En 1974, Tobe Hooper confrontaba a un grupo de hippies procedentes de la gran ciudad y los sureños, presentados como uno de los más exacerbados ejemplos del redneck o white trash, estereotipo (y claro ejemplo de clasismo) que ha sido fuente de horrores en ese subgénero que podría ser el Southern Gothic. Ahora, en 2022, y sin hippies a la vista, lo más parecido a eso que nos encontramos es a un grupo de influencers (autodefinidos como idealistas) que quieren dar una nueva vida a Harlow, un pueblo fantasma perdido en medio de la más absoluta nada de Texas.
Ante semejante premisa, podríamos imaginar que vamos a encontrarnos algo parecido a lo que fue aquel castigo llamado 'La matanza de Texas 3D' allá por 2013. Por suerte, y habiendo aprendido de otros errores como lo fue la fallida precuela 'Leatherface' en 2017, quien esto escribe considera que el tándem formado por Fede Álvarez y Rodo Sayagues ha sido el idóneo para conseguir levantar una nueva entrega de 'La matanza de Texas', siendo fiel a la original y posicionándose como uno de los mejores revivals de sagas de terror que hemos podido ver en los últimos años.
A estas alturas, lo que propuso Marcus Nispel en el remake de 2003 ('La matanza de Texas') y su precuela ('La matanza de Texas. El origen') de 2006, es un universo que ha conseguido su propio estatus dentro de una franquicia tan famosa como denostada, a la que siempre le ha hecho un flaco favor partir de una obra maestra del cine como la que Tobe Hooper presentó en 1974 (por no hablar de que ya en su primera secuela, 'La matanza de Texas 2', el propio Hooper ya le daba una vuelta de tuerca y abrazada el grandguinol y la comedia macabra sin concesiones).
La única superviviente de aquella horrible masacre a manos de un perturbado con máscara hecha con rostros humanos, fue Sally Hardesty, quien emulando a Laurie Strode en otro reciente revival slasher (la trilogía de 'Halloween' de Blumhouse dirigida por David Gordon Green), regresa a la pantalla en un hito que muchos ansiábamos ver desde hace décadas. Lástima que Marilyn Burns falleciese en 2014, razón por la que ahora es Olwen Fouere quien hace suyo el rol de Sally, una ranger de Texas ya retirada que ha vivido durante 50 años obsesionada con la búsqueda incansable del psicópata que mató a sus amigos en aquel verano del 73.
Su destino se cruzará con el de esos idealistas que vienen a reinterpretar el enésimo choque entre lo rural y lo urbano. O lo moderno y lo tradicional. O incluso los demócratas y los republicanos, con una poco sutil (¿quizá forzada?) crítica a la tenencia de armas, con trauma por tiroteo escolar y un pánico profundo a la bandera confederada. Porque en la construcción de un nuevo mundo ideal para influencers insoportables, solo caben galerías de arte y propuestas que estén en la última en tecnología y tendencia. Razón de más para introducir, cual elefante en una cacharrería, a un cabreadísimo Leatherface (Mark Burnham), quien a sus sesenta años vuelve a armarse con su objeto favorito: una motosierra con la que no solo va a reírse de la cultura de la cancelación, sino que va a otorgarnos la mayor, más salvaje y despiadada carnicería que hemos podido ver en toda la franquicia.
Pese a que haya sido el debutante David Blue Garcia quien haya estado al mando de la dirección, la mano de Álvarez y Sayagues no está presente únicamente por el festín gore (en línea con lo que pudimos ver en 'Posesión infernal (Evil Dead)'), sino por la forma en la que están rodados los momentos de tensión en interiores (la casa y el garaje), los cuales recuerdan lo mejor de 'No respires' y su secuela.
Quienes esperen una fotografía estilizada con salpicaduras de secuencias grotescas, pueden que se sorprendan con las cotas de brutalidad y vísceras que van a ver. Si piensas que con ella ha llegado la película que iba a destronar a 'La matanza de Texas' primigenia como la mejor de la saga, vas a decepcionarte profundamente. Su desenlace parece sufrir algo de lo que puede que nunca nos enteremos (aquellos reshootings que hubo, el cambio de director y la adquisición por parte de Netflix para que pudiera salir adelante el proyecto), y si algo queda claro en su conjunto, es que si se hubiera estrenado en cines, a más de un censor le hubiera dado un parraque.
Nota: 8
Lo mejor: Servir en bandeja tal dosis de salvajismo.
Lo peor: Que no haya pasado por cines (y algunas soluciones torticeras de personajes que hubieran necesitado un pulido en el guion).