å

CRÍTICA

'La profesora': Tenebrosa lección de vida

Jan Hrebejk dirige 'La profesora', protagonizada por Zuzana Mauréry. Ganadora del premio a la mejor en el 51ª Festival de Karlovy Vary y a la mejor música y dirección artística en el 54º Festival de Gijón.

Por Miguel Ángel Pizarro Más 21 de Abril 2017 | 17:56
Colaborador de eCartelera. Apasionado del cine y la cultura en general. Cine europeo y de animación, mi especialidad.

Comparte:

Ver comentarios (1)

El cineasta checo Jan Hrebejk vuelve a hablar del pasado de la antigua Checoslovaquia, actualmente dos repúblicas muy bien separadas. Si con 'El amor en tiempos de odio' había hecho un recorrido por un pueblo checo ocupado por los alemanes en plena Segunda Guerra Mundial, ahora, el cineasta cambia radicalmente de perspectiva ahondando en los últimos años de la antigua Checoslovaquia comunista con 'La profesora', premio a la mejor actriz en el 51º Festival de Karlovy Vary y premio a la mejor banda sonora y dirección artística en el 54º Festival de Gijón.

La profesora

Año 1983, en un colegio situado en un barrio de los suburbios de Bratislava llega una nueva profesora, que también será la tutora de los alumnos a los que dará clase. La señora Maria Drazdechova tendrá unos métodos poco pedagógicos con los niños. Su línea de estudio estará hecha para favorecer a aquellos alumnos cuyos padres le concedan favores. Si alguno de los progenitores se niega a las excesivas demandas de la docente, las terribles consecuencias las padecerán sus hijos.

La crueldad disfrazada de candidez

Hrebejk empieza la clase, hace que la profesora Drazdechova llegue y pase lista, poco a poco el público irá notando que tras esa adorable viuda de afable sonrisa, esa vestimenta llena de tonalidades pastel y con tazas de té con adorables gatitos esconden a un ser despreciable y completamente corrupto. De esta manera, el cineasta, junto con el guionista Petr Jarchovský, crean un filme con cierto toque de humor negro en el que una clase se convierte en metáfora del sistema corrupto en el que derivó el comunismo, con tratos de favor, intimidación y abuso de poder.

La profesora

Todo ello configurado en Zuzana Mauréry, merecidísimo premio en Karlovy Vary, que es capaz de representar a un auténtico monstruo. Lo que resulta perturbador de su interpretación no es que muestre la cara del mal y la corrupción, sino que lo que muestra no está muy alejado del día a día de un colegio, de un instituto, hasta de una universidad. El mal que puede provocar un tipo de persona así es universal, no sólo del antiguo sistema comunista.

Una clase de primaria como metáfora de un sistema corrupto

He aquí otra ácida crítica que plasma Hrebejk, el cómo una reunión de padres de alumnos puede servir de metáfora de un sistema podrido, con tráfico de influencias, corrupción y abuso de la autoridad y además de utilizar personas inocentes (los niños) como moneda de cambio, todos los padres saben que la profesora es un ser horrible, pero callan aquellos que salen beneficiados de sus favoritismo.

La profesora

También hay que alabar un cuidado diseño de producción, en el que el cineasta ha logrado plasmar los años 80 de manera fehaciente, con colores vivos, que contrastan con la oscuridad del relato, haciéndolo más pertubador. Salvando las distancias, recuerda a la magistral 'Los exámenes', de Cristian Mungiu.

Hecha de manera casi teatral, en la que dominan las conversaciones en las aulas y dividida entre pasado y presente, 'La profesora' es un magnífico ejercicio cinematográfico, un ejemplo de cómo una clase puede convertirse en una metáfora de la corrupción del poder, de los tratos de favor, prevaricación y acoso. Eso sí, hecho con un humor negro muy sui generis, en el que el público reirá sabiendo que lo que ve un acto completamente despreciable. Maliciosamente estupenda, sin duda, brutal y completamente aterradora, cine social visto con otra perspectiva.

Nota: 8

Lo mejor: Zuzana Mauréry, en un papel digno de Imelda Stauton como la profesora Dolores Umbridge.

Lo peor: En algunos momentos se pasa en el drama, lo que contrasta con el perturbador tono satírico que tiene.