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CRÍTICA

'La odisea de los giles': El humor vence al corralito

Sebastián Borensztein dirige 'La odisea de los giles', junto a Ricardo Darín, Luis Brandoni y Chino Darín, que llega a los cines el 29 de noviembre.

Por Carmen Broncano García 29 de Noviembre 2019 | 09:06

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Cualquier cosa con Ricardo Darín atrae. Y si encima es en forma de comedia mucho más. 'La Odisea de los Giles' cuenta la historia de un grupo de trabajadores que pierden todos sus ahorros para un futuro negocio durante el Corralito argentino de 2001. Devastados y llenos de rabia, darán con una manera alocada de recuperar su dinero. Dirige Sebastián Borensztein ('Un cuento chino') esta comedia con toques de humor negro que sienta bien, entretiene y muestra la cruda realidad a la que se enfrentaron miles de argentinos, desde una mirada honesta pero ligera. Basada en el libro de Eduardo Sacheri, 'La noche de la Usina', 'La odisea de los giles' fue aclamada en el Festival de Toronto y en el de San Sebastián, y representará a Argentina en la candidatura de mejor película extranjera en los próximos Oscar.

Fotograma 'La odisea de los giles'

La cinta desprende humor por los cuatro costados, incluye el drama inevitable de la época y es capaz de retratar a una sociedad desarmada que no le quedó nada, salvo la angustia. La película saca el lado más lúcido, el instinto de supervivencia del ser humano por estar dispuesto a vengarse, a luchar contra las injusticias y a hacer todo lo posible por respirar aire puro en medio de tanta humareda. De las ideas más descabelladas al punto más cuerdo, los personajes lucharán por su lugar en el mundo, aunque no exista. La corrupción, el negocio de los ricos y la extremada pobreza de los pobres los llevará a tomarse la justicia por su mano.

Darín se luce con su mirada siempre serena, con su humor natural que sobresale y con la calma de un veterano sobre las tablas. Interpreta a Perlassi, el cabecilla del pueblo, un antiguo jugador de fútbol de primera división que quedó olvidado entre los recuerdos. Él será el encargado de levantar su pueblo natal e intentar sacar adelante a sus más que acabados vecinos. Darín cautiva con su saber hacer impecable. Pero destaca sin duda Luis Brandoni, que a sus 79 años levanta las carcajadas más sonoras de la sala. Es capaz de generar humor sin quererlo -o sin aparentarlo, por lo menos- y de levantar el lado más enternecedor de la historia. Su extensa trayectoria ni lo desgasta ni lo hace pasar de moda, sino que convierte en apuesta segura todo lo que toca, y lo impulsa todavía más hacia los años que le sigan. También brilla Verónica Llinás y Chino Darín acompaña a su padre quedándose en un muy alejado segundo plano.

Fotograma Luis Brandoni y Ricardo Darín en 'La odisea de los giles'

Los personajes encarnan a esos pobres desgraciados de pueblo, olvidados y sin futuro prometedor, que intentan sacar su vida adelante, aunque a nadie le importe. Son los últimos de una fila larguísima de los que nadie se acuerda, pero ellos intentan no darse cuenta. Los clásicos 'giles', aquellas personas simples, buenas, ingenuas e incautas (los pringados de toda la vida, vamos). Pecan de ignorancia y de exceso de confianza hacia las personas equivocadas en una época de la historia de Argentina que parece ciencia ficción. Les arrebataron lo que tenían para no devolvérselo jamás y les forzaron a abandonar sus sueños, sus oportunidades y su futuro. Sin embargo, los protagonistas de 'La odisea de los giles' consiguen tener el halo de esperanza que devuelve la ilusión y cree en un porvenir siempre optimista. Con unos medios quizá cuestionables ("menos averigua Dios y más perdona"), crean sus propias reglas para un fin justo.

La acción transcurre a medio camino entre el campo y la ciudad. Entre las dos realidades que unen y caracterizan a un país y que a su vez las diferencia tanto. Del pueblo de una sola calle a la ciudad con hombres trajeados y coches carísimos. Del bar que se convierte en gasolinera que se convierte también en hogar, a la sede del banco que se quedó con el dinero de todas las cuentas de ahorro. Argentina en sus dos vertientes, en sus dos amargas realidades.

Fotograma 'La odisea de los giles'

Quizás cae en el tópico más habitual de la comedia y repite una fórmula que no descansa. El arquetipo del 'tonto' quizás esté pasado de moda. Quizás también, la película se estire demasiado, se den momentos de tensión que podrían desaparecer y quizás las casi dos horas no hagan tanta falta. Pero lo cierto es que 'La odisea de los giles' funciona, es correcta, limpia, no deja flecos sueltos y se hace llevadera. Es una comedia divertida, -no todas lo son-, y es fácil de ver y de disfrutar. La película perfecta para una noche después de un día agotador. El humor que no se fuerza, cotidiano y simple que nunca falla porque no desentona. No es redundante ni excesiva, es fresca, ingeniosa y fiel al pasado.

Borensztein ha tejido una eficaz crítica al sistema, desde la ligereza que da la distancia de los acontecimientos de 2001. Es empática, enternecedora, y crítica pero llena de optimismo. 'La odisea de los giles' busca la risa -o la sonrisa, sin ser pretenciosos- en uno de los momentos más oscuros de la historia reciente de Argentina. Esta panda de 'giles' consigue sobrevivir porque, al final, lo único que tienen de pardillos es el nombre que les da el título del largometraje.

Nota: 7

Lo mejor: Luis Brandoni comiéndose la pantalla. Que el guion haya sabido generar un humor sincero y agradable que acapare la atención de la angustia del corralito.

Lo peor: Que caiga en los tópicos y repita una fórmula que ya no sorprende.