"¿Qué tengo aquí? Qué lindo es, es de Disney un nuevo remake".
Si Ariel tenía regalitos así a miles, lo que a nosotros nos han tocado en la cartelera de los últimos años son regresos nostálgicos y "reimaginaciones" en nuevos formatos a puñados, como es el caso de 'La sirenita', un clásico de la animación (y personalmente mi favorita de la Casa del Ratón) que vuelve en formato live action y con varias actualizaciones.
Como viene siendo habitual en estas versiones, la acción real es más seria y adulta que su original. Esta (re)interpretación en 'La Sirenita' no es tan drástica como en 'Mulan', pero sí se nota que su director, Rob Marshall, ha querido hacerle ojitos a un público más adulto, como si el infantil no mereciese de por sí todos nuestros respetos.
De lo que ya hizo Jon Favreau con 'El Rey León' recoge su voluntad de realismo, lo que visualmente ha quedado rarísimo en Flounders, Scuttle y Sebastián y puede que sus peluches provoquen pesadillas, pero para el resto hay que reconocer que funciona. El trabajo de dirección de Marshall es intencionalmente bonito, cuidado, delicado incluso, especialmente en el mundo marino.
Aunque este remake es indiscutiblemente bueno y hasta ahora el mejor de los que ha hecho Disney, para nostálgicos y probablemente para las nuevas generaciones también, es imposible escapar a la sombra de su precedente y del increíble trabajo y ritmo de Ron Clements y John Musker. En el cómputo general, la nueva Sirenita de 2023 sale perdiendo, pero solo en la comparación, que es por otro lado inevitable.
Si no lo vas a mejorar, para qué lo tocas, pero es que en el caso de 'La Sirenita' hay aspectos en los que sí se ha mejorado, otros en los que aporta cosas nuevas y también otros muchos en los que tanta mesura juega en su contra. ¿Dónde ha salido ganando? Para empezar con el príncipe Eric, que por fin tiene algo de personalidad e intereses más allá de querer casarse (para que luego digan de las princesas) y además una una canción propia. Aunque tampoco es que se conozcan demasiado antes de enamorarse, al menos el remake sí que explora mucho más la relación entre Eric y Ariel antes de llegar a la laguna azul, lo que les une, lo que pueden enseñarse, es más orgánica y Jonah Hauer-King y Halle Bailey destilan química en pantalla. Ambos han entendido perfectamente el rollo realeza Disney y parece que lo disfrutan.
También hay que celebrar cómo se ha actualizado la letra de 'Bésala' para incluir el consentimiento y hacerla más actual, y la influencia de Lin-Manuel Miranda se nota en los temas originales, especialmente en 'The Scuttlebutt' y 'For the First Time', porque si tienes dos voces como las de Halle Bailey y Daveed Diggs hay que aprovecharlas.
Representación y diversidad. Sí importa.
¿Qué aporta? Pues para empezar vamos a hablar por fin de lo más importante de la película, de su protagonista. Bailey es Ariel, y en su propia Ariel es perfecta, además de que su interpretación vocal es escandalosa. Sí, es menos expresiva que su homónima, pero su trabajo está lleno de emoción, de sensibilidad y de fuerza. Bailey es una estrella que va a nadar océanos y acaba de empezar. Y luego, además, está el tema de que sea una actriz negra, algo que es absurdo ignorar por mucho que su trabajo hable por sí solo, porque los racistas de internet no lo hacen.
Cuando Mattel sacó las nuevas Barbies con variadas siluetas, más altas, bajas, rectas o con más caderas, con siete tonos de piel y 22 de ojos (ahora también hay muñecas con síndrome de Down, audífonos o vitíligo y por supuesto todos en el mismo rango de precio que una original), no solo fue un movimiento empresarial "woke", también todo un éxito comercial, porque la representación importa. Las sirenas no existen, las niñas negras que necesitan más ejemplos y referentes en pantalla sí. A una semana de su estreno, la edición limitada que Disney ha sacado de la muñeca de Bailey ya está agotada, que no estamos aquí para celebrar su casting como estrategia de márketing, pero es otro ejemplo más de la importancia de saldar deudas históricas con todos los colectivos infrarepresentados en los medios.
Sobre el resto del casting humano destaca Melissa McCarthy como la nueva Úrsula, que pone todos sus tentáculos en estar a la altura de la icónica bruja del mar, dibujada en su día bajo la influencia de la drag queen Divine. Es cierto que se han cortado partes de su canción, 'Pobres almas en desgracia', para que nadie pueda malinterpretarla, que le personaje pedía subir un par de puntos más de horterismo y que este tono oscuro de la película no le permiten explorar todo su potencial cómico, pero esta Úrsula es lo suficientemente macarra, juguetona, altanera y petulante para sí estar a la altura de su versión animada.
De Javier Bardem como Tritón solo podemos decir que está muy correcto. Es uno de los mejores actores de su tiempo y nuestro mayor exponente en Hollywood. No parece que sepa hacer nada mal, pero tampoco tiene margen para triunfar o fracasar demasiado, digamos que está desaprovechado. En 'La Sirenita', Bardem se estrenó cantando en el cine, aunque su tema no ha pasado el corte final y no podremos disfrutar de él hasta que la película salga el formato doméstico con todos sus extras. Diggs, Awkwafina y Jacob Tremblay completan el reparto de voces en su versión original y Noma Dumezweni estrena un personaje nuevo, la reina Selina, madre adoptiva de Eric. Hay que reconocer el acierto del casting en su diversidad, que se celebren tantos acentos y etnias como peces hay en el mar.
¿Y en qué se queda corta? Tristemente en los números musicales, claves en una película, ejem, musical. No, no son tan buenos como en su versión animada, les falta magia y también libertad con esa fijación por el realismo. El legado ante el que responde es demasiado icónico y reciente y no llega ni parece querer hacerlo a los niveles de fantasía y espectáculo del clásico de Disney que lleva 3 décadas conquistando a familias enteras. 'La Sirenita' de 2023 es la Coca-Cola Zero Zero de los remakes, le falta azúcar y el punch de la cafeína, pero está rica y se parece mucho a la original.
Así que, aunque 'La Sirenita' es una buena película y mantiene el espíritu y el corazón de la historia tal y como la conocemos, respetando el material al que debe dar una nueva forma, el cómputo general es bastante irregular. Puede que sea por mi propia nostalgia y por una infancia en la que Ariel era una constante, pero no creo que esta "reimaginación" tenga el impacto cultural y temporal que logró la película de 1989. Aún así, su regreso está más que justificado, la aventura de esta adolescente rebelde sigue igual de vigente, su factura es de altura y va a invitar a toda una nueva generación de niñas y niños a soñar a los grande. Solo por eso ya ha merecido la pena el chapuzón.