bien claro que sus inspiraciones estilísticas están más en sintonía con Ari Aster que con Mike Flanagan. Porque pese al abuso de los espacios cerrados iluminados de forma tenebrosa, el diseño de producción con el que cuenta su propuesta es un hijo bastardo de 'Hereditary'.
Sin que sus premisas tengan nada que ver, es evidente el gusto con el que el realizador decide encuadrar, haciendo que contemplemos habitaciones que parecen haberse quedado congeladas en el tiempo y que, siguiendo la tradición del gótico, hablan por sí solas al demostrar que la ambientación también es clave a la hora de contar una historia.
Y sin caer en el manierismo que Aster convertía por bandera en su forma de entender los espacios, pero sí dejando claro cierto refinamiento en cuanto al entendimiento de la estética del horror (algo que recientemente también ha estado presente en la ya citada 'Otra vuelta de tuerca'), el director italiano nos presenta un título donde coexisten relaciones familiares malsanas, un aislamiento por motivo desconocido (el gran secreto que esconde el film), un coming of age como motor de la trama principal, y la esperanza de que con ella pueda volver la forma de entender el terror que desde Italia se ha tenido desde hace décadas, ya sea a través del exploit o siguiendo la tradición de maestros artesanos del género como Mario Bava, quien seguramente haya sido la gran inspiración (al menos, estilística) para una curiosa propuesta que gustará a los amantes del terror construido a través de atmósferas opresivas y emplazamientos propios del horror clásico.
Nota: 6
Lo mejor: Su ambientación.
Lo peor: La sorpresa final. Si bien existen algunas pistas que De Feo nos va dejando desde el inicio, puede resultar hasta trillada.